El pensamiento mágico y los vendedores de crecepelos.

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Ayer, 17 de enero, se cumplieron 7 años de la irrupción mediática de Podemos. Sólo tres semanas después de su anuncio, desde Izquierda Castellana hacíamos público un editorial titulado “El pensamiento mágico y los vendedores de crecepelos”, en el que analizábamos de forma crítica el surgimiento de la formación morada. Por aquel entonces, este escrito provocó muchas críticas hacia nuestra organización, muchas de ellas planteando que el principal problema era la contundencia del lenguaje utilizado para definir aquel experimento político que estaba fomentándose desde las terminales mediáticas del Régimen. No era la primera ocasión en que recibíamos acusaciones similares, ni por supuesto será la última. Hace años que el lema “decimos lo que pensamos, hacemos lo que decimos” forma parte de nuestro ADN, y entendemos que hay cosas que se tienen que decir y explicar con toda su crudeza, sin medias tintas. Releyendo este editorial en perspectiva podemos afirmar que el tiempo nos ha dado la razón, y no solo eso, si no que mediante la publicación del mismo contribuimos a paliar los daños que estaba destinado a sufrir el movimiento popular si se dejaba llevar por los planteamientos “mágicos” de Podemos. Algunos decían venir a cambiarlo todo, pero lo único que han cambiado son sus propias vidas. En política es especialmente importante hacer diagnósticos certeros en el momento oportuno, pues solo entonces tienen utilidad real.

Os invitamos a leer dicho texto de nuevo pensando en aquel contexto. En el 2009 impulsamos la candidatura a las elecciones europeas «Iniciativa Internacionalista – La Solidaridad entre los Pueblos», un proyecto político de gran calado en el que participaron fuerzas soberanistas y rupturistas del Estado. Veníamos también del 2011, cuando estalló el 15M, formándose asambleas en todos los barrios y pueblos de nuestra geografía. De la Marcha Negra minera y la huelga general de 2012 y los Rodea el Congreso de 2013. Ese mes de enero de 2014 la lucha en la calle del barrio de Gamonal había obtenido una victoria contundente frente a los proyectos especulativos del Javier Lacalle, y su ejemplo era admirado por todo el país. Unas semanas después tuvieron lugar las Marchas de la Dignidad, con cientos de miles de manifestantes. En julio abdicó Juan Carlos I en medio de un auténtico estado policial en Madrid. 2013 había sido el año con más manifestaciones y huelgas desde la Transición, la tendencia bajó repentinamente en 2014 y no se recuperó hasta 2018, al calor de la primera huelga feminista. Esa recuperación entroncó también con el auge del movimiento soberanista catalán, la revuelta de la Castilla vaciada, el conflicto del Taxi contra la uberización y el inicio de las consultas republicanas. También el movimiento juvenil y antifascista se ha reforzado en los últimos años. Y por supuesto, las movilizaciones a favor de la sanidad pública y de calidad van a ir a más, con el personal sanitario a la cabeza.

Ni la pandemia ni los cantos de sirena del «Gobierno progresista” van a parar el auge de la movilización social. El 25 de julio del 2020 una asamblea de colectivos de barrios, pueblos, sindicatos, sociales y políticos, convocó una primera manifestación en Madrid bajo el lema “Frente a la monarquía corrupta y las miserias del Sistema, República Popular”. El 25 de octubre pasado, esa misma confluencia convocó otra movilización bajo el lema “En defensa de Madrid. En defensa de los servicios públicos”; para el próximo 30 de enero se convoca una tercera, esta vez con la consigna “Nos están matando”. Ese espacio de trabajo, heterogéneo pero inclusivo, se está convirtiendo en un instrumento de primer orden para el avance del movimiento popular.

Izquierda Castellana, 18 de enero de 2021

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