
Otra necesidad imprescindible es que exista una organización con capacidad de construir un proyecto alternativo al del bloque dominante. No es una tarea sencilla, pero es plenamente factible. El bloque dominante tiene un amplísimo arsenal de recursos para intentar frenar tal cuestión. El más evidente y explícito es la represión policial/judicial directa, pero tienen muchos otros, que son puestos en práctica de forma habitual pero que, en circunstancias de agudización de las contradicciones -tal como ocurre actualmente-, son intensificados de forma grosera. Nos estamos refiriendo desde luego a la manipulación mediática, el pan nuestro de cada día en este país, pero también a la construcción de «falsas trincheras» o líneas de acción que no tienen más finalidad que generar confusión y división entre el pueblo trabajador.
En las pasadas elecciones autonómicas de Madrid tuvimos claras expresiones de tal cuestión, especialmente de la mano de Pablo Iglesias y que ya denunciamos en nuestros editoriales del momento, pero que vamos a rescatar por su interés al relato general.
Después de intentar impedir la concentración antifascista en la Plaza Roja de Vallekas, ante la provocación de Vox, salieron con su artificial y no creíble «alerta antifascista» como una maniobra estrictamente electoralista. Por cierto, ¿qué se sabe de las cartas-balas? Ya posteriormente desde el llamado «Ministerio de Igualdad» se impulsa un anteproyecto de ley, conocido como Ley trans, que no solo no es útil para ese sector marginado de la población, sino que es una auténtica agresión al movimiento feminista y, por tanto, al conjunto de las mujeres, tal como también denunciamos en nuestra editorial del 2 de julio.
Desgraciadamente muy pocos días después de la presentación de ese anteproyecto de Ley un joven gay era víctima de un asesinato homófobo y fascista en A Coruña. La actitud del Gobierno fue la de reprimir brutalmente la manifestación de protesta que hubo en Madrid para denunciar lo ocurrido en sus justos términos; el silencio, cuando no la complicidad institucional con ese crimen, fue generalizado. Con cuestiones como ese anteproyecto de ley buscan la división en el movimiento popular en lo político y el impulso al irracionalismo y al ultraindividualismo/ultraliberalismo en lo ideológico, con una finalidad común: debilitar al movimiento popular transformador.
A todas estas maniobras hay que estar atent@s desde la albañilería del movimiento popular para dar las respuestas adecuadas y de forma que sea comprensible para la mayoría de la gente.
El movimiento popular, sus núcleos más organizados y conscientes, tienen que desarrollar una amplia perspectiva histórica para poder construir y llevar exitosamente adelante sus proyectos de cambio. La Reacción desde luego cuenta con perspectiva histórica, lo que se traduce en una importante superioridad estratégica para ellos cuando desde la lucha popular no se opera con semejante visión y criterio. Esta reflexión nos sirve para enlazar con uno de los escenarios más «calientes» y de mayor actualidad en estos momentos, como es la situación de intento de desestabilización imperialista en el Caribe: Venezuela, Cuba y Haití. Las dos primeras, para destruir los procesos de carácter antiimperialista y prosocialista que soberanamente desarrollan; y en el caso de Haití, para impedir cualquier acercamiento, por limitado que este sea, a una cierta normalización institucional.
Biden no es mejor que Trump
Biden esa «gran esperanza» para los imbéciles progres del mundo mundial está demostrando ser más agresivo y peligroso para la estabilidad global que su predecesor.
Biden es un impulsor neto y sin complejos de una política guerrerista y militarista a nivel internacional y todos los pasos que viene dando desde su toma de posesión van orientados en esa dirección. Biden y su administración tienen como hipótesis más probable a medio plazo la de un conflicto bélico global para el que sin duda se están preparando. La retirada de tropas de Afganistán significa simplemente renunciar a un escenario que les tiene poco interés en esta coyuntura, pero sí que les distrae recursos. Sin embargo, la no retirada de tropas de Alemania, cuestión que tenía proyectada Trump, sí que tiene un gran interés en la perspectiva señalada. Por supuesto, Europa y Alemania están llamadas a tener un papel principal en ese potencial conflicto.
El imperialismo yanki pretende liquidar a las bravas cualquier elemento que en su ámbito territorial -y el Caribe así lo consideran- les suponga el menor resquicio de debilidad, todo ello dentro de la perspectiva de confrontación global en la que están instalados.
¿Por qué parece que han aflojado algo en Venezuela y aprietan bestialmente en Cuba? Saben muy bien que Cuba es un país clave en el sostenimiento de cualquier proyecto antiimperialista y progresista en América Latina y el Caribe. Cuba no es precisamente un «Estado fallido», como ha dicho Biden en su rueda de prensa conjunta con Merkel en la Casa Blanca el jueves día 15 de julio. No, saben muy bien que Cuba es un Estado soberano exitoso, obviamente con muchos problemas que ellos mismos se encargan de generar manteniendo el bloqueo durante décadas. Pero a pesar de ello Cuba tiene los mejores indicadores de bienestar social y de vida de toda su región geográfica. Simultáneamente presentan un «gran defecto» para el imperialismo yanqui: son un país soberano que no quiere ser una colonia y, aun por encima, son socialistas. Es curioso comprobar cómo el Régimen del 78 tiene una posición más miserable e indigna hacia Cuba que la que tenía el propio Régimen franquista.
Lo que Haití nos enseña sobre Cuba
Entre Haití y Cuba hay un importante hilo conductor histórico sobre el que es de mucho interés reflexionar, precisamente por lo que decíamos de la imprescindible necesidad de tener perspectiva histórica sobre lo que ocurre en cada momento.
Haití es uno de los dos países que ocupan «la Española», la isla caribeña a la que llegó Colón en 1492, y que pasó a depender del Imperio francés. La República Dominicana, el otro estado existente en la isla, siguió bajo dominio del imperialismo español hasta su independencia en 1844.
Después de EEUU, Haití fue la primera colonia americana que consiguió la independencia (proclamada el 1 de enero de 1804). Previamente l@s haitian@s libraron una guerra contra el ejército imperial francés. De las tropas francesas, que sumaban unos 55.000 soldados capitaneados por algunos de los generales más ilustres de Napoleón, solo regresaron a Francia unos 10.000. Una buena parte de los 45.000 fallecidos fueron víctima de las enfermedades. Pero Haití no solo consiguió la independencia de Francia cuando esta se hallaba en uno de sus momentos de mayor esplendor imperial, sino que ese proceso fue llevado adelante por esclavos y esclavas que abolieron ese régimen laboral y de vida -la esclavitud- que tan útil fue al capitalismo de la época. Y no solo eso, sino que, ante un último levantamiento de la minoría blanca francesa para restaurar el anterior estatus, este fue derrotado con grandes pérdidas, de 3.000 a 5.000 personas, entre febrero y abril de 1804.
La abolición de la esclavitud en Haití supone además un durísimo golpe al negocio/mercadería del tráfico de esclavos a nivel internacional. Francia, el imperio francés, como venganza a las humillantes derrotas padecidas, puso en marcha lo que podríamos denominar el primer bloqueo imperialista en América, negándose no solo a comprar el azúcar haitiano, principal bien en cuanto a su producción y exportación (y por tanto clave en su economía), sino que indujeron a que todos los países europeos siguieran la misma pauta, arruinando en muy buena medida la economía del país. Ya en 1915 los yanquis invadieron directamente Haití y se quedaron hasta 1934; a partir de ese momento se fueron sucediendo gobiernos-títere o dictatoriales, hasta llegar a los gobiernos brutalmente criminales de los Duvalier, padre e hijo, que ocuparon el poder desde 1956 hasta 1986. Los yanquis no permiten que crezca la hierba en Haití: en cuanto hay unas pocas briznas van a por ellas. El modelo de Haití es en lo esencial el modelo que les encantaría para Cuba.
Cuba, como decíamos, no solo dejó de ser colonia yanqui con la revolución soberanista encabezada por el Movimiento 26 de Julio, sino que abrazó la causa del socialismo. Si a Haití no le perdonaron y siguen sin perdonarle la independencia y la abolición de la esclavitud, a Cuba no le van a perdonar su independencia y la construcción del socialismo. Pero ahí está el gran error del imperialismo yanqui: el socialismo fortalece la soberanía de los pueblos y constituye la garantía de su independencia estratégica. Esto lo entiende la mayoría del pueblo cubano, que tiene un sentimiento nacional. Ello se está comprobando y se seguirá haciendo en los próximos tiempos.
Unas breves reflexiones sobre la situación política en el Estado español.
Hace muy pocos días el Sr. Sánchez anunciaba su nuevo Gobierno, el tercero en tres años; es decir, a gobierno por año. Este Gobierno ha tenido más desgaste en una semana que algunos en varios años. Pedro Sánchez ha presentado a su nuevo Gobierno como más fuerte que el anterior; ¿qué hay de verdad en ello? En primer lugar, que en tres años haya habido tres gobiernos no es precisamente una expresión de fortaleza. Pero vayamos con aspectos más cualitativos. Un indicador claro de la ausencia de fortaleza institucional del Gobierno español es su actitud en relación con el Sáhara, excolonia española y territorio sobre el que el Estado español según el derecho internacional mantiene una gran responsabilidad en lo relativo a la solución de su situación. Se puede comparar la actitud española con la de Portugal durante la descolonización de Timor Este, controlado por Indonesia de similar manera a lo que el reino alauita marroquí hace sobre el Sáhara. Le faltó tiempo a Sánchez para entregar en bandeja de plata, a modo de pleitesía, la cabeza de la Ministra de Asuntos Exteriores que había osado dar asilo humanitario al líder del Frente Polisario.
En su conjunto el nuevo Gobierno es más débil y manejable ante las exigencias del capitalismo europeo, la reacción española y el militarismo yanqui, incluyendo la servidumbre a los lobbies del capitalismo ultraliberal que impulsan el movimiento queer, la prostitución, los vientres de alquiler, etc. Y no es precisamente que el anterior fuera para tirar cohetes.
El Tribunal Constitucional ha dictado sentencia, que se ha filtrado parcialmente, en relación con la conculcación de los derechos civiles durante el Estado de Alarma en la primavera de 2020, algo que en su momento denunciamos desde el movimiento comunero y la Coordinadora 25-S y por lo que convocamos diversas manifestaciones en Madrid y otras ciudades castellanas. Obviamente el Tribunal Constitucional no dicta su sentencia guiándose por consideraciones progresistas, pero es bueno que el Gobierno de Pedro Sánchez y lo que este representa comprenda ya que el poder institucional del Régimen del 78, una vez le han sacado la mayoría del jugo que pueden y su ciclo llega a su fin, no van a tener miramiento alguno con él.
Izquierda Castellana, 16 de julio de 2021.