Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria

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SIN TEORÍA REVOLUCIONARIA NO HAY PRÁCTICA REVOLUCIONARIA

Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria, y sin práctica revolucionaria no se puede construir teoría revolucionaria.

Vivimos tiempos muy especiales, que podríamos caracterizar por una crisis civilizatoria. La crisis global del capitalismo, cada vez más profunda, condiciona de forma acelerada políticas absolutamente nefastas e irresponsables en todos los ámbitos. Esto puede percibirse en el modelo de relaciones internacionales, en los modelos productivos, en los servicios públicos, en la liquidación de lo que queda de la soberanía de los Pueblos, o en la perversión del movimiento feminista con la intención de vaciarlo de su contenido antipatriarcal y anticapitalista, reconduciéndolo a un movimiento estratégicamente útil para el proyecto neoimperalista/neocapitalista actual. Además, se está separando cada vez más la tecnología de la ciencia, poniendo a la primera al servicio del proyecto capitalista de forma despiadada.

El capitalismo no está en su fase madura, no; el capitalismo ha entrado de lleno en una fase de putrefacción irreversible.

El ascenso al poder del nazi-fascismo en los años 20 y 30 del pasado siglo fue un ejemplo claro de «planificación» eficaz, con el objetivo de la consecución de unas metas político-militares, que fueron además exitosas inicialmente. Tuvieron un conjunto de ingredientes comunes, así como un escenario de partida también común. Esos procesos se dieron en el marco de una profundísima crisis del capitalismo internacional que llevó a la I Guerra Mundial o Gran Guerra, ante la cual las fuerzas políticas de la izquierda institucional, las fuerzas socialdemócratas, se posicionaron contrariamente a los intereses de sus pueblos trabajadores, respaldando la guerra en sus respectivos parlamentos, y conduciendo con ello a las clases trabajadoras a un trágico matadero: el enfrentamiento entre herman@s de clase para beneficio de las grandes corporaciones capitalistas/imperialistas. Pero a pesar de haberse cobrado alrededor de 20 millones de vidas y de haber supuesto una tremenda destrucción de recursos, la Gran Guerra no solo no resolvió los problemas de fondo que el capitalismo tenía en aquel momento, sino que llevó a una situación, a través del Tratado de Versalles, que inevitablemente antes o después generaría un nuevo conflicto militar por el trato que se le daba a Alemania. Ello facilitó la incubación del nazismo y el desencadenamiento de la II Guerra Mundial. El Régimen imperial de los Hohenzollern fue sustituido por la República de Weimar, pero ello no impidió la llegada al poder del nazismo, en alianza con el gran capital alemán (Opel, BMW, Bayern, Hugo Boss, Porsche, Mercedes, Krupp, Thyssen…). El nazismo, por cierto, no disolvió la República de Weimar desde el punto de vista formal, a pesar de que significativos sectores del ejército reclamaban la recuperación del Régimen imperial de los Hohenzollern.

La toma de posición de los partidos socialdemócratas europeos en relación con la I Guerra Mundial dio lugar a la primera gran escisión en la II Internacional. En el caso de Rusia, esa coyuntura favoreció al proyecto para acabar con el Régimen zarista e impulsar la revolución socialista, tal como finalmente ocurrió a partir de octubre de 1917.

El análisis concreto de la realidad concreta

Construir teoría revolucionaria exige analizar rigurosamente la realidad concreta en el momento concreto. En la «pseudo literatura revolucionaria» nos encontramos con frecuencia con escritos que sustituyen ese análisis, que obviamente requiere previamente de un estudio en profundidad de las cuestiones que se abordan, por una proclama litúrgica sobre el carácter marxista de los autores de tales textos, como para reforzar la fiabilidad de estos; es como si para tener credibilidad para diseñar y construir un viaducto fuera suficiente con proclamarse ingeniero de caminos, sin aportar proyecto concreto alguno con estudios documentados sobre el viaducto que se trata de construir. Eso es puro doctrinarismo, perfectamente inútil en la práctica revolucionaria. Otra desviación frecuente es el «practicismo» que ignora cualquier reflexión teórica para orientar el trabajo práctico.

Asistimos a un rápido proceso de deshumanización de la humanidad, como ya ocurrió con el nazismo. La defensa de la prostitución, de los vientres de alquiler o de la teoría queer son ejemplos significativos de lo que decimos.

Tal como señalamos antes, el nazismo tuvo sus núcleos de poder económicos, que fueron esenciales en la potenciación y desarrollo de esa ideología y de ese modelo de organización política. En la actualidad también tenemos a grandes corporaciones, las más potentes en el mundo occidental, que se encuentran detrás de ese proyecto decadente del capitalismo globalista. Nos referimos a las «multinacionales tecnológicas» como Facebook o Google, a las multinacionales farmacéuticas o a la Banca.

La manipulación sistemática es una necesidad estratégica para el impulso a este capitalismo podrido, tal como lo fue para el nazi-fascismo. Nos encontramos en estos momentos, muy particularmente en el Estado español, con una sistemática manipulación de la realidad, en la que una mentira se tapa con la siguiente. Se hacen anuncios tales como la derogación de la Ley Mordaza, la derogación de la Reforma Laboral del PP, la paralización de desahucios, la puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital…, que en muy pocos días se vienen abajo; pero el efecto propagandístico está conseguido en alguna medida, aunque ciertamente una buena parte de la sociedad es cada día más refractaria a la publicidad política y más crítica con las informaciones del aparato mediático-político.

A una gran parte de la sociedad alemana de los años 30 solo le llegaba una realidad-virtual, que poco tenía que ver con la realidad-real. En el Estado español la situación es cada vez más parecida a aquella. Nos manipulan despiadadamente y montan señuelos para distraer a la población de los auténticos problemas. Ello es una práctica cada vez más recurrente, con la que se busca mantener a la opinión pública en el falso debate de elegir entre la opción de la izquierda o la de la derecha del Régimen, cuando es absolutamente evidente que no hay diferencia estratégica alguna entre ambas. El poder mediático no se hace apenas eco de los problemas que realmente genera la brutal política de uberización social que está impulsando el bloque dominante español bajo la dirección del bloque globalista internacional yanqui-europeo, porque ni en eso es soberano el bloque dominante español.

Es del mayor interés comentar brevemente el «teatro» que se está montando sobre el apoyo de Bildu y ERC, no solo a los Presupuestos Generales del Estado del 2021, sino a la gobernanza general de este, y, por tanto, al Régimen monárquico del 78. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han conseguido algo de gran valor para el bloque dominante español, y además, en el caso de Bildu, siguiendo las directrices que en su momento estableció Rubalcaba, incorporándolos al grupo de partidos políticos que apoyan en lo esencial al actual Régimen. Con ello, además de reforzar circunstancialmente a este, se debilita el frente de oposición a la II Restauración Monárquica. No es ningún descubrimiento recordar el importante papel que tuvo en la lucha contra la llamada «reforma política» la izquierda abertzale o las dificultades que generó en los últimos años al Régimen el movimiento soberanista catalán. Es obvio que han conseguido en alguna medida su neutralización temporal. En todo caso, el manejo de esta cuestión la están haciendo con un estilo tan burdo que no tardará mucho en volverse en contra por la propia reacción social en el Pueblo de Euskal Herria y Cataluña.

Existe otra cuestión que nos parece impresionante, incluso desde la perspectiva de la izquierda institucional española. Esta, la izquierda institucional, incrustada en el Régimen del 78 y que conforma el autodenominado Gobierno de Progreso, ha renunciado a Madrid. En ese reparto territorial han dejado a Madrid para la derecha del Régimen, para el «Trifachito». La reiterada negativa del PSOE a presentar una moción de censura en la asamblea de Madrid, su negativa también a movilizar en la calle en contra del «Gobierno del Trifachito» en la Comunidad madrileña, o el ceder la primera línea de crítica a la política de Ayuso y su Gobierno al Sr. Gabriel Rufián, que no pasa de ser un payaso-político profesional, son tres claras evidencias de esto que acabamos de decir. ¿Pero alguien se puede creer que dejando en manos de Rufián la crítica política desde la «izquierda institucional española» esta puede tener algún proceso de recuperación social y electoral en Madrid?

El tema de las vacunas

Para acabar este editorial, queremos hacer una breve reflexión sobre el tema de las vacunas contra la Covid-19, aunque próximamente haremos un escrito exclusivamente sobre ese tema. Las vacunas han supuesto un gran beneficio para la humanidad en la lucha por la salud y contra la enfermedad; eso es indudable. En los últimos años, sin embargo, las vacunas se han convertido en un objetivo fundamentalmente económico para las grandes multinacionales de las farmacéuticas, quizás las empresas más corrompidas dentro del sistema capitalista podrido que tenemos.

Todo el tratamiento en relación con la Covid-19 ha sido un despropósito en el mundo occidental, y muy especialmente en el Estado español. Nada se ha hecho bien hasta ahora y parece que la intención es seguir profundizando en los errores. No hay transparencia alguna sobre nada relativo a la gestión de la pandemia, ni tampoco en relación con la vacunación ni sus costes. No podemos aceptar un proceso de vacunación con unas vacunas que no han pasado los protocolos científicos imprescindibles antes de ser distribuidas entre la población. No podemos ser «conejillos de indias» para el gran negocio de las vacunas que han puesto en marcha las grandes multinacionales de la farmacia. No tenemos datos de que el remedio (las vacunas que nos quieren inocular) sean menos peligrosas que la propia Covid-19.

Como decíamos, en los próximos días editaremos un editorial específico sobre este tema de las vacunas, así como nuestra posición política ante la campaña que el «Gobierno de Progreso» está impulsando.

Para cambiar la realidad primero hace falta interpretarla, conocerla suficientemente; y a partir de ahí elaborar una línea de trabajo que conduzca a tal fin.

Izquierda Castellana, 4 de diciembre de 2020

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