Cada vez peor

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Cada vez peor

A veces resulta difícil imaginarse un escenario peor que el que se está viviendo en un momento dado, pero con frecuencia la realidad supera a la ficción, tal como expresa el dicho popular.

La gestión de la pandemia Covid-19 en el Estado español ha sido francamente desastrosa, además de ser una de las más opacas. Desde sus inicios, a la actualidad.

Primero, allá por enero de 2020, sostuvieron una actitud negacionista en relación con la pandemia, afirmando que aquí no iba a llegar; después, en marzo del mismo año, tuvieron una actitud tremendista que les llevó a sacar al Ejército a la calle y a realizar regularmente ruedas de prensa con representación militar, policial y de la Guardia Civil, sin portavoces del mundo científico (por cierto, nunca se llegó a conocer la composición del teórico comité científico que asesoraba al Gobierno y tampoco se atendió nunca la demanda de un amplio grupo de científicos españoles que en dos cartas publicadas en The Lancet solicitaron al Gobierno hacer una evaluación de la gestión de la pandemia); posteriormente, hacia el final de la primavera del 2020, declararon con grandilocuencia que ya entrábamos en “la nueva normalidad”, confundiendo de forma grotesca lo que era el final de la primera ola con el final de la pandemia, que por supuesto aquí sigue. La última ocurrencia es la de “gripalizar” la pandemia Covid-19, como si a los virus se les pudieran imponer instrucciones mediáticas o administrativas. No es de extrañar que el Estado español sea uno de los países que más exceso de mortalidad ha tenido en la UE en relación con la Covid-19.

Se ha agitado la vacunación como una solución definitiva y global para la pandemia, cuando cualquier persona que sepa un poco de epidemiología conoce que a las pandemias se las vence con dos grandes tipos de medidas: las farmacológicas, entre las que juegan un papel principal las vacunas; y las no farmacológicas o de salud pública, es decir, las medidas de prevención: mascarillas, limitación de aforos y horarios, suspensión de eventos no controlables por su dimensión; aislamientos y cuarentenas estrictas; búsqueda activa y planificada de casos… Pero para impulsar esa línea de acción hay que tener claro que la prioridad es la vida y la salud de la población, y no el beneficio capitalista. Mientras casi un millón de personas se morían en la Unión Europea por la Covid-19 (917.983, según datos de la ECDC), la fortuna de los grandes capitalistas se disparaba de forma extraordinaria.

La última ocurrencia del Gobierno español, la de “gripalizar” la pandemia Covid-19, expresa de nuevo una mezcla de ignorancia y mala fe. Dejar los sistemas de información en relación con la pandemia Covid-19 en el modelo de “centros centinela”, que tradicionalmente se utiliza para la gripe y que consiste esencialmente en la existencia de un conjunto de sanitari@s establecidos en una pequeña red de centros de salud y otros servicios de salud, que tienen la tarea de detectar los primeros casos con sintomatología compatible con gripe, así como de tomar muestras para enviar a los centros de referencia en el Estado español, para que en ellos se estudien las características concretas de los virus que provocan la gripe estacional; con esto se consiguen dos cuestiones: informarse lo más precozmente del inicio de la temporada de gripe (que puede variar de unos años a otros en algunas semanas), un dato de gran interés desde el punto de vista de la planificación, así como de conocer si las características de los virus que la provocan en cada año se corresponden con los previstos y, por tanto, con las vacunas elaboradas. Obviamente tratar de aplicar esa metodología de trabajo a la pandemia Covid-19, cuando esta se encuentra en pleno apogeo (entre el 1 de diciembre de 2021 y el 11 de enero de 2022 se han registrado 2.281 fallecidos), es al menos la expresión de una mezcla de ignorancia e irresponsabilidad. Diversas voces del mundo científico, entre otras la OMS y la Agencia Europea del Medicamento, ya han expresado su rechazo a tales planteamientos, pero no hay que descartar que en las próximas semanas se vaya abriendo paso, teniendo en cuenta que esa línea de acción es del mayor interés para el capitalismo neoliberal y criminal.

La inflación versus carestía de la vida avanza a todo ritmo y desde el Gobierno y otras instancias, incluyendo los medios de comunicación, se insiste en hacer llamamientos para que no se demanden subidas salariales equivalentes a la pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación, porque ello generaría una espiral inflacionista. Ya no saben qué inventarse para que l@s pobres cada vez lo seamos más, y los ricos cada vez sean más ricos.

Esperamos, y en la medida de lo posible así contribuiremos a ello, que en la negociación de los convenios colectivos se exijan al menos subidas similares a la pérdida del poder adquisitivo de la población trabajadora. Según la Agencia Tributaria Española, la subida salarial entre 2007 y 2020 fue de un 10,2%, mientras que la inflación ascendió en un 20,3%. No parece que la desproporción entre ambos indicadores haya servido en absoluto para frenar la inflación.

Disturbios en Almaty, Kazajistán

En los pasados días, sobre una base real y legítima de descontento social, y ante una subida de precios de los carburantes, finalmente retirada, los impulsores de las “revoluciones de colores” intentaron llevar adelante en Kazajistán un proceso similar al Euro-Maidán en Ucrania. El rápido despliegue de las tropas de la OTSC, especialmente de las rusas, neutralizó ese nuevo intento de desestabilización de un estado soberano. Obviamente los problemas sociales y políticos en Kazajistán no se han resuelto con esa intervención militar, pero ha de ser la clase trabajadora de ese país la que los resuelva de forma soberana.

Las tensiones militares en la frontera oriental de Europa con Rusia van en aumento y no parece que haya una solución fácil. Rusia exige condiciones que garanticen su seguridad nacional (desmilitarización de armas ofensivas en la zona y no entrada de nuevos países de la región en la OTAN, especialmente Ucrania). La decadencia del proyecto de la UE hace que esta no esté presente en las conversaciones que se llevan al efecto, pero los EEUU ya han dicho, aunque sin mucha convicción, que las condiciones rusas no son aceptables. Veremos cómo evolucionan las cosas en los próximos meses.

El año 2022, en el que seguimos conmemorando el V Centenario de la Revolución Comunera, será un año crucial para avanzar en la construcción de un proyecto de unidad popular, de movimiento popular para Castilla, que con una agenda propia sepa dar pasos importantes para convertirse en una herramienta útil para la lucha.

Izquierda Castellana, 13 de enero de 2022

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