
NOS DEJAN MORIR, PERO NO NOS DEJAN VIVIR
La pandemia de Covid-19 está poniendo a prueba los diferentes modelos socio-políticos existentes en el mundo. Esta prueba global pone en evidencia cuestiones que, aunque aquellos que controlan la información se empeñan en ocultar, disimular o manipular, se expresan día a día con mayor claridad.
Cuando China el 31 de diciembre de 2019 alertó de un brote de neumonía en Wuhan, asociada a un nuevo tipo de coronavirus, y el 10 de enero de 2020 comunicó a la OMS las características del genoma de ese nuevo virus, cuestión imprescindible para la elaboración de vacunas, se dieron los pasos correctos y en un tiempo razonable. Esto se aborda en el editorial del 30 de enero de 2020 (¡Y en esto llegó el coronavirus 2019-nCoV!)
En los países capitalistas, en general se despreció la importancia del problema y estúpidamente se infravaloraron sus potenciales repercusiones para la salud global; además se criticaron bajo prejuicios ideológicos las medidas tomadas en China para controlar la epidemia, así como los consejos para el resto de países.
China y otros países organizados con criterios socialistas, como es el caso de Vietnam, han demostrado una gran eficacia en el control de la pandemia; en otros países del mundo oriental con modelos socioeconómicos capitalistas también han obtenido resultados aceptables -aunque no tan brillantes- en su control.
En el mundo occidental los resultados son francamente deficientes, pero hay diferencias muy significativas de unas zonas a otras. Nos parece de especial interés evaluar cómo va la campaña de vacunaciones, en la que han puesto todas sus esperanzas la gobernanza capitalista global; más adelante comentaremos brevemente esta cuestión.
La UE está demostrando su plena decadencia e incapacidad para gestionar algo que en principio no debería de tener mayores dificultades para una superpotencia económica, tal como es un plan de vacunación. Sin embargo, todo el plan de vacunación de la UE se está viniendo abajo; los incumplimientos de los contratos de compras con la industria farmacéutica son una expresión de la falta de autoridad de la UE, esa estructura burocratizada y mastodóntica, en el plano internacional. Todo eran previsiones de desastres para el Reino Unido ante su salida de la UE; lo cierto es que mientras en el Reino Unido se ha vacunado a un 49% de su población, en la UE solo se ha vacunado al 4,9%. Aún más ilustrativo es el caso serbio, un país machacado por la OTAN en 1999, incluyendo los bombardeos sobre Belgrado; Serbia tiene un programa de vacunación que no solo ha conseguido cubrir ya a un 30% de la población, sino que la gente puede elegir la vacuna con la que quiere ser inoculada, incluyendo entre estas posibilidades la rusa Sputnik V y la china Sinopharm. En la UE se resisten por motivos puramente ideológicos y propagandísticos a poner en marcha el uso de las vacunas china y rusa; y, por supuesto, en el Estado español siguen a pies juntillas las directrices de sus amos. No ocurre lo mismo en otros países de la UE como Austria o Hungría, que han puesto por delante los intereses de su población y están utilizando esas vacunas.
Hay un caso que nos parece de especial significación en la respuesta a la pandemia de Covid-19, que por supuesto los «mass-media» ocultan sistemáticamente: el caso de Cuba. Cuba es el país del conjunto de las Américas que tiene los mejores resultados en el control de Covid-19, por cierto, con un sistema de información epidemiológico ejemplar; en general les ocurre con todos los indicadores de salud, pero en la cuestión de la pandemia Covid-19 es especialmente significativo. Cuba además tiene en fase 3 dos vacunas: Soberana2 y Abdala, con resultados preliminares muy alentadores; sus previsiones indican que en los próximos meses podrían empezar a inocular con vacunas de fabricación cubana a su población. Por supuesto, ello es fruto de un extenso e intenso impulso al trabajo científico, especialmente a las ciencias médicas y la biotecnología. Igual con un poco de humildad podríamos aprender algo de ese pequeño/gran país, el único socialista del mundo con el que compartimos lengua y en muy buena medida cultura.
La vacunación masiva tendrá, en principio, un efecto positivo para el control de la pandemia, pero obviamente no es una varita mágica. Los indicios sobre la inmunidad que generan las vacunas, aunque no está suficientemente estudiado, indican que no superará el año. Como en el caso de la gripe, nos veremos abocados a realizar campañas anuales de vacunación contra el Covid. Hay que desarrollar otras herramientas para controlar eficazmente la pandemia, tal como se ha puesto de manifiesto en China, en Vietnam o en Cuba. Un proyecto de vacunación anual es un gran negocio para las multinacionales farmacéuticas, pero un desastre para el género humano.
En lo referente al Estado español, la respuesta a la pandemia en general desde las instituciones, así como el plan de vacunación en particular son simplemente patéticas; y una clara expresión del grado de descomposición e ineficacia que ha alcanzado el Régimen del 78, salvo para la represión del movimiento popular.
Las teorías conspiranoicas sobre la aparición de la pandemia Covid-19, tanto las que establecen su origen en un maléfico laboratorio chino como en uno del mundo imperialista, no nos merecen la menor credibilidad. Las pandemias han existido a lo largo de la historia y seguirán existiendo en el futuro, y el olvido de esta obviedad ha dificultado de forma significativa la respuesta ante la pandemia que estamos sufriendo actualmente. Esas teorías -las conspiranoicas- son de un tremendo simplismo, que nos retrotraen a la época en que a las enfermedades, especialmente a las epidémicas, se les atribuía un origen demoníaco o divino en forma de castigo a la humanidad. Las pandemias en general, y la que estamos sufriendo en particular, se pueden y deben explicar en base a la investigación y al razonamiento científico. Evidentemente eso es más trabajoso desde el punto de vista intelectual que las explicaciones maniqueas, y es por ello que entre determinados sectores sociales estas prenden con cierta facilidad; es lo que tiene «la simplicidad».
Lo que sí parece evidente y hay que denunciar y combatir es que el sistema imperialista/capitalista en general, y muy particularmente en el Estado español, eslabón débil de ese sistema en Europa, es la utilización que están haciendo de la pandemia para introducir cambios brutales en el modelo social, económico, político, etc. Esos cambios que se están imponiendo son totalmente perjudiciales para las clases trabajadoras, los Pueblos y especialmente para las mujeres. Aprovechando el bloqueo social que han logrado imponer en bastante medida, aunque ciertamente cada vez con más dificultades, introducen esos cambios absolutamente reaccionarios por diversas vías: legislativa, normativa o simplemente a través de hechos consumados.
El aparato administrativo del Estado funciona cada vez menos y peor, así como el de las entidades autonómicas. Lo estamos comprobando con el SEPE, que ha claudicado casi plenamente después de su ya total ineficiencia en la gestión de los ERTEs, o en el Ingreso Mínimo Vital.
El deterioro de los servicios públicos, como Sanidad o Educación, es alarmante, pero las propuestas de la gobernanza tanto a nivel autonómico como estatal lo único que plantean es la intensificación de ese deterioro mediante remodelaciones que significarán la destrucción estructural del Sistema Sanitario Público.
Pero en otras administraciones, como la de Justicia que ya arrastraba gravísimos problemas crónicos y de carácter orgánico, las cosas están llegando a niveles difícilmente imaginables.
Titulábamos este editorial «Nos dejan morir, pero no nos dejan vivir», y ello no es en absoluto una exageración. El exceso de muertes en el año 2020 por todas las causas, incluyendo la Covid-19 en el Estado español, es de alrededor de 100.000 personas. Más de 30.000 seres humanos que vivían en residencias, sobre las que tenía la responsabilidad en última instancia el hasta ahora Vicepresidente Segundo del Gobierno, también han fallecido. La pérdida de esperanza de vida para el conjunto del Estado, según el Instituto Carlos III, fue de 0,9 años, y para la Comunidad de Madrid 2,8 años para los hombres y 2,1 para las mujeres. En el año 2020, a pesar de la disminución de la actividad laboral, hubo 780 fallecidos en accidentes laborales, casi un 2% más que en 2019. Se incrementó de forma significativa el número de suicidios. Las consultas presenciales están en vías de desaparición. El porcentaje de población con problemas de salud mental se ha disparado, y, por tanto, el consumo de ansiolíticos, antidepresivos, etc. Desde el principio de la pandemia se venía hablando de tal previsión desde el mundo científico, preocupación que compartíamos en nuestros editoriales. Y así podríamos seguir con una larga retahíla. Nos dejan morir y no nos dejan vivir, esa es la actitud del Régimen y su Sistema. No les preocupa lo más mínimo la gente, excepto para explotarla y utilizarla. Todo lo ponen al servicio de su casta.
Esto no puede continuar así, hay que decir «basta ya» y ser coherentes en la práctica con ese planteamiento.
La lucha por la vida, la lucha por nuestro futuro, pasa por la desaparición de este Régimen corrupto, ineficaz y antihumano.
La pandemia de la Covid-19, asociada a otras circunstancias como la crisis económica que ya se venía arrastrando desde el año 2007 y 2008, intensificada en los últimos meses de 2019, marcará un antes y un después para el devenir de la humanidad. Los tambores de una nueva guerra a nivel global suenan cada vez con más intensidad por la política extremadamente provocadora del imperialismo yanqui y sus aliados, paradójicamente reforzada por la nueva presidencia de Biden. La alternativa de «Socialismo o Barbarie» está de plena actualidad. Nuestra opción está clara.
Izquierda Castellana, 26 de marzo de 2021