
Pretender que solo con vacunación se va a controlar la pandemia es una ensoñación y un crimen
Una primera evaluación de la gestión a nivel global de la pandemia a dos años de su inicio
Llevamos casi dos años de pandemia Covid-19. Consideramos que hay ya datos objetivos suficientes, así como cierta perspectiva histórica, para hacer un primer balance general de la gestión de la pandemia. Para ello hay un hilo conductor principal: sus efectos sobre el conjunto de la humanidad y los muy diferentes impactos en los diversos territorios según el modelo sociopolítico existente en cada uno de ellos.
Una pandemia, por definición, es aquella epidemia que afecta de forma significativa a diversos países en el conjunto del mundo. De esa definición se deduce que tiene que haber una intervención global para su control; así ha ocurrido en otros momentos de la historia. Sin una intervención global, la pandemia seguirá su evolución natural de forma no controlada; aun en esas circunstancias, las pandemias tienen un principio y un final.
La famosa expedición marítima que partió de la Coruña en 1803 y en la que participó Isabel Zendal tenía como objetivo llevar la vacuna contra la viruela a la población de las aún extensas posesiones del Imperio español en América y Asia (Filipinas). Ese criterio de intervención global se mantuvo hasta que dicha enfermedad infecciosa se consideró erradicada en 1979, tras el gran impulso dado por Víktor Mijáilovich Zhdánov, viceministro de Salud de la URSS, y de la propia URSS con el apoyo de la OMS. Un proceso similar ocurrió con la polio, por poner otro ejemplo histórico de lucha contra las enfermedades infecciosas con potencial pandémico, aunque en esta ocasión desgraciadamente sin haber logrado su erradicación.
Hay que recordar que los virus, como organismos vivos que son, tienen una misión fundamental: su supervivencia; es decir, su reproducción. Para ello necesitan infectar células de otros seres vivos (son parasitarios), en este caso, preferentemente humanos. Las mutaciones no son casuales, son en lo fundamental un proceso de adaptación al medio para el mejor logro de su supervivencia. Este proceso es paralelo al que se viene dando desde hace décadas con otros gérmenes, especialmente las bacterias y los mecanismos cada vez más sofisticados que han desarrollado para resistir a los antibióticos. Ese proceso ha llevado a que se imponga el concepto de “uso racional de los antibióticos”. ¿Puede haber alguna interrelación entre las mutaciones del virus de la SARS-CoV2 y la planificación egoísta e irracional de la vacunación contra la Covid-19, que provoca brutales desigualdades entre los países ricos y pobres? Desde luego es plausible y no deja de ser de interés que las dos últimas variantes, con especial capacidad de infectividad, hayan aparecido en países con tasas bajas de vacunación (India y Sudáfrica), pero suficientemente significativas para poder influir potencialmente en los procesos de cambio del virus. Esas circunstancias crean condiciones, en principio favorables, para que tales procesos ocurran.
La combinación del uso de infradosis de antibióticos, asociado a su utilización indiscriminada, ayudó a generar las circunstancias favorables para el desarrollo de resistencias bacterianas. Parece de interés poner en marcha el concepto de “uso racional de las vacunas” contra la Covid-19, que entre otras cosas debería incluir una planificación de su uso global, es decir, una planificación no egoísta y avariciosa. Y no fundamentalmente por generosidad, sino por simple necesidad y racionalidad en la lucha contra la pandemia Covid-19. Por supuesto, sería también muy importante hacer una selección, previa evaluación, de aquellas vacunas más eficaces, dejando al margen los criterios ideológico-políticos. Esta evaluación tendría que hacerse por entidades públicas, no por empresas privadas y menos aún por aquellas directamente vinculadas a la producción de las propias vacunas.
Otra cuestión imprescindible es combinar de forma sistemática y continuada, no errática, la vacunación con medidas de salud pública, es decir, el uso continuo de intervenciones no farmacéuticas conjuntamente con los procesos de vacunación.
Parece obvio que con las actuales circunstancias de ascenso de la variante Ómicron, con tendencia a convertirse en la hegemónica, las intervenciones en salud pública deben situarse en un primer plano, al menos en nivel similar a las vacunas.
El Sistema capitalista resulta cada vez más incapaz de abordar cualquier proyecto beneficioso a nivel global para la humanidad; fundamentalmente interviene sobre los diversos dramas que van afectando al género humano solamente con la expectativa de obtener el mayor provecho económico de ellos. Esto ocurre porque las instituciones capitalistas cada vez están más condicionadas en su línea de acción por las grandes corporaciones, cuyo único objetivo es el beneficio inmediato.
Obviamente no somos antivacunas, todo lo contrario. Las vacunas han sido y son una herramienta muy eficaz e imprescindible para la lucha por el control y excepcionalmente para la erradicación de las enfermedades infecciosas. Pero a lo que estamos asistiendo ahora es a una descarnada, inmoral y acientífica escalada de promoción de productos farmacéuticos, de forma reiterada y sin fundamentación científica suficiente, que sí reportan espectaculares beneficios para las respectivas multinacionales del sector, especialmente Pfizer y Moderna, empresas que utilizan además parte de esos beneficios para engrasar redes de pseudoperiodistas y pseudocientíficos que jaleen sus líneas de acción.
Vamos a describir y analizar los datos más relevantes de la evolución de la pandemia, datos que se pueden contrastar en diversas fuentes científicas.
Es posible que los datos a nivel global no sean suficientemente rigurosos por la dificultad de los registros en diversos países, pero aquellos países que se presentan específicamente en la tabla anterior son fiables en lo fundamental. En ellos se puede comprobar cómo la tasa de mortalidad específica por Covid y por cada 1.000 habitantes es en China de 0,0032, es decir, 765 veces menor que en EEUU (2,44); en Cuba, la tasa de mortalidad específica es de 0,73, esto es, unas 3 veces menos que en EEUU; en Vietnam, esta tasa de mortalidad por cada mil habitantes es de 0,26, lo que es casi diez veces que en EEUU.
Como es bien conocido, China, Cuba o Vietnam son países con regímenes socialistas, y en todos ellos, muy especialmente en China, se han utilizado de forma muy intensa técnicas tradicionales de intervención en salud pública: uso de mascarilla, distancias de seguridad, ventilación, limitación de aforos y horarios en actividades públicas y privadas, rastreo de contactos, cuarentena y aislamiento de casos. Sin tomar esas medidas en serio, aunque alguna de ellas tenga efectos negativos sobre la economía, será imposible tener una intervención efectiva para el control de la pandemia. EEUU, Reino Unido, Estado español, etc., como también es bien conocido, son Estados que funcionan bajo un sistema capitalista y en ellos las medidas de salud pública han sido mucho menos enérgicas, no sostenidas en el tiempo y con objetivos muy limitados.
La ola pandémica asociada a la variante Delta aun está en ascenso en el Estado español, y ya han aparecido casos, de forma significativa, relacionados con la variante Ómicron, que según van confirmando los estudios realizados hasta ahora se extiende y multiplica de una manera superior a las variantes anteriores, incluyendo la Delta; además, las vacunas existentes parecen tener menor eficacia ante esa nueva variante. Se considera que en dos meses la variante Ómicron será la predominante en el Estado español. En síntesis, todo parece indicarnos que es imprescindible poner de nuevo en primer plano las medidas de salud pública que nunca deberían haberse dejado de lado y que ya señalamos en el párrafo anterior.
El 2 de diciembre, el British Medical Journal publicó una serie de 11 artículos en donde se describe y analiza las líneas de acción e intervención en China, que abarcan cuestiones conceptuales y prácticas, y que explican en buena medida el extraordinario éxito de la lucha contra el Covid-19 en ese país: China’s response to Covid-19 | The BMJ
Izquierda Castellana, 17 de diciembre de 2021