1º de Mayo: Es la hora del movimiento obrero castellano

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La crisis financiera y estructural del capitalismo, que se expresa muy dramáticamente a partir del año 2007, no solo no se ha resuelto, sino que con la aparición de la pandemia de Covid-19 se ha agudizado y extendido gravemente, imponiendo una profundización drástica en el modelo socioeconómico neoliberal. Están utilizando descaradamente esta -la pandemia- como un argumento represivo que les permita implementar una brutal involución en los derechos laborales, políticos y sociales, perjudiciales para las clases trabajadoras, los pueblos y especialmente para las mujeres. El futuro que nos tienen programado pasa por una mayor precariedad social, más recortes en servicios públicos -cuando no directamente su desmantelamiento-, más involución autoritaria… en síntesis, más sufrimiento para la mayoría de la población con un único objetivo: mantener las condiciones de vida de una minoría parasitaria, minoría que incluye a significativos sectores de las instituciones, a las que necesitan para reproducir su régimen de dominación y explotación. Esto sucede con un Gobierno, presuntamente de izquierdas, que ha incumplido sus promesas electorales: ni derogación de la Ley Mordaza, ni de las Reformas Laborales, etc. Y aún por encima, reprimen a las movilizaciones progresistas y autorizan o dan cobertura a las fascistas.  

El marco de la pandemia es utilizado por el Sistema para viralizar, expandir y profundizar las políticas de precarización laboral que vienen pregonando e implementando de facto desde hace años, buscando barrer bajo la alfombra los logros de las luchas obreras. La UE está demostrando su plena decadencia e incapacidad para gestionar algo que en principio no debería tener mayores dificultades para una superpotencia económica, tal como es el plan de vacunación. En la UE se resisten por motivos puramente ideológicos y propagandísticos a poner en marcha el uso de las vacunas china y rusa; y, por supuesto, desde el Estado español se siguen a pies juntillas las directrices de los amos. El control de la pandemia sería muy diferente si se nacionalizaran los laboratorios y la investigación médica, como en el caso de Cuba.

Las clases populares hemos sufrido las peores consecuencias de la pandemia. El aparato administrativo del Estado y de las entidades autonómicas funciona cada vez menos y peor. Lo estamos comprobando con el SEPE, que ha claudicado casi plenamente después de su ya total ineficiencia en la gestión de los ERTEs, o en el Ingreso Mínimo Vital. Tenemos un modelo productivo obsoleto que se asienta en dos sectores principales con escaso valor añadido: la construcción y el turismo (íntimamente ligado a la hostelería, la restauración y los servicios), de los que dependen millones de trabajadoras/es y familias, en buena medida atrapadas en la economía sumergida. En el año 2020, a pesar de la disminución de la actividad laboral, hubo 780 fallecidos en accidentes laborales, casi un 2% más que en 2019. Actualmente el paro alcanza a más de 4 millones de trabajadores/as, con miles de familias que no tienen ningún ingreso en sus hogares. La ocupación entre las mujeres sigue siendo un 12,4% menor que la de los hombres; el desempleo ha crecido más del doble con respecto al masculino, siendo el país de Europa donde más ha crecido el paro femenino; todo ello genera un escenario propicio para disparar el riesgo de exclusión social y la feminización de la pobreza. La juventud está soportando un paro de más del 40%; les están robando el futuro, sin perspectivas de emancipación y de una vida digna. Todo ello está provocando grandes bolsas de pobreza, que se visibilizan en largas colas del hambre.

Aprovechándose de la crisis sanitaria están poniendo en marcha un nuevo modelo económico, la uberización, que responde a un modelo de capitalismo financiero aún más depredador, un modelo económico que pretende perpetuar y profundizar la precariedad como forma de vida de las clases populares, sin responsabilidad en materia de consumidores, sin pagar impuestos. La uberización genera políticas de monopolio en sectores estratégicos: el transporte, la logística o la vivienda, donde los fondos buitre juegan un papel protagonista. No pensemos que la industria o el campo van a quedar excluidos de este modelo económico y que está solo pensado para los jóvenes que reparten en bicicleta, estaríamos muy equivocados/as. El modelo de relaciones laborales basado en el contrato de cero horas que se ha implementado en el Reino Unido es la punta de lanza del mismo modelo económico. No hay ningún sector económico que quede al margen, porque asistimos a la imposición de un nuevo modelo supeditado al poder financiero de las corporaciones transnacionales que dejan a los y las trabajadoras en condiciones pésimas: ingresos que no cubren las necesidades básicas de una persona, mucho menos de una familia; contratos de trabajo temporales; jornadas de trabajo de larga duración sin estar dado de alta en la seguridad social, etc. Esta forma de contratación se puede comparar al mercado de los estibadores en el siglo XIX, cuando estos esperaban en los puertos a que alguien los contratara.

Otro ejemplo del nuevo modelo económico que nos quieren vender es el “teletrabajo”. Este no supone ningún avance, y reconecta con las condiciones laborales del capitalismo más arcaico, eso sí, con nuevas tecnologías. El teletrabajo en buena medida supone volver a la autoexplotación entre cuatro paredes, al trabajo en solitario, con un control estricto de la producción, y todo sin poder compartir o socializar las vivencias y problemas con otros/as compañeras/os.

Frente a este panorama tenemos la necesidad y la obligación de unir fuerzas para hacer que cambien las cosas. Si la clase obrera no da la batalla esto no cambiará; recuperar la calle es el único camino.  En este 1º de Mayo, Día Internacional de la Clase Trabajadora, decimos alto y claro que es la hora del movimiento obrero castellano.

Nuestra gente, nuestra clase obrera, necesita un amplio movimiento político, obrero, feminista, juvenil que acabe con la dependencia económica, política y cultural de nuestro pueblo castellano; no podemos olvidar que Castilla está llena de barrios y municipios con un fortísimo espíritu de lucha y de resistencia. Es hora de recoger ese espíritu, de unir fuerzas, es hora de construir una herramienta útil para la defensa de nuestros derechos, es hora de construir sindicalismo como defensa de nuestra clase obrera y como herramienta de lucha ante los ataques que sufrimos. Es hora de construir un gran movimiento obrero en Castilla.

Un movimiento obrero con unos objetivos vitales: defender y asegurar los servicios públicos frente a la codicia de la privatización; una sanidad pública y de calidad; la nacionalización de los servicios estratégicos; condenamos la contratación de empresas privadas para la gestión de los ERTES, cuyos beneficios saldrán de las arcas públicas, sin agencias privadas de contratación; la defensa de un salario y unas pensiones para vivir dignamente; acabar con la división sexual del trabajo que nos condena a las mujeres a la precariedad, la discriminación laboral y los trabajos peor pagados; por la recuperación y defensa del sector primario y secundario, que son fundamentales para la economía de nuestro pueblo; por la derogación de las Reformas Laborales; por un Sistema Público de Pensiones, basado en los principios esenciales de universalidad, suficiencia y equidad, rechazando cualquier intento de privatización de las estas. En definitiva, por un trabajo digno y con derechos para todas y todos. Un movimiento obrero que luche por un cambio de Régimen; un movimiento obrero que defienda a la clase trabajadora de nuestro pueblo.

¡Viva el 1º de Mayo!

¡Viva la Clase Obrera!

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