El cuento de la criada del siglo XXl

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En el siglo XXI, si bien la situación de la mujer está mejorando en algunos aspectos, también está experimentando muchos obstáculos e incluso retrocesos. Las medidas políticas y legislativas no han logrado socavar esas desigualdades estructurales que se siguen alimentando de normas y representaciones sexistas presentes en todas las sociedades, en todas las categorías sociales. Se siguen practicando numerosas prácticas nocivas contra las mujeres y las niñas con el fin de controlar sus cuerpos y sus vidas para mantener a las mujeres en posiciones sociales, económicas y políticas de inferioridad y para explotar su capacidad reproductiva y su trabajo.

La instrumentalización de las niñas y de las mujeres ha permitido crear mercados en los que ellas son la materia prima. Los vientres de alquiler, que surgen con el desarrollo de la reproducción asistida, es ahora un mercado basado en la utilización de mujeres basada en clichés sexistas y misóginos. Una práctica que se basa en la representación patriarcal de las mujeres y sus cuerpos como fragmentados y fragmentadles, y en la explotación de la capacidad reproductiva de las mujeres en nombre de los prejuicios de género que operan en su contra, incluyendo su supuesto deseo innato de darse a los demás y su sentido del sacrificio. De este modo, los vientres de alquiler refuerzan y consolidan las normas y representaciones de género que subyacen en las históricas desigualdades estructurales entre mujeres y hombres.

Lejos de ser sólo un acto individual, esta práctica social es realizada por empresas de reproducción humana asistida, en un sistema organizado de producción que incluye clínicas, profesionales de la Medicina y del Derecho, agencias intermediarias… Todo un sistema que necesita mujeres como medio de producción y sus cuerpos como yacimiento de materias primas, de manera que el embarazo y el parto se convierten en procesos funcionales con valor de uso y valor de mercado en un mundo en el que la mercantilización del cuerpo humano se ha globalizado. El cuerpo de las mujeres es considerado un mero recurso para la industria y los mercados de la reproducción. Los vientres de alquiler convierten a la niña y al niño recién nacidos en un producto con valor de cambio, anulando la distinción entre persona y cosa. El respeto del cuerpo humano y la igualdad entre mujeres y hombres deben prevalecer sobre los intereses particulares. Para combatir estas inaceptables desigualdades y promover la igualdad entre mujeres y hombres, es urgente erradicar esta práctica.

 

 

EXIGIMOS LA DEROGACIÓN DE LA INSTRUCCIÓN de 5 de OCTUBRE, ilegalizar, perseguir y cerrar las agencias mediadoras y penalizar a quienes acuden a estas prácticas

 

 

Seguimos con la campaña contra los vientres de alquiler, comparte y difunde.

 

 

Malva (Mujeres Abolicionistas Libres de Valladolid)

 

 

 

 

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