Crónica de Villalar 2021 (Iª parte) e intervención de Izquierda Castellana en el Monolito

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Crónica de Villalar 2021 (Iª parte)

Decíamos en nuestro anterior editorial que el 500 aniversario de la Revolución Comunera no iba a ser un simple recordatorio simbólico con un contenido esencialmente litúrgico, es decir, vacío de contenido y vida revolucionaria.

Por supuesto que las fuerzas que hoy representan la continuidad con los que defendieron en aquel entonces los intereses de los imperiales (del imperialismo contra el proyecto nacional-popular castellano que la Revolución comunera encarnaba) están intentando que tal cosa ocurra, pero la celebración de Villalar 2021 ha puesto de manifiesto que ese intento está condenado al fracaso. L@s comuner@s del siglo XXI estamos decidid@s a que el V Centenario suponga el impulso definitivo a los objetivos de la Revolución comunera del siglo XVI: la soberanía política y la independencia económica para nuestro pueblo.

En este 23 de abril en Villalar, a pesar de la pandemia, quedó nítidamente expresado que nuestro pueblo tiene alternativas para salir de la dependencia política y de la subordinación económica a la que está sometida por el Estado español y la Unión Europea, así como la existencia de gentes organizadas y preparadas para materializar esas alternativas.

El movimiento comunero del siglo XXI había convocado diversas actividades en Villalar este 23 de abril:

– Marcha y homenaje al ejército comunero
– Ofrenda floral y acto político en el monolito
– Presentación de la Fundación Doris Benegas
– Comida de fraternidad en la campa, con la actuación de Salvador Amor (Rojo Cancionero), realización de un mural y juegos populares

Todas esas actividades fueron un éxito y llenaron de vida las calles y campas de Villalar. La militancia comunera, muy especialmente l@s jóvenes, pusieron de manifiesto el alto grado de compromiso que tienen con el futuro de nuestro pueblo y con sus clases trabajadoras.

En el libro de Miguel Martínez, titulado «Los Comuneros. El rayo y la semilla (1520-1521)» se recoge en la página 60 un episodio que, siendo imaginario, representa fielmente la subjetividad del momento, cuando el miedo cambió de bando (otoño de 1520):

«Andaba por la ronda en la ordenanza de un capitán, y porque no le entendí cuando me dije que calase la pica, llamóme cabrón […]. Yo, señor, no tenía culpa, porque cuando él me dijo ‘cala esa pica’, como no entiendo bien este lenguaje de guerra en verdad que pensé que decía ‘caga esa pica’. Y este ardid de guerra hiciéralo yo de muy buena gana, porque tenía gran miedo; que nos habían dicho que a media legua llegaba ya todo el ejército de la Junta con tres culebrinas gruesas y un cañón pedrero y un obispo de Zamora y otros diez tiros medianos […]. Plugo a Dios que fue todo mentira, y así escapamos aquella noche de tan gran peligro».

En los próximos días iremos subiendo el resto de intervenciones y más material gráfico de la jornada.

Intervención de Izquierda Castellana en el acto político y la ofrenda floral:

Compañeros y compañeras,

Decía Gramsci que una crisis histórica ocurre cuando hay algo que está muriendo, pero no termina de morir, y al mismo tiempo hay algo que está naciendo, pero no acaba de nacer. En esa coyuntura se presenta una crisis orgánica, total, civilizatoria. Pues bien, ese es el contexto en que nos encontramos inmersos, a nivel global, pero también y muy especialmente en los pueblos bajo jurisdicción del Estado español. Y en esta encrucijada histórica en que nos hallamos, salgamos finalmente por el camino que salgamos, las estructuras sociales, económicas y culturales, la correlación de fuerzas entre los bloques geopolíticos, no volverán a ser las mismas de antes, ni tan siquiera similares a las que existían hace poco más de un año, antes de la pandemia. Debemos desterrar la idea de la vieja normalidad, no habrá tal cosa, ni tan siquiera es deseable. Habrá o bien un endurecimiento de las condiciones de vida, mayor precariedad, uberización económica, explotación, represión y miseria, o bien una reconfiguración del mundo en clave progresista. En pocas palabras, habrá una prolongación del capitalismo podrido o habrá soberanía económica y avances en la construcción del socialismo. Ese es el lienzo en blanco del futuro, las páginas que nos corresponde escribir.

Esa crisis histórica afecta desde hace algunos años al Estado español y a su Régimen, con la Monarquía postfranquista a la cabeza. Prolongará el Régimen sus días como un enfermo terminal, solo hasta el momento en que el movimiento popular sea lo suficientemente sólido, capaz, inteligente y esté lo suficientemente organizado como para superar a sus aparatos judiciales, mediáticos, financieros, políticos y policiales a través de la República popular y de un proyecto de justicia social para las mayorías. Como hemos dicho muchas veces, pese a sus gravísimas debilidades, el Régimen no se vendrá abajo solo, habrá que vencerlo. Esta es una cuestión de pura necesidad, de pura supervivencia.

Castilla también está en su particular encrucijada. Lo dice el acertado manifiesto de la Comisión del 500 aniversario: somos un territorio de grandes contrastes demográficos, económicos y naturales que debe encontrar la fórmula de romper con el desequilibrio entre el Madrid superpoblado y absorbente y el resto de Castilla. El modelo autonómico vigente -una traba que además nos dificulta reconocernos como pueblo- se ha mostrado como causa destacada de este desequilibrio. La lucha en la mayoría de nuestras provincias pasa hoy por el combate contra la despoblación, o lo que es lo mismo, una lucha por la vida. La lucha en Madrid pasa por defenderla del neoliberalismo salvaje y del fascismo; y por tanto, es igualmente una lucha por la vida. Esta lucha de y por Madrid nada o casi nada tiene que ver con el circo electoral que estamos viendo y veremos en los próximos días, y cuyo resultado más probable, aunque nos disguste, parece que será el reforzamiento a corto plazo del gobierno de derechas encabezado por Ayuso. Madrid es la plaza fundamental para la estabilidad del Régimen y para la reproducción del modelo capitalista, pero también es la joya de la corona para el movimiento popular. El potencial de la lucha en la calle, donde siempre se resuelven los aspectos políticos fundamentales, donde se gestan las transformaciones verdaderas y duraderas, es inmenso en el Madrid obrero, progresista y republicano. Saludamos el avance de la unidad de acción del tejido popular madrileño a través de su asamblea de colectivos, barrios y pueblos y de su próxima jornada de lucha.

Pongamos ahora nuestros ojos sobre esta plaza, sobre los comuner@s, sobre nosotras y nosotros, actores principales en la escritura de las páginas en blanco de nuestro futuro.

Son tiempos complicados. Nuestras historias personales, las de nuestros amigos y familiares, atravesadas de lleno por las dificultades, demuestran que las clases populares lo estamos pasando verdaderamente mal. Nuestra gente está machacada por las consecuencias de un modelo económico brutalmente antihumano. Es importante asumir que no hay solución individual a los problemas de índole colectiva. Ante la atomización y el sálvese quien pueda, tenemos una fórmula histórica de éxito: comunidad, comunidad y comunidad.

No miramos y recordamos las experiencias revolucionarias o progresistas del pasado, en Castilla o en cualquier rincón del mundo (como internacionalistas que somos), con un carácter folclórico. Las observamos como fuentes de inspiración y las estudiamos como verdaderas lecciones históricas de las que extraer todas las enseñanzas que nos permitan ser útiles a nuestro pueblo, al pueblo trabajador castellano. El proyecto político del nacionalismo popular castellano ha transitado por todas las etapas de Villalar. Las personas que construísteis la UPC en los 80 sabéis muy bien lo que es organizar una jornada como esta, porque de forma muy parecida fueron los años en que hubo que sostener prácticamente en solitario Villalar. Las personas que por razones de edad hemos ido llegando más tarde lo tenemos por un precioso legado. Hoy celebramos no solo la gesta de María de Pacheco, Bravo, Padilla o Maldonado, sino también la de los compañeros/as que pusieron las bases para el nacimiento del castellanismo revolucionario contemporáneo hace 35 años, y sin cuya labor posiblemente no estaríamos aquí. Este 23 de abril, diferente en muchos aspectos al que acostumbrábamos, reconecta con aquellos años de los Villalares militantes, y hemos de verlo como una oportunidad para reforzar el carácter reivindicativo y popular del Día Nacional de Castilla. Las instituciones y los caciques han decidido de nuevo quedarse al margen, como hicieron en los años 80 y 90, liquidando la Fundación Villalar, desapareciendo de aquí e incluso nombrando, a modo de humillación, a Felipe VI como presidente honorífico de las actividades conmemorativas del V Centenario. ¡Ya les gustaría que la experiencia comunera pudiera reducirse a los museos de historia y al recuerdo simbólico, y no fuera un movimiento vibrante, lleno de vida! A lo largo de nuestra trayectoria ya tuvimos muchas ocasiones de comprobar cuál es su temor: que se les abra en Castilla un nuevo frente de oposición rupturista y transformador, tarea en la que estamos inmersos.

Si bien es cierto que somos una fuerza política modesta en lo numérico, somos un movimiento político con larga experiencia y excepcional calidad, capaces de analizar y comprender las tendencias de fondo que se producen en la sociedad, en la economía o en la política en base al estudio, capaces de movernos con destreza en la calle, capaces de demostrar originalidad, capaces de reinventarnos, capaces de tener incidencia en la realidad-real, trabajando con la gente del común sin mirarles por encima del hombro, capaces de alcanzar unos niveles de compromiso muy elevados. Todos estos elementos, que conforman nuestra cultura militante, no son poca cosa; estad convencidas de que hay muy pocos instrumentos políticos de nuestra valía en el conjunto del Estado español.

Aquí tenemos que venir cada año no solo a rendir homenaje, no solo a recobrar energía. Aquí hay que venir año tras año a rendir cuentas y hacer balance de cómo se fortalece nuestro proyecto político, el proyecto político del movimiento comunero del siglo XXI. Cada militante, cada activista presente hoy en esta plaza debería hacer su propio examen de conciencia, y ver cómo puede hacer más y mejor. Tenemos que elevar nuestro espíritu de trabajo, nuestro espíritu de sacrificio. Desterrar de nuestro día a día la pereza y las excusas. No lo estamos haciendo mal, pero tenemos que hacerlo aún mucho mejor, tenemos que caminar hacia la excelencia en las tareas revolucionarias. Profesionalizar nuestro pensamiento, intervención y acción política, social, sindical, de la misma manera que nos profesionalizamos en otras esferas de la vida académica o laboral. Mejorar nuestra metodología de trabajo y nuestra formación. Con exigencia, con crítica y autocrítica, con lealtad a los compañeros, con lealtad al proyecto, con lealtad a los movimientos sociales y al pueblo trabajador. Hablaba la compañera de Yesca del «valor», cualidad ésta muy necesaria: el movimiento comunero del siglo XXI no ha venido a conciliar: no le teme a la criminalización, no le teme a la represión y tampoco le teme a la confrontación ideológica ante el avance del pensamiento irracional.

No vence el tiempo, compañer@s, vence la voluntad. Ninguno viviremos para conmemorar otro centenario de la inconclusa Revolución Comunera del siglo XVI, pero les haremos un homenaje mucho mejor: conjurarnos hoy aquí para elevar su antorcha y protagonizar la Revolución Comunera del siglo XXI.

¡Viva Castilla Comunera!
¡Viva el Movimiento Popular Castellano!
¡Venceremos!
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