La metralla que obliga al alquiler de vientres

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Ucrania es uno de los principales centros en el mundo para la gestación subrogada. Sin cifras oficiales, se calcula que cada año nacen 2.500 bebés de gestantes ucranianas para otras parejas extranjeras. Eso significa que hay centenares de mujeres embarazadas bajo las bombas, sujetas a estrictos contratos con agencias que intermedian entre ellas y los clientes que quieren convertirse en padres. BioTexCom, una de las mayores empresas, incluso compró un refugio antiaéreo. Ucrania es la meca de la explotación reproductiva, en la que no faltan clientes españoles. “Más de una cuarta parte del mercado mundial del alquiler de mujeres con fines de explotación reproductiva está allí, dando lugar a cientos de agencias de subrogación legales y a dos tercios del mercado mundial de clínicas ilegales”.

El negocio aporta al país más de 1.500 millones de dólares. “Por eso su gobierno no ha puesto freno a la explotación de sus mujeres y el comercio de recién nacidos, y esto incluso a pesar de los continuos escándalos de violación de los derechos humanos de las mujeres, abandonos de bebés, bebés que salen del país de contrabando, bebés que no tienen relación genética con los compradores, etc., como bien ha denunciado el Defensor del Menor en Ucrania, Nicolai Kuleva”.

La metralla que obliga al alquiler de vientres

Un vergonzoso negocio debido a que una cuarta parte de toda la población ucraniana vive por debajo del umbral de la pobreza; con la guerra, lejos de frenarse, este negocio sigue adelante; «ocurrirá ahora que miles de mujeres desplazadas están abandonando el país solas con sus hijos e hijas apenas con lo puesto”; “ni la guerra ha detenido el negocio de la explotación reproductiva, esta semana, en pleno conflicto, una clínica ha implantado veinte embriones, la semana pasada quince”, denuncia Teresa Domínguez, integrante de Stop Vientres de Alquiler. Una situación que pone a las madres “en una situación inenarrable porque a su fragilidad se suma ser trasladadas por imposición de contrato. Son mujeres mayoritariamente muy pobres, de origen rural, con hijos propios siempre, en muchas ocasiones madres solas, y con cargas familiares extra como padres, hermanas, etc… Mucha gente depende del dinero de esa gestación. Se trasladan solas, sin familia, a pisos compartidos con otras embarazas y bajo control de la agencia”.

Por si esto fuera poco, la mafia reproductiva se entremezcla con la de la explotación sexual; en sus redes, los proxenetas alemanes están llegando a la frontera con Polonia para engañar a las mujeres que huyen de la guerra ofreciéndoles transporte y albergue gratis si los acompañan.

Medios de comunicación, cómplices de la esclavitud

Mientras todo esto sucede, el maquillaje que tanto periodistas como medios de comunicación están haciendo en el Estado español de la situación en Ucrania es cuanto menos grotesca. “Estamos asistiendo a un espectáculo dantesco centrado en los intereses de los compradores explotadores”

No debemos olvidar que los vientres de alquiler son explotación reproductiva de las mujeres. Es, por tanto, explotación sexual, lo que supone violencia y cosificación del cuerpo de la mujer, que es convertida en un medio para conseguir un fin. Es herida en su dignidad y utilizada como un instrumento y esto supone una violación de sus derechos humanos, empezando por el derecho de filiación; derecho de la salud materna y la autodeterminación sobre el propio cuerpo; derecho a la dignidad; derecho a la confidencialidad médica. Es una práctica absolutamente inhumana y degradante que nos convierte en esclavas. Los contratos de subrogación son contratos de esclavitud.

Exigimos la derogación de la instrucción de 5 de octubre de 2010, por la que se reconoce la filiación de los nacidos fuera del Estado español por vientres de alquiler, y anular la demanda como forma de protección a las mujeres; lo demás es hipocresía.

Mujeres Castellanas

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