
La lucha en el ámbito ideológico y cultural es imprescindible
Desde el movimiento comunero organizado, en los últimos años, no porque tengamos ninguna bola mágica o seamos listísim@s, sino porque hemos dedicado muchos esfuerzos, horas de trabajo al estudio y a la asimilación de una metodología científica de trabajo, hemos previsto con acierto, en sus términos generales, los procesos que enmarcan la actualidad a nivel estatal e internacional. Desde el impulso a la guerra global que lleva a cabo el imperialismo, pasando por la pandemia de Covid-19 y en general la entrada en una nueva era de aparición/reaparición de enfermedades infecciosas con potencial epidémico, o la agudización de la crisis económica y su trágico impacto social, con una especialísima afectación en el Estado español tal como le corresponde al eslabón más débil del capitalismo occidental.
Repasando nuestros editoriales de los últimos años se puede constatar la reflexión que acabamos de hacer. Este bagaje teórico-político nos ha permitido manejarnos con una cierta coherencia en el escenario en que vivimos, que es consecuencia en muy buena medida de las cuestiones que antes enumeramos. Pero a todo ello hay que añadir otra reflexión de esencial importancia: el sistemático trabajo hecho desde el poder en sus múltiples y variadas terminales de embrutecimiento intelectual, cultural y moral de la población.
Se trata de un proceso de embrutecimiento que utiliza diferentes herramientas según el sector social al que va dirigido. En ese frente actúan desde los medios de comunicación tradicionales, entre los que juega un papel especial el Grupo PRISA, pasando por las televisiones generalistas, de pago o en abierto, y por supuesto una buena parte de las redes sociales. El Sistema necesita llevar adelante ese proceso de embrutecimiento social porque es una de las claves para mantener a la gente alienada y, por tanto, para tratar de impedir la organización y la lucha popular, y así poder mantener su sistema de dominación. Es por ello que cuanto más se profundiza en los problemas y las dificultades de vida de la gente, más esfuerzos y recursos le dedican a ese proceso de embrutecimiento.
La base filosófica para ello es la irracionalidad, que aunque es utilizada de una forma racional por parte de sus impulsores, resulta también evidente que a estos se les está yendo progresivamente dicha capacidad de hacer un manejo racional de la irracionalidad. El poder históricamente ha utilizado mecanismos de alienación social basados en el pensamiento mágico y la irracionalidad. El sistema capitalista llevó esos mecanismos a unos altos grados de sofisticación, pero paradójicamente fue en el marco del desarrollo del sistema capitalista donde se generaron condiciones para la construcción de una línea de pensamiento racional y científica, que tuvo un gran impulso a partir del siglo XVI.
La Revolución socialista de 1917 en los territorios del Imperio ruso supuso la inauguración de una nueva era para la humanidad. En ella se demostró lo imprescindible que era la construcción teórica revolucionaria sobre bases científicas para poder impulsar exitosamente un auténtico proyecto de construcción de una nueva sociedad. En aquella época también pululaban, como ahora, nuevas “teorías” y movimientos políticos cuyas estrategias tenían una base puramente fantástica y que finalmente fueron borradas del mapa por el proceso revolucionario.
La lucha en el terreno de las ideas, en el campo de la filosofía, tuvo una significación principal, similar a la lucha que se dio en el plano político o militar. La Rusia de hoy ciertamente no constituye un Estado socialista, aunque la Revolución de Octubre y la participación clave de ese país en la Gran Guerra Antifascista ha dejado un poso social y cultural muy importante en ese pueblo (un poso que en Europa Occidental tan solo existe en alguna medida entre los pueblos del Estado español, donde también se tiene una gran experiencia histórica de nuestra propia Guerra Antifascista).
Cuando se compara esta con la resistencia en Ucrania, y en concreto con la resistencia ya derrotada en la acería de Mariupol y encabezada por tropas explícitamente fascistas, se insulta gravemente a la memoria de los pueblos del Estado español, muy en especial a la memoria antifascista del pueblo de Madrid. Si hubiera que hacer una comparación histórica -que por supuesto siempre son abusivas- entre la resistencia de la acería de Mariupol y nuestra guerra antifascista, tendría mayor rigor establecerla con el caso del atrincheramiento en el Alcázar de Toledo, símbolo del fascismo español e internacional de la época.
El Sistema necesita embrutecer a la población, anular su capacidad intelectual individual y colectiva. Para ello utiliza muy diversos medios, entre otros facilitando el consumo de drogas, tal como se hizo durante los primeros años de la Transición con la heroína; de ahí la complacencia con las bandas de narcotraficantes y los sectores sociales de los que se nutren, que coinciden con cierta frecuencia con determinadas etnias habitualmente marginadas y precarizadas, que son utilizadas por el poder a tal fin. La resolución de la Audiencia Provincial de Valladolid contra una banda de narcotraficantes, anulando el juicio por teóricos defectos de forma en el trabajo policial de investigación, es simplemente de traca. Impunidad total, como con la Casa Real. Otro ejemplo podría ser la tolerancia y complicidad con el recibimiento dado a los “presuntos agresores sexuales” de dos niñas en Burjassot, una total vergüenza para la policía y el poder judicial.
El Régimen del 78, como venimos diciendo, está plenamente corrompido. La imagen del Emérito no es un cromo fuera del álbum; es el cromo más vistoso y representativo de lo que es el propio Régimen y su situación actual. Intentar vendernos la vaina de que una cosa es el padre y otra muy diferente el hijo suena a estas alturas patético. Quien replica esas ideas lo hace por puro interés personal o corporativo. La derecha del Régimen, que está en proceso acelerado para acceder nuevamente al Gobierno del Estado, intenta corregir ese punto de vista recuperando la vieja cantinela de las maravillas aportadas por Juan Carlos I a la sociedad española; desde luego, para el bloque dominante así es, y por eso le siguen intensamente agradecidos, pero para las clases trabajadoras y pueblos del Estado español la historia es muy diferente.
Cualquier avance social y/o político en el Estado español pasa por liquidar al Régimen de la Restauración borbónica. Insistir en la posibilidad absolutamente inviable de reformar el Régimen del 78 es un engaño a la gente y un autoengaño al que le queda muy poco recorrido, exclusivamente explicable mediante los beneficios que se obtienen -o pretenden obtener- de tal posicionamiento ideológico-político. La experiencia no deja lugar a dudas para afirmar que el Régimen del 78 es irreformable. Todas las energías que se inviertan en esa dirección son inútiles. La única vía útil y eficaz es, como decíamos, su liquidación.
Solo a través de la lucha y la construcción popular se podrán conseguir tanto las grandes como las pequeñas reivindicaciones. La experiencia concreta de las últimas décadas avala esta posición.
Izquierda Castellana, 27 de mayo de 2022