El 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora

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Este 8 de marzo están surgiendo diferentes convocatorias en los actos centrales del Día de la mujer trabajadora. Lo que diferencia a unas de otras no es otra cosa que su agenda de reivindicaciones. La del Movimiento Feminista Abolicionista es la Agenda feminista.

 

Tras los avances innegables conseguidos en los últimos decenios, nos encontramos ahora ante amenazas inusitadas.

De un lado el crecimiento del fascismo representado por la entrada de Vox en la política y en las instituciones, y que ha hecho de su lucha contra el feminismo su bandera, con su oposición al aborto, a las políticas de igualdad, con la negación de la violencia hacia las mujeres y de las leyes de protección contra esta violencia, con expresiones como «feminazi», etc. Todo ello ha hecho aflorar a la luz pública el machismo más rancio entre sectores masculinos, sin ningún tipo de disimulo, con el apoyo de organizaciones dependientes de la Iglesia (desde el punto de vista ideológico tanto como desde el material, con sus muchos recursos). Lo estamos viendo constantemente en campañas de Hazte Oír, o recientemente contra el aborto.

Del otro lado ha nacido una especie de neopatriarcado que exacerba el individualismo y el egocentrismo. En aras de un supuesto ejercicio de libertad se alientan propuestas que no significan en realidad sino la mercantilización más exagerada del cuerpo de las mujeres: el alquiler de sus vientres, la regulación de la prostitución, el consumo sin control de pornografía y la promoción de todo tipo de valores y conductas que tan negativamente están afectando a las relaciones afectivo-sexuales de nuestra juventud. Bajo esa pseudo-diversidad mal entendida cabe todo, incluyendo la exclusión de las mujeres como sujetos políticos víctimas de desigualdades y de discriminaciones específicas por haber nacido mujeres… porque las mujeres seguimos siendo violadas, asesinadas, agredidas, menospreciadas, discriminadas, y un largo etcétera por haber nacido mujeres.

El patriarcado se detecta muy bien cuando se sirve del fundamentalismo, del fascismo o del conservadurismo, pero muy mal cuando adquiere caras más «amables» de modo estratégico. Actualmente estamos viendo que, si bien no faltan amenazas ultraconservadoras directas y preocupantes, no lo son menos las que aparecen como «Caballos de Troya». Estos son, por ejemplo, la teoría queer, el libre consentimiento, el regulacionismo de la prostitución o la legalización de los vientres de alquiler, aspectos presentados en los últimos tiempos como la última transgresión del feminismo, aunque jamás han pertenecido ni pertenecerán a su tradición ni a su vanguardia.

 

 

Simone de Beauvoir decía que había que estar siempre vigilantes porque la agenda feminista es frágil como el cristal. Hay que estarlo para que el testigo que implica esa agenda pase de generación en generación manteniendo y ampliando el imprescindible conocimiento de la realidad, los conceptos con los que se construye el discurso feminista y la historia de la lucha para dar soporte y conformar los derechos de las mujeres. Y vigilantes también para que los debates sobrevenidos, como el que está creando tanta polémica ahora, no perturben ni desdibujen los contenidos sustantivos de la agenda feminista: desde la violencia contra las mujeres, incluida por supuesto la prostitución, la pornografía o los vientres de alquiler, pasando por cualquier tipo de discriminación laboral, política, económica o social.

Este 8 de marzo convocamos bajo el título El feminismo es abolicionista, por los derechos de las mujeres y niñas«, un lema que reivindica la agenda feminista y que recoge una amplia batería de exigencias, muchas de las cuales venían quedando fuera de la agenda de reivindicaciones en las últimas convocatorias.

Recogemos el testigo de Josephine Butler (abolicionista inglesa nacida en 1886), que ponía énfasis en la responsabilidad de los varones como proveedores y compradores de la prostitución, sosteniendo además que no se debe castigar a las mujeres en situación de prostitución, ni sacarlas por la fuerza de esa situación, sino crear opciones dignas de salida (educación, empleo, salud, vivienda para ellas y sus hijas e hijos) y trabajar en la prevención, ya que la inmensa mayoría de las mujeres en situación de prostitución lo están por sus condiciones de vulnerabilidad (pobreza, marginación, desigualdad, falta de oportunidades, etc.). Por esta razón, desde Mujeres Castellanas nos unimos a la campaña “Señala al Putero” que la Plataforma Abolicionista de Valladolid, a la que pertenecemos, está desarrollando estos días.

Denunciamos la precariedad en la que vivimos 4.5 millones de personas en el Estado español viven en situación de pobreza severa; hombres y mujeres que no disponen de los recursos necesarios para cubrir las necesidades básicas. Cuando hablamos de pobreza severa hablamos de feminización de la pobreza: el 70% son mujeres, debido a la mayor precariedad en el mercado laboral, a la brecha salarial, al techo de cristal, a que tenemos peores trabajos, peor pagados, a que trabajamos en la economía sumergida, en puestos tradicionalmente asignados a las mujeres como son la limpieza y los cuidados, trabajos de pocas horas y mal pagados; además somos el 94% de las familias monoparentales.

Nos hablan de recuperación económica, pero no nos explican el aumento de la inflación ni de sus repercusiones sobre la carestía de la vida, ni de las repercusiones económicas de pertenecer a la OTAN y que con la guerra de Ucrania aumentan, que ya estamos viendo de forma brutal como afectan en la luz, la gasolina, los precios en los alimentos o resto de nuestras facturas, y que en las próximas semanas veremos como aumentan aún más, mientras plantean congelar los salarios. Este es el futuro que nos tienen programado: precariedad social, recortes en servicios públicos o su desmantelamiento, servicios como la sanidad, la educación, los servicios sociales; en definitiva, más pobreza, especialmente para las mujeres.

Hay reivindicaciones urgentes y significativas alrededor de la idea de justicia para nuestro sexo en función del contexto sociopolítico. El feminismo es internacionalista y no puede dejar de mirar a Afganistán o a Ucrania, por citar solo dos zonas donde las amenazas específicas contra las mujeres y niñas son muy graves ahora mismo. Denunciamos a los depredadores sexuales que se regodean públicamente en sus expectativas sobre la desgracia de las jóvenes en situaciones de conflicto que llenarán los burdeles de Europa.

Como dice Ana Pollán, el próximo 8 de marzo cada quien puede elegir la pancarta detrás de la que se coloca, pero es necesario ser consciente de los postulados que se apoyan. El feminismo no es un mercado en el que elegir lo que mejor te venga. Para ser feminista hay que cumplir férreas exigencias: ser abolicionista radical y rotunda del género, de la prostitución, de la pornografía y de la explotación reproductiva y no apuntalar ni aprovecharse de ningún privilegio patriarcal. Defender la completa y radical emancipación de las mujeres. Saber que las mujeres son oprimidas por su sexo, material e inmutable.

Frente a los conflictos que socavan las bases del movimiento de mujeres, el feminismo ha respondido con trabajo conceptual, tesón, organización y apoyo. La mayoría de las mujeres estamos más activas, más vigilantes, más participativas que nunca. Sabemos de la gravedad del momento presente. Y hemos conseguido abrir el debate al público general. “El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente».

Para defender el feminismo necesitamos organizaciones feministas, conocedoras de la historia feminista, de su agenda, del funcionamiento del sistema patriarcal y de todo lo necesario para abolirlo. Esto es, organizaciones feministas abolicionistas de la prostitución, de la pornografía, de la explotación reproductiva. Organizaciones que reivindiquen la socialización de las tareas “de cuidado” y liberación de las mujeres de su doble jornada. Organizaciones feministas que hagan frente a todas las violencias que sufrimos las mujeres en base a nuestro sexo y que no entregue las prioridades feministas al neoliberalismo queer, patriarcal y reaccionario. Organizaciones que se centren en la emancipación de las mujeres y en remover todos los obstáculos para que tengan, como sostiene Valcárcel, la mitad de todo.

La emancipación de las mujeres solo tiene un camino, el mismo desde hace más de tres siglos: feminismo abolicionista. Todo lo demás solo sirve para apretar nuestras cadenas.

¿Sigues teniendo dudas detrás de que pancarta colocarte?

8 Marzo: Convocatorias en Castilla

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