
La corrupción y el embrutecimiento sistemático como herramientas privilegiadas del Régimen del 78 y su Gobierno.
El Régimen y sus gobiernos, en cualquiera de sus variantes, han encontrado en el embrutecimiento intelectual y moral de la población, así como en la extensión de la corrupción a todas las áreas posibles, sus herramientas favoritas para reproducir la dominación del bloque dominante español en colaboración -aunque mejor deberíamos decir subordinación- con el capitalismo globalista. En ese frente, además de EEUU y la UE, tienen un papel de progresivo protagonismo el Reino Unido (especialmente en el plano militar) y Turquía (en relación con la estrategia intervencionista en Oriente, desde el Mediterráneo hasta Afganistán).
Es de interés reflexionar sobre cómo esos dos Estados se preocupan -sin salirse de la estrategia del imperialismo- por construir un estatus propio dotado de una cierta autonomía y de un peso específico cada vez mayor; en paralelo, el Estado español avanza sin pausa hacia un estatus de semicolonia del imperialismo occidental. El bloque dominante español es incapaz de abordar cualquier iniciativa a nivel internacional, tal es el nivel de su miseria política y el de sus gobernanzas mercenarias. Si eso no tuviera un profunda repercusión en las condiciones de vida de las clases trabajadoras y de los pueblos bajo jurisdicción de este Estado, no nos preocuparía, pero las tiene, y además de una forma muy intensa.
La lucha contra el militarismo y la guerra es un eje clave para el conjunto de la humanidad.
El Estado español ha ido cediendo al imperialismo toda la soberanía propia. Uno de los ejemplos más patéticos de ello fue el reconocimiento del delincuente Juan Guaidó como «Presidente legítimo» de Venezuela, a pesar de que no hubiera proceso democrático alguno que lo eligiera en su país para tal cosa; simplemente seguían las instrucciones imperiales. Esa cesión de soberanía solo pide una contrapartida: tener las manos libres para poder combatir a los movimientos soberanistas de los Pueblos del Estado español, como mejor convenga en cada momento, desde los GAL hasta la «compra» pura y dura de voluntades políticas, tal como están haciendo ahora en Cataluña con un sector del soberanismo. Por cierto, en esta cuestión queremos reafirmar nuestro pleno apoyo al derecho a la autodeterminación de Cataluña, pero de la misma forma expresamos nuestra rotunda oposición a que se compre con dinero público a aquellos sectores del soberanismo dispuestos a entrar en una nueva operación neopujolista; eso, por supuesto, también es corrupción.
Los pasados días hemos conocido que EEUU, Reino Unido y Australia han llegado a un acuerdo trilateral por el que los dos primeros países dotarán a Australia de 8 submarinos nucleares, en la estrategia de ir articulando la guerra global contra China.
Si echamos un vistazo a un mapamundi podemos comprobar la posición geoestratégica clara que Australia ocupa en un hipotético, cada vez más real, escenario de guerra contra China. Simultáneamente, Australia rompió un acuerdo comercial con Francia por el que este país iba a suministrar 12 submarinos de propulsión convencional, con lo que supone de chuleo a la UE. Imaginemos qué se estaría diciendo en los medios de comunicación y qué estaría ocurriendo en las cancillerías occidentales si China y Rusia hubieran decidido proveer a Cuba o a Venezuela de 8 submarinos nucleares.
La lucha contra la carestía de la vida es ya una cuestión de supervivencia para las clases trabajadoras.
Desde el Gobierno y sus medios afines nos están mareando con la subida de Salario Mínimo, que finalmente será de 15 euros al mes, es decir, 0,50 céntimos por día. A tal subida, que en ningún caso sirve ni tan siquiera para compensar la pérdida del poder adquisitivo por los efectos del alza del IPC general (que supone el 3,3%), se le ha rodeado de una épica que realmente es una parodia patética: que si la Ministra Calviño y la Patronal se oponen radicalmente a la subida de los 0,50 céntimos diarios; que si la Ministra de Trabajo, la heroína de tal conquista obrera histórica, se ha batido como una auténtica Juana de Arco para conseguir tal conquista… Vamos, que nos toman por imbéciles y, desde luego, hacen todo lo posible para que nos convirtamos en tal cosa: cuanta más estupidez y embrutecimiento, menor dignidad y capacidad de resistencia.
La carestía de la vida, que se comprueba cada día haciendo la compra o cada mes cuando llegan las facturas, es insoportable para las clases populares. El IPC general es un reflejo estadístico de esa dura realidad, tremendamente edulcorado. A pesar de ello, según Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros), el IPC superará el 4% en 2021, pudiendo alcanzar hasta el 4,5%.
La lucha contra la deshumanización, la barbarie y la irracionalidad, impuestas al servicio del poder, es también un eje fundamental.

Estos días han aparecido en los medios un conjunto de datos muy expresivos del deterioro cultural e intelectual en el Estado español. El número de jóvenes que ni estudian ni trabajan alcanzó el 22% en 2021, porcentaje solo superado en Europa por Italia. Según el estudio «Education at a Glance 2021» publicado por la OCDE, España es el país con la mayor tasa de repetidores, que cuadriplica a la media de la UE y triplica a la de la propia OCDE en la Enseñanza Secundaria Obligatoria. Obviamente no es un fracaso de los jóvenes, es un fracaso del Sistema. El Ministerio del ramo para resolver tal cuestión ha encontrado una genial «alternativa»: que no se repita curso, aunque haya numerosos suspensos y, por tanto, se eliminen los exámenes de recuperación. Por cierto, es un dato destacable el hecho de que el 70,2% de los repetidores sean varones. En vez de analizar y reflexionar para buscar soluciones a esta tremenda situación, se ofrecen alternativas tan «mágicas» como dramáticas: cuanta menos formación, más embrutecimiento; y cuanto más embrutecimiento, más facilidades para que reproduzcan en el tiempo su sistema de dominación.
Algunos “pensadores” al servicio del Sistema consideran que es el momento de “alimentar” a las clases populares, especialmente a “los excedentes”, a base de drogas y videojuegos. Este planteamiento no presenta ninguna novedad de fondo; se viene utilizando por el capitalismo de forma sistemática y reiterada, muy especialmente en épocas de crisis como en la que nos hallamos inmers@s. La lucha por la dignidad humana y por la racionalidad es una cuestión clave para el auténtico progreso.
Izquierda Castellana, 17 de septiembre de 2021