
El maquillaje no cambia la realidad
El diario ABC en su versión digital del 15 de enero de 2021 publicaba una información, no desmentida, con el siguiente titular: “Moncloa destina 20.000 euros a contratar una maquilladora para Sánchez y los ministros”; ya en el cuerpo de la información aclaraban que son 20.000 euros por año, con una previsión de hasta 80.000 euros. Nos parece todo un símbolo de la forma de hacer política del actual Gobierno: engaño y postureo, eso sí, «bien maquillado”.
Por su parte, el diario El País, también en su edición digital del 15 de enero, incluía las siguientes informaciones: «El poder judicial prepara acciones ante las instancias europeas contra el recorte exprés de sus competencias”. Vamos, en el más puro estilo Puigdemont, dicho de modo sarcástico. Por otro lado El País incorporaba también esta noticia: “Pfizer retrasa la distribución de la vacuna por una mejora en el sistema de producción”.
En La Vanguardia, bajo el encabezamiento de “Años de enfrentamiento”, aparece el siguiente titular: “La guerra de Villarejo contra Sanz Roldán, el exjefe de los espías al que culpa de todos sus males”. Cabe recordar que Villarejo era y sigue siendo uno de los policías más influyentes en España, y Sanz Roldán es el exdirector del CNI. Ya en un tono menor, pero no menos significativo del desmadre institucional, el mismo periódico barcelonés añade el titular “El Ministerio de Sanidad avisa [a Castilla y León] que no se puede adelantar el toque de queda a las 20h”.
Todo ello en un solo día, y solo en la edición digital de tres periódicos.
El diagnóstico no deja lugar a dudas: el entramado institucional sufre graves quebrantos. Algún Estado que se considera fallido funciona con más coherencia y fluidez que este. La pregunta concreta que hay que hacerse es el porqué de que ocurra esto.
La Transición del franquismo al Régimen del 78, a pesar de lo que nos siguen contando, fue una auténtica chapuza controlada y dirigida por los poderes fácticos autóctonos en colaboración con estructuras de poder internacionales con unas finalidades muy claras: debilitar la potencialidad del Estado español y el conjunto de los pueblos bajo su jurisdicción y que este quedara plenamente alineado con el bando imperialista. Por supuesto, se bloqueaba la posibilidad de que de nuevo se pusiera en marcha un proyecto republicano, que de una u otra manera diera continuidad a la II República, tan del desagrado de las potencias capitalistas occidentales. La imposición de la II Restauración Borbónica se tenía que llevar adelante sí o sí.
El proceso, aún con una importantísima oposición popular tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, les funcionó un tiempo. Pero como ocurre con las malas construcciones, con el paso de los años no es que al “edificio” le hayan salido fisuras o grietas, es que está entrando plenamente en fase de ruina. De poco van a servir los maquillajes, o las compras de voluntades políticas de última hora de fuerzas que hasta no hace mucho asumían posiciones rupturistas. Lo que es imposible no puede ser, y en eso estamos.
El 25 de julio del 2020 una asamblea de colectivos de barrios, pueblos, sindicatos, sociales y políticos, convocó una primera manifestación en Madrid bajo el lema “Frente a la monarquía corrupta y las miserias del Sistema, República Popular”. El 25 de octubre pasado, esa misma confluencia convocó otra movilización bajo el lema “En defensa de Madrid. En defensa de los servicios públicos”; para el próximo 30 de enero se convoca una tercera, esta vez con la consigna “Nos está matando”.
Ese espacio plural, heterogéneo pero inclusivo, está madurando, evolucionando y convirtiéndose de hecho en una herramienta real para el avance del movimiento popular, para acercarnos a la derrota del Régimen de la II Restauración Borbónica y a la República Popular.
Izquierda Castellana, 15 de enero de 2021