
La guerra es un desastre para las y los trabajadores, pero una gran oportunidad de enriquecimiento y aumento de privilegios para el gran capital y su representación política. Está sucediendo ya de una forma más que clara con el conflicto bélico que se desarrolla en el Este de Europa. El imperialismo angloamericano hace todo lo posible para impedir que se reconduzca a una vía de negociación diplomática/política, esforzándose además para que se extienda en el tiempo como antesala de una nueva guerra global, la tercera en poco más de un siglo. Dicha fracción del imperialismo angloamericano necesita -sí o sí- esa guerra para intentar salir de la brutal crisis estructural en que está inmersa y de la que le resulta imposible desprenderse por vías ordinarias.
A estas alturas ya no pueden competir estratégicamente con China en ningún campo por la vía pacífica: los datos relativos al crecimiento y desarrollo económico (crecimiento del 5,7% de EEUU frente al 8,1% de China en 2021), a la producción científica (en número e impacto de sus investigaciones) o a la gestión sociosanitaria de la pandemia de Covid-19 (alrededor de un millón de fallecidos en EEUU, 4.600 en China) son muy elocuentes al respecto. Sin embargo, consideran que aún tienen una ventana de oportunidad en el terreno militar y están dispuestos a aprovecharla, aunque sea a costa de la muerte de centenares de millones de personas. La estrategia es clara: primero provocan a Rusia con la extensión de la OTAN hasta sus fronteras, poniendo en riesgo su seguridad y practicando una política de discriminación hacia la población de origen ruso o ruso hablante en los antiguos países de la URSS, como en los bálticos, donde estos ciudadanos tienen conculcados sus derechos políticos y sociales (en ellos, cientos de miles de personas no tienen derecho a voto, a ser electos o a desempeñar ciertos oficios). Además, con la imposición de medidas represivas en el terreno político, como la ilegalización del Partido Comunista Ucraniano, así como la persecución y detención de sus miembros (entre otros, el secretario general de las Juventudes Comunistas en este país). Cabe recordar de nuevo que la región del Donbás fue duramente reprimida a partir de 2014, después del Euromaidán, con 14.000 muertos, 30.000 heridos y 1,4 millones de desplazados.
Ahora el imperialismo utiliza todos los recursos de manipulación y propaganda para intentar alinear a China con el conflicto militar en Ucrania, pero China sostiene con plena energía que ese conflicto debe tener una solución negociada y rápida, exponiendo que es la posición de los EEUU la que está impidiendo en lo fundamental que ese proceso avance.
En agosto de 2014 una pequeña delegación de IzCa viajó a Moscú, en donde tuvo la oportunidad de tener varias reuniones con el Partido Comunista de la Federación de Rusia, que en aquel entonces desarrollaba una intensa actividad de solidaridad con la población del Donbás, entre otras cosas mediante el envío de ayuda humanitaria. Doris Benegas, que formaba parte de esa delegación, fue invitada a participar en un mitin del PCFR en la Plaza Manézhnaya, cerca de la Plaza Roja. Hizo su intervención en inglés, finalizando con el “No Pasarán”, lo que generó auténtico entusiasmo entre los asistentes. El Gobierno de Putin era muy beligerante con el PCFR, y pocas semanas después nos informaron de que había un intento por parte del Gobierno para limitar su actividad legal, que finalmente fue paralizado. La preocupación por lo que sucede en esa parte de Europa cuenta, por tanto, con una larga trayectoria en IzCa.
La OTAN es una maquinaria de guerra, muerte y destrucción, siempre dispuesta a intervenir de forma criminal, eso sí, aduciendo “razones humanitarias”. El imperialismo angloamericano ha protagonizado auténticos genocidios a través de la historia, desde la propia población autóctona de los territorios de Norteamérica, pasando por los bombardeos nucleares en Japón y las agresiones contra Corea, Vietnam, Irak, Yugoslavia, Libia, Siria… Ni los EEUU ni la OTAN tienen la menor autoridad moral para criticar a otros países desde esa perspectiva. Eso sí, hay que reconocer que tienen un control mayoritario de los medios de comunicación/manipulación ordinarios y que los están utilizando para construir un relato absolutamente favorable a sus intereses, aunque esté basado en falsedades o medias verdades. Casi todos los medios occidentales siguen a pie juntillas tales directrices, en una expresión de cómo los estados se van adaptando a su papel de colonia al servicio del Imperio.
Al propio capitalismo de la UE, en sus términos generales, no le interesa seguir con esta guerra. Aunque les perjudica, no solo no se atreven a confrontar con el imperialismo angloamericano, sino que hacen un seguidismo cada vez más acrítico de este.
El Estado español, como es habitual, es el que asume con mayor entusiasmo el papel colonial de “criado de los yanquis”. Esto sucede, entre otras cosas, debido a su condición de eslabón débil del capitalismo europeo y por la ausencia de proyecto autónomo alguno, que se intensificó con el proceso de entrada en la OTAN y en la UE. Entre las consecuencias de esta ausencia de soberanía y de proyecto propio, también se encuentra la sustitución de una forma absolutamente burda de la información por la manipulación, cuestión que en pocos días les obliga a desdecirse. Cuando empezó la huelga del pequeño y mediano transporte, anunciaban que esta no iba a tener repercusión alguna. No aciertan ni por casualidad. Ya han tenido que reconocer, ante las evidencias, que la huelga del transporte se ha convertido en un serio problema.
14 de marzo
18 de marzo
Pretenden recortar aún más las condiciones de vida de la clase trabajadora para engordar los presupuestos militares (en España el Gobierno tiene previsto alcanzar un gasto del 2% del PIB en Defensa para 2024, hasta los 24.000 millones de euros, lo que supone una cantidad mayor que la destinada a las prestaciones por desempleo [22.500 millones de euros] y un porcentaje muy superior al dedicado a I+D [1,41% del PIB en 2021]), así como seguir aumentando los beneficios de la industria dedicada a la guerra; cabe recordar que el 37% de esta industria está en manos de los EEUU, así como que el Estado español es el séptimo exportador de material armamentístico. Eso significa alargar el conflicto y el sufrimiento de la gente. Nuestro futuro pasa por impedirlo.
Izquierda Castellana, 18 de marzo de 2022