¿Por qué EEUU y el Reino Unido se empeñan en decir que Rusia invadirá Ucrania en las próximas semanas?

Mapa que muestra las bases de la OTAN en Europa y Asia. TeleSur
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¿Por qué EEUU y el Reino Unido se empeñan en decir que Rusia invadirá Ucrania en las próximas semanas?

Nos parece imprescindible iniciar este editorial con dos consideraciones generales que enmarcan el conjunto de la reflexión.

En primer lugar, hay que recordar el largo historial de provocaciones en base a absolutas falsedades de los EEUU para impulsar guerras cuando las necesitaban. Dos ejemplos bien conocidos son el caso del crucero Maine en el Puerto de la Habana en 1898 que les sirvió, después de una brutal campaña mediática, para desencadenar la guerra hispano-americana; un caso más reciente es el de las armas de destrucción masiva en Irak. La segunda consideración es que el imperialismo capitalista necesita la guerra: la guerra les resulta imprescindible en la actual coyuntura para intentar salir de la enorme crisis económico-social en la que están inmersos.

En una serie de artículos publicados en nuestra web en los años precedentes reflexionábamos sobre cómo la guerra era la única salida por la que el capitalismo imperialista podía optar para la solución de su gravísima crisis estructural, que se ha visto intensificada con la pandemia covid-19. Desgraciadamente, esas previsiones se están cumpliendo a rajatabla.

Preparando la Guerra – Izquierda Castellana (izca.net)

Preparando la guerra global como salida a la actual crisis socio-económica-sanitaria – Izquierda Castellana (izca.net)

LA PREPARACIÓN DE LA GUERRA GLOBAL EN EL PLANO MILITAR (II PARTE) – Izquierda Castellana (izca.net)

El incremento del riesgo de conflicto bélico, o que al menos los conflictos existentes de cualquier naturaleza acaben teniendo expresiones bélicas graves en la zona oriental de Europa, tiene una relación esencial y causal con lo que se plantea en esa reflexión.

Con la caída de la URSS, la OTAN y el imperialismo en general negociaron con Rusia una serie de cuestiones que iban encaminadas a garantizar, al menos formalmente, la más elemental seguridad geoestratégica de Rusia. Entre esas cuestiones estaba la no incorporación a la OTAN de países que anteriormente habían pertenecido al pacto de Varsovia y a la URSS. Ese pacto fue incumplido de forma sistemática por la propia OTAN y el imperialismo occidental, de tal manera que los llamados Países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) se incorporaron muy rápidamente a la OTAN. Por cierto, sería bueno recordar que en algunos de estos países (especialmente en Letonia) un porcentaje significativo de la población, de origen ruso, tiene impedido su acceso a las elecciones; curiosa forma de democracia que ejecuta un apartheid en relación con la población de origen ruso. También la República Checa, Eslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania y Bulgaria fueron entrando a la OTAN. Además de estos, ingresaron a la Alianza algunos países que formaban parte de la antigua República Federal de Yugoslavia.

Países europeos integrantes de la OTAN y su año de incorporación a la Alianza militar

A lo largo de los últimos años, Rusia se vio cercada en sus mismas fronteras por esta alianza político-militar. Rusia tiene una dura experiencia histórica de invasiones desde Europa occidental, que por cierto resultaron siempre un fracaso desde el punto de vista militar y político, pero supusieron gravísimos perjuicios y tragedias humanitarias para el pueblo ruso. Las más conocidas son la invasión napoleónica y más recientemente la invasión alemana de 1941, a través en buena medida de Ucrania.

Ucrania es un Estado complejo y con una identidad nacional también compleja. Es parte del origen de la nación rusa, pero también está muy influida por países de Europa occidental como Alemania y otros. Eso se refleja en el propio devenir de Ucrania y en sus cambios de alianzas geoestratégicas, que oscilan de forma aparentemente caprichosa y radical entre el Oriente europeo, Rusia y Europa occidental. Nada ocurre por casualidad.

Rusia propuso a EEUU y a la OTAN un documento con siete puntos que fuera la base no solo de un proceso de desescalada, sino un procedimiento para configurar un estatus de estabilidad a largo plazo en la zona. 

El día 26 de enero, de forma simultánea, el Secretario de Estado de los EEUU y el Secretario General de la OTAN dieron a conocer que tanto unos como otros rechazaban la esencia de la propuesta rusa y, por tanto, el proyecto de generar un proceso de estabilidad en la zona. Eso sí, de forma absolutamente paradójica, hacían un llamamiento a Rusia para que de forma unilateral llevase adelante una retirada de sus tropas en las zonas limítrofes con Ucrania (tropas que están dentro del ámbito territorial de Rusia, lo cual parece un auténtico escarnio).

Rusia nunca ha amenazado con invadir Ucrania, es más, ha negado reiteradamente tales intenciones. Ni ha amenazado ni parece probable, ni tan siquiera posible, que lleve tal operación adelante. Desde todos los puntos de vista tal cuestión parece absurda. Rusia lo que exige y busca con determinación es que Ucrania no se convierta en una base de potencial agresión hacia su país por parte de la OTAN en sus mismas puertas. Puertas que, como ya hemos comentado, fueron utilizadas históricamente para invadir su país.

Habitualmente, cuando se hacen reflexiones sobre la génesis de la guerra, se toma la experiencia de la I Guerra Mundial como referencia de la falta de racionalidad en el impulso a tales procesos. Si finalmente la situación en la que hemos entrado de lleno se transforma en un conflicto bélico, la génesis de este superará con creces al sinsentido racional y humanitario que condujo a la llamada Gran Guerra.

La primera víctima de las escaladas prebélicas, como es bien conocido, es la verdad. La manipulación mediática y la criminalización de Rusia y muy especialmente de Putin es espectacular. Tal cuestión venía ocurriendo desde hace años, pero en los últimos días alcanza niveles absolutamente grotescos. Putin no es un líder socialista, no cabe duda alguna. Los primeros que hacen tal consideración y le critican precisamente por esa circunstancia, la de no ser socialista, son el Partido Comunista Ruso (por cierto, segunda fuerza parlamentaria en ese país). Pero Putin -a diferencia de un Yeltsin abducido por el imperialismo yanki y por el alcohol, al que tanto añoran- es un patriota al que le preocupa el presente y futuro de su país, así como que este sea respetado. Tales cuestiones son totalmente ajenas a la cultura y sensibilidad hegemónica en nuestro país.

Es curioso cómo no se informa (o, si se hace, es con un carácter absolutamente marginal) de la situación social que se vive en Ucrania: un tremendo deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población y con dificultades para la supervivencia cotidiana, incluyendo la alimentación, precarización que se ha visto significativamente incrementada desde el año 2014. Tampoco se informa del malestar que esta situación está provocando en la población. Solo nos cuentan el «éxito» del impulso a las milicias de autodefensa ante una posible invasión de la que no hay proyecto concreto alguno. A pesar de ello, el Gobierno de Ucrania ha reiterado sus críticas a Biden por su insistencia en hablar de una invasión inminente por parte de Rusia.

La estrategia de la OTAN y del imperialismo pasa por construir un imaginario sobre una operación que no está sobre la mesa ni parece que vaya a estarlo por su incoherencia: una invasión rusa a Ucrania. De esa forma, la responsabilidad de los acontecimientos que puedan ocurrir en el inmediato futuro, desde el punto de vista propagandístico/mediático, recaerá sobre ese país y su gobernanza.

Lo que es seguro es que Rusia tomará decisiones político/militares en relación con el rechazo a sus proyectos para estabilizar y garantizar la paz a medio/largo plazo en la zona, pero en absoluto parece que estos discurran por la invasión, que sería desde luego un tremendo error para Rusia y de la cual obtendrían muchos más perjuicios que beneficios. El mantener una potente estructura defensiva en sus fronteras (las de Rusia con Ucrania) y la búsqueda de un papel más activo de países aliados, tal como es el caso de China, Cuba o Venezuela y otros, seguramente será un escenario más previsible y desde luego mucho más inteligente y con efectos más útiles en el sentido de lo que Rusia pretende resolver.

Buque para el transporte de gas licuado

Se habla en los medios y «tertulias» con muchísima superficialidad de los tremendos daños que le pueden ocasionar a la economía rusa si esta no obedece las exigencias de la OTAN y del imperialismo. Rusia tiene un mercado asegurado para la venta de su petróleo y gas en China (que ha tenido en el año 2021 un crecimiento cercano al 8% y, por tanto, necesita recursos para seguir alimentando su producción). Obviamente la limitación en los intercambios con Europa tendrá un cierto impacto, pero ni mucho menos será esa tragedia para Rusia que evocan. La política del imperialismo en la zona está siendo una auténtica oportunidad para las multinacionales de exportación de gas licuado. La llegada de este gas en buques a Europa de EEUU se ha multiplicado en los últimos meses, además de incrementar su precio espectacularmente.

Como siempre, quienes pagarán las consecuencias serán los Pueblos trabajadores de los países que se vean arrastrados a la guerra por sus dirigencias absolutamente antihumanas; de hecho, ya estamos pagando las consecuencias de esas aventuras que no tienen otro objetivo principal que el mantener los privilegios de la élite del capitalismo, una élite que en lo que llevamos de pandemia se ha enriquecido de forma absolutamente escandalosa a base del empobrecimiento de la mayoría de la población. Las clases populares de Ucrania serán las primera afectada por esa cuestión.

Algunos sectores vinculados a los países que están en la OTAN venían considerando que la clave hacia el futuro sería romper la alianza que se ha venido forjando estos últimos años entre Rusia y China. El poderío militar conjunto de ambos países es prácticamente invencible para el poderío militar del mundo occidental en una posible confrontación global. Obviamente, la posición que han expresado tanto la OTAN como los EEUU a través de su carta de respuesta a las propuestas de Rusia no parece que vaya en esa dirección; es lo que tiene el pensamiento débil e irracional que caracteriza en estos momentos al mundo occidental.

El Estado español nunca ha tenido una confrontación militar con Rusia. Muy al contrario, la URSS fue el único estado del continente euroasiático que adoptó una posición clara -y muy eficaz, por cierto- de apoyo a la República en la guerra contra el levantamiento fascista en el Estado español en 1936. No deberíamos los pueblos del Estado español olvidar esa cuestión. Por otra parte, las contribuciones del Estado español al bando de la OTAN nos hacen recordar la estrategia de la División Azul, impulsada por el franquismo al inicio de la invasión de la URSS por los ejércitos nazis, que fue una cooperación militar en toda regla, tratada después de una forma vergonzante por el Régimen, especialmente una vez finalizada la II Guerra Mundial.

Izquierda Castellana, 31 de enero de 2022

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