
Ante la ofensiva de la derechona: movilización, organización y unidad popular
El 18 de febrero publicamos un editorial en nuestra web con el título “2014, crisis de la Monarquía; 2016, crisis del PSOE; 2022, crisis del PP”. En él hacíamos unas cuantas previsiones basadas en el análisis, previsiones que consideramos se han cumplido en sus términos generales:
“En primer lugar, nos gustaría decir que obviamente los conflictos de fondo se encarnan en personas; pero si nos quedamos solo en esa perspectiva para interpretar los procesos, no se entenderá casi nada. El conflicto entre Ayuso y Casado/Egea es un auténtico conflicto de fondo (…) Vox es un grave problema para el PP, puesto que su existencia cuestiona la referencialidad político/electoral de este partido en la derecha social; y, por tanto, su hegemonía como gestor del poder y distribuidor de cargos institucionales, además del acceso a todo tipo de “mordidas”, que al fin y al cabo es el papel fundamental de los partidos políticos del Régimen en sus diferentes variantes. Mantener ese estatus es vital y no tienen un criterio unificado sobre cómo hacerlo (…) No tenemos bolas de cristal que nos informen sobre el futuro, pero sí capacidad para hacer análisis de las tendencias. Consideramos que en el PP va a terminar ganando la táctica de Ayuso (…)”
Hemos asistido -solo falta por ver los términos de la capitulación- a una “guerra relámpago” en el seno del PP. No esencialmente entre dos personas, como reiterábamos, sino entre dos concepciones sobre cómo abordar la situación desde esa estructura político-electoral. Y en ese terreno, el resultado estaba cantado.
Si hubiera sido una batalla entre personas, el proceso hubiera sido mucho más lento y complicado. Pablo Casado ha defendido en sus términos generales una línea de distanciamiento de Vox. Su actitud cuando ese partido presentó la moción de censura contra Pedro Sánchez fue quizás la más beligerante de entre todos los partidos de ámbito español en el Congreso. En las elecciones en Castilla y León, aunque con menos contundencia, defendió esa línea de pensamiento, que coexistió en la campaña con la de Ayuso, quien de forma desacomplejada afirmaba la necesidad de pactar con Vox. Casado actuó como “paladín contra la corrupción” en el seno de su partido, poniendo en cuestión uno de los principios esenciales que este tiene: que el acceso a los cargos públicos viene potencialmente acompañado del acceso a diferentes “mordidas”, en el nivel que a cada quien le corresponda. ¡Por ahí desde luego no estaban dispuestos a pasar! No deja de llamar la atención la ingenuidad del personaje.
Estos últimos días pusieron de manifiesto el “estilo de trabajo” en el seno del PP, algo que se podría hacer extensible a otros partidos del Régimen, y una cuestión que tiene mucha repercusión para el conjunto de la sociedad: el navajeo, la deslealtad -incluyendo la traición-, el asesinato político del contrincante, etc. Hemos podido ver en vivo y en directo todas las características que adornan a una organización mafiosa.

La concentración en las puertas de Génova del domingo 20, convocada “por redes sociales” y no comunicada a Delegación de Gobierno (es decir, ilegal según la doctrina elaborada por ese organismo y que se aplica contundente y reiteradamente a las movilizaciones de la izquierda), fue plenamente tolerada, y no se conoce que se haya identificado a ninguno/a de sus participantes para aplicarle las sanciones previstas por la Ley Mordaza. Para más inri, la concentración era una apología de la corrupción y en apoyo a una corrupta, cuyos trapicheos con su hermano están actualmente en manos de la Fiscalía Anticorrupción.
Es muy conveniente reflexionar a qué se debe la rápida resolución de este proceso y los factores que lo han precipitado, así como las expectativas que se abren a partir de ahora.
El PP, como sucede con cualquier otro observador/a que no pertenezca al ámbito más directo de las fuerzas que componen el Gobierno de Progreso/Coalición, sabe que este se encuentra más que quemado. Si sobreviven es porque no hay alternativa para reemplazarlo. Y de eso precisamente se trata, de construir esa alternativa a toda máquina. Esta pasa, electoralmente hablando, por un Gobierno del bloque de la derechona del Régimen, que incluya por supuesto a Vox. Lo dirán de una forma más o menos clara, pero esa es la idea. La Comunidad de Castilla y León va a ser el escenario del banco de pruebas para profundizar en ese proceso.
“No se puede perder más tiempo”, tal es la conciencia subjetiva en el PP, “y Pablo Casado no puede ser un freno a ello”.
La rápida incorporación de Feijóo a esa operación es síntoma de la solidez de esta. Feijóo no se hubiera incorporado si albergase dudas sobre esta cuestión. Simultáneamente, esa incorporación aporta una imagen de la que Ayuso carece: moderación y cierta comprensión de los problemas derivados de la “pluralidad” del Estado español. Feijoo está haciendo el recorrido de Fraga, pero en sentido contrario. Iremos viendo.
Una vez removidos los estorbos internos en el PP, mano a mano con Vox y los medios que les acompañan, estos impulsarán una fuerte campaña de derribo al Gobierno, en la línea del “Váyase, señor González”, pero a más. Y este Gobierno, débil desde el punto de vista parlamentario y social por el incumplimiento de todas sus promesas, tendrá apoyos muy limitados y probablemente no podrá resistir esa ofensiva durante mucho tiempo.
No hay otro camino que la lucha y la resistencia. No hay otro camino que poner en pie, que articular desde ya, un amplio movimiento popular en contra de ese proceso de involución en marcha. Pero este tendrá que tener una agenda propia y una línea autónoma de acción. Plegarse a una defensa del Gobierno de Coalición, sin más, es simplemente suicida.
Izquierda Castellana, 23 de febrero 2022