
Una gestión de la pandemia irresponsable y criminal
Desde el inicio, la gestión de la pandemia Covid-19 fue un auténtico desastre. Una auténtica marrullería, con el espectáculo añadido de los políticos profesionales, mercenarios del Régimen del 78, tirándose los trastos a la cabeza por puro postureo, sin entrar para nada en el fondo del asunto, por ignorancia, por incapacidad o por lo que es más probable, por una combinación de ambas cuestiones.
La primera explicación, una vez visto el desastre que negaron durante meses, es que nadie era consciente de la gravedad de lo que se venía encima. Esto es una total falsedad, pues muchos fueron los países que se tomaron completamente en serio desde sus inicios la pandemia; por poner algunos ejemplos, además de China o Vietnam, también Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Australia, Cuba… Actualmente siguen sin objetivos, sin planes, sin metodología de trabajo adecuada a la situación.
Cualquier persona o equipo medianamente familiarizado con el tema de las enfermedades infecciosas y las pandemias/epidemias sabe que la lucha contra estas es de una gran complejidad y que para ello es fundamental el estudio de experiencias humanas anteriores en este campo, así como el análisis concreto del proceso actual. Ante estas -las pandemias- hay al menos dos líneas de acción esenciales: la relacionada con medidas de prevención y control no farmacéuticas (aislamiento de casos, cuarentenas, investigación de contactos, confinamientos -lo que incluye desde las limitaciones de horarios y aforos hasta los cierres completos si estos son necesarios-, mascarillas, distancias de seguridad, otras medidas higiénicas…) y, por otro lado, una línea farmacológica en la que se incluyen las vacunas, en caso de haberlas, y aquellos medicamentos que tienen efectividad en la prevención de la transmisión o en el control de la enfermedad. La proporción en el uso de ambas líneas y otras complementarias viene determinada por la capacidad científicamente demostrada de las medidas farmacológicas y también de las NPI (no farmacológicas), aunque estas están históricamente avaladas y también durante la actual pandemia. Los países que han usado con rigor, planificación y de forma sostenida esas medidas son los que han obtenido mejores resultados. (Editorial anterior:Pretender que solo con vacunación se va a controlar la pandemia es una ensoñación y un crimen)

Aquí nada o casi nada de eso ha existido. La reunión del miércoles 22 de diciembre del Presidente del Gobierno español con los de las Comunidades Autónomas fue un auténtico fiasco; y la presentación de sus resultados en rueda de prensa por el Sr. Pedro Sánchez un puro ejercicio de charlatanería sobre un tema en el que evidenciaron su ignorancia de forma absoluta.
El Sr. Sánchez, después de tremendos tropiezos en sus previsiones iniciales, ha basado toda su estrategia desde hace más de un año en la vacunación y actualmente en la tercera dosis, cuando todos los estudios concluyen que la variante Ómicron, como también ocurría con la variante Delta en bastante medida, se trasmite entre gente vacunada, incluso entre quienes también tienen la tercera dosis; y que aunque la gravedad de la sintomatología hasta ahora no es tan intensa como con anteriores variantes, cada vez el porcentaje de personas ingresadas en UCI con la pauta vacunal completa es mayor. Es interesante señalar los resultados de un estudio realizado por el Imperial College de Londres:
«Un estudio del Imperial College de Londres publicado este miércoles muestra la clave: hasta un 40% de los casos de ómicron podrían ser en personas que ya han pasado la covid, frente al 8% de delta. Las dos variantes son muy contagiosas entre los no vacunados, pero ómicron además es capaz de infectar a muchas más personas que ya tienen buenas defensas, por eso parece menos grave»La razón por la que ómicron parece mucho más leve | | EL PAÍS (elpais.com)
Los datos de la pandemia a 22 de diciembre de 2021 a las 18h según el Ministerio de Sanidad, que reproducimos a continuación, son francamente preocupantes, pero parece que solo el Gobierno de Cataluña dentro del Estado español se los toma en serio y adopta medidas que apuntan en la dirección correcta.
A las 18h del 22/12/2021, el Ministerio de Sanidad en su informe nº. 528 comunica que en los 14 días anteriores se habían diagnosticado 372.111 casos y la IA (incidencia acumulada de casos diagnosticados/100.000 habitantes) también en los últimos 14 días era de 784,20. El pico del histograma que refleja los casos desde el 1 del 12 de 2020 hasta ahora es similar al existente antes de las fiestas navideñas del pasado año. ¿Hasta dónde se llegará este enero de 2022 sin tomar medidas de control desde el punto de vista de la salud pública? Desgraciadamente lo veremos en unas semanas. Ya sabemos perfectamente a quién hay que exigirle responsabilidades políticas y criminales por su pasividad ante la pandemia y, por tanto, por no evitar decenas o centenares de muertes.
Figura 1. Casos diarios confirmados de COVID-19 en España desde el 01.12.2020 a 21.12.2021 (datos consolidados a las 18:00 horas del 22.12.2021).

El número total de pacientes hospitalizados a día 21/12/2021 era de 7.732 y el número de camas de UCI ocupadas por pacientes de Covid-19 era de 1.466, lo que supone un porcentaje global de ocupación de camas por pacientes de Covid-19 del 15,77% pero con una distribución muy desigual según comunidades. Por ejemplo, en Aragón es del 19,55% y en el País Valenciano del 20,25%, mientras en Andalucía es del 7,22%, en Extremadura 2,07% y en Galicia 5,74%. El 21/12/2021 habían fallecido 251 personas en los últimos siete días.
El Gobierno Central simplemente se ha hecho «ayusista». Otros países, como es el caso de nuestro vecino Portugal, se están tomando en serio esta nueva ola pandémica; también los Países Bajos o Italia, por señalar algunos. Incluso Marruecos lo está haciendo con más rigor que aquí. Quizás hay que preguntarse por qué ocurre esto. En nuestra opinión, es la expresión de una ínfima calidad del Régimen español, de su debilidad extrema, tanto interna como externa; y de la presencia de una clase política mercenaria, exclusivamente preocupada por su supervivencia como tal, por el mantenimiento de su privilegios y prebendas. Juan Carlos I, el campechano, no es un elemento excepcional; en absoluto, es simplemente la norma, el ejemplo a seguir, aunque en ocasiones sea con disimulo.
Se morirán cientos de personas, quizás miles, que de haber una política sanitaria correcta no se morirían; pero esa política correcta requiere rigor y responsabilidad. Eso sí, nos siguen montando nuevos números del circo del postureo; en esta ocasión le toca de nuevo a Ayuso, por sus declaraciones sobre los profesionales sanitarios en Madrid. Desde luego declaraciones rechazables, condenables y desafortunadas, pero ahí no está el quid de la cuestión. Por desgracia, algunos colectivos que deberían centrarse en la defensa del Sistema Sanitario Público se dejan enredar en esas batallitas de salón.
Simplemente nos están matando.