DE LOS LAMECULOS DEL REY A LOS LAMECULOS DEL RÉGIMEN DEL 78.

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Ejecución Carlos I Inglaterra

 

 

 

DE LOS LAMECULOS DEL REY A LOS LAMECULOS DEL RÉGIMEN DEL 78.

LA PANDEMIA DE LA COVID-19 ESTÁ PONIENDO A PRUEBA AL CONJUNTO DE LAS ESTRUCTURAS DEL RÉGIMEN DEL 78; Y LOS RESULTADOS NO PUEDEN SER PEORES.

Los barcos se ponen a prueba cuando navegan, especialmente si hay marejada; los tejados cuando llueve intensamente; la solidez de un muro cuando hay fuertes vientos… La solidez de un Régimen y de su modelo económico se ponen a prueba cuando entra en juego una situación en la que existen elementos no habituales en su devenir ordinario. Si además esos elementos son globales, es decir, no solo afectan al ámbito territorial exclusivo de ese Régimen, sino que afectan al mundo de forma global, es inevitable comparar los efectos en unos lugares y otros, las consecuencias de esas circunstancias extraordinarias en los diversos Estados y preguntarse además sobre el porqué de las diferencias.

Los efectos de la pandemia de la Covid-19 y de la crisis socio-económica en la que se enmarca tienen en el Estado español el escenario más nefasto en prácticamente todos los indicadores. Las tasas de morbi/mortalidad por la Covid-19 son las peores de Europa. Los indicadores de afectación de la crisis socio-económica también son los peores de Europa: mayor aumento del paro; mayor precarización laboral; mayor tasa de jóvenes desempleados; mayor aumento de la deuda y déficit público; ausencia real de expectativas de recuperación de la economía a corto o medio plazo…

¿Era esto previsible? Totalmente. Simplemente iban campeando el temporal porque tenemos una clase política en términos generales indecente e incompetente, así como unos «medios de comunicación» que están justo al nivel de los anteriores y aún por encima, a su servicio. La administración de Justicia anda en similares eriales. Y así podríamos continuar haciendo un recorrido por todas las instituciones del Estado.

Pero cuando llega la hora de la verdad, cuando el barco tiene que abandonar el astillero y ser botado al mar, se ponen de manifiesto todas las taras: en este caso las de un Régimen cuya única finalidad es estar al servicio de la reproducción de la mafia que constituye el bloque dominante español.

¿Alguien se puede creer aún que esto es una democracia moderna? Con un Rey Emérito que huye del país con nocturnidad y alevosía con la complicidad del Gobierno y de todo el entramado estatal. Y que no nos vengan ahora los de la fracción minoritaria del Gobierno con que no se habían enterado de tal cosa y de que están en profundo desacuerdo con ella, salvo que aún por encima sean imbéciles de baba.

Con la aparición día sí día también de ministros, exministros, expresidentes de Gobierno, además de la familia real, implicados en casos de corrupción sistémica y continuada, articulada además precisamente desde el propio entramado institucional, ¿alguien en su sano juicio puede pensar que el Régimen tiene solución?

Sin inteligencia colectiva, sin soberanía, sin estructura productiva digna de tal nombre, con una corrupción sistémica y generalizada, con un embrutecimiento moral e intelectual que alcanza niveles insoportables ¿alguien puede pensar que esto tiene solución?

Castilla, también otros pueblos de la Península Ibérica, con sus luces y sombras, tenemos un pasado históricamente significativo. En estos años 2020, 2021 y 2022 se celebra el V Centenario de la Revolución comunera, la primera revolución moderna de Europa en palabras de Marx. Pero también se celebra el V Centenario de la primera vez que se consiguió dar la vuelta al globo terráqueo navegando en una empresa impulsada por las Coronas portuguesa y castellana -no española, como algunos ignorantes pretenden-. Por supuesto que el interés de ese proyecto estaba guiado por una finalidad fundamentalmente mercantil e incluso expoliadora, pero esas eran las intenciones de casi todas las empresas marítimas y terrestres de la época.

Solamente la aparición de los procesos revolucionarios socialistas en el siglo XX reorienta la pretensión de las grandes empresas humanas hacia un sentido internacionalista y emancipador, pero eso no quiere decir que las anteriores no hayan tenido interés en el desarrollo de la civilización en diferentes ámbitos.

La derrota del movimiento comunero y la consolidación del proyecto imperial de los Habsburgo supuso un grave quebranto para Castilla, cercenando el proyecto de desarrollo autocentrado y soberano de nuestra tierra. Con ello comienza el lento proceso de colonización interior que llega hasta nuestros días. Pero la dramática consolidación de ese quebranto llega con el advenimiento de los Borbones, a principios del siglo XVIII, que son por cierto los que instauran formalmente la Corona de España y utilizan por vez primera el título de «Reyes de España”.

Los Borbones, todos y cada uno de ellos, han sido una auténtica desgracia para nuestro Pueblo y nuestra tierra. Con profundos trastornos mentales en su mayoría, idiotas en gran parte, pero desde luego todas y todos golfos y degenerados, han supuesto y siguen suponiendo un impedimento absoluto para el futuro de nuestro Pueblo.

Históricamente, cuando se consiguieron fuerzas suficientes para echarlos, estos recurrieron a los sectores más reaccionarios del Ejército español o a ejércitos extranjeros para conseguir su reinstauración; así ocurrió con Fernando VII y los Cien Mil Hijos de San Luis y la Constitución de Cádiz. Así ocurrió también en 1936 con el apoyo de los ejércitos nazi-fascistas europeos para derrotar a la II República.

Tenemos un gravísimo problema con esa familia y el Régimen que la sustenta. El futuro de nuestro Pueblo y el de ese conglomerado mafioso es totalmente incompatible.

Desde el inicio del año 2020 asistimos a una Pandemia, la Covid-19, que ha puesto a prueba todas y cada una de las estructuras de este Régimen: su sistema sanitario; su sistema educativo; su sistema judicial; su sistema mediático; su sistema de gobernanza en general; y por supuesto, la Corona.  En todo ello encontramos un elemento común: la ausencia de una inteligencia colectiva que permita interpretar con un mínimo de rigor y sensatez lo que está pasando. Empezaron por errar en sus apreciaciones iniciales sobre la pandemia, diciendo que aquí no llegaría y despreciando todas las medidas de control que ya se estaban tomando en diversos países.

Una vez la pandemia afloró, el sistema sanitario demostró que ya poco tenía que ver con lo que había sido hasta los años noventa del siglo XX. Los recortes y privatizaciones, pero también el vaciado ideológico y ético de los profesionales del Sistema, sustituyendo los valores de servicio a la población por valores mercantiles más propios de un sistema sanitario privado, tuvieron un efecto demoledor sobre este. El sistema educativo puso aún más de manifiesto sus carencias crónicas, que desgraciadamente se verán de nuevo con el reinicio del curso. Al sistema judicial le resulta imposible no intervenir también en cuestiones de naturaleza epidemiológica, sin tener la menor formación para ello; se creen aquello de que son un auténtico poder del Estado y desgraciadamente -y para mal- lo son. El poder mediático, salvo muy raras excepciones, ha puesto una vez más de manifiesto su ignorancia sobre la mayoría de los problemas y sin el menor afán autocrítico. Por último, el sistema de partidos y de gobernanza del Régimen del 78 ha aprovechado la circunstancia para demostrar de largo todas sus miserias, achacando a cuestiones partidistas lo que es una gestión global absolutamente deficiente, tanto por desconocimiento como por ineficiencia.

GESTIONAR LA SOCIEDAD COMO SI FUERA UN VIDEOJUEGO.

Los responsables de la gobernanza del Régimen del 78 –el Estado español– son con cada cambio generacional más incompetentes e irresponsables que el anterior.

Felipe González, al que tanto ahora critican, fue el que inició el camino de la destrucción de la economía productiva española, liquidando en muy buena medida la industria, la ganadería y la agricultura propia para dar satisfacción a las exigencias de Alemania y Francia a fin de que estos países dieran el visto bueno a la entrada en lo que en aquel entonces era el Mercado Común y que después se convertiría en la Unión Europea. Esas eufemísticamente llamadas «reestructuraciones» tenían como objetivo real la liquidación de la estructura productiva con la pretensión de evitar competencia interna a las dos grandes potencias señaladas de la UE. Felipe González era un auténtico profesional del engaño y la manipulación, con un nivel muy superior a los actuales gobernantes. Cuando desde el incipiente movimiento comunero criticábamos su línea de acción y denunciábamos que llevaría a la ruina a nuestro Pueblo, algunos de los que ahora le critican por defender su espacio común político (también del de una buena parte de estos “protestantes” de última hora) le apoyaban ciegamente y le consideraban “el mejor líder político de la historia española”. De similar forma que hacían con Juan Carlos I, el Emérito, al que no le veían más que virtudes, a pesar de las evidencias de que era un golfo y un criminal cómplice del franquismo.

Las denuncias y las batallas políticas hay que darlas en el momento oportuno, cuando ganarlas o perderlas va a tener una repercusión plena sobre el devenir político y, por tanto, sobre la vida de las personas. En los años setenta y ochenta del pasado siglo, la izquierda abertzale manejaba correctamente ese concepto del «criterio de oportunidad», y de ahí el impacto histórico de acciones como la ejecución del Presidente del Gobierno en 1973, Carrero Blanco, o la lucha contra la central nuclear de Lemoniz que impidió que esta se pusiera en funcionamiento. Cuando las denuncias se hacen 40 o 50 años después de ocurridos los hechos, simplemente llevan a la melancolía, y la melancolía políticamente no tiene utilidad alguna.

A Felipe González había que denunciarlo cuando puso en marcha su política liquidacionista de nuestra estructura económica en los años 80; o cuando puso en marcha la mayor operación de terrorismo de Estado en Europa occidental; o cuando ratificó nuestra presencia en la OTAN. Hacerlo ahora es esencialmente inútil.

Decíamos que cada nueva generación de políticos que asume la gobernanza del Régimen del 78 es más patética e incompetente que la anterior. La que sufrimos actualmente es difícilmente empeorable. Simplemente no tienen un marco conceptual de lo que está pasando. Su línea de acción en todo lo relacionado con la pandemia de la Covid-19, incluyendo el tema de las vacunas, lo pone de manifiesto. Y además no tienen proyecto de futuro que ofrecer más allá de la precarización, el empobrecimiento, la represión y el embrutecimiento generalizado, eso sí, todo en tecnicolor.

Abordan la gobernanza como si fuera un videojuego en el que los afectados y afectadas por los problemas son entes virtuales, y por tanto se puede cambiar de línea cada día o incluso cada hora. La coherencia y la planificación no son instrumentos que esa pandilla de ignorantes e incompetentes utilicen. Lo único que realmente les mueve es su mantenimiento en el poder para así disfrutar de los privilegios que ello conlleva. Se trata de controlar el chiringuito, aunque este sea cada vez más siniestro y esté más descompuesto.

Similar reflexión podemos hacer sobre las diferentes generaciones de la familia Borbón. Si Juan Carlos I es un golfo, un ladrón y cómplice y heredero del franquismo, su hijo Felipe sigue siendo un ladrón y un fascista de nuevo cuño, además con una personalidad con la cual es prácticamente imposible tener empatía alguna. No han podido hacer un ejercicio de sublimación de Felipe de Borbón porque es un personaje tan estirado y antipático que difícilmente se le puede dotar de carisma, aunque todos los medios de comunicación se empeñen en ello. Lo están guardando en una especie de reserva y han puesto en primer plano la defensa del Régimen de la Constitución del 78, que según ellos trajo la «democracia y el bienestar», a pesar de que algunas  de las grandes tragedias y crímenes que conllevó precisamente la construcción de ese Régimen  en contra del movimiento popular en diversas naciones del Estado, especialmente Euskal Herria, pero también Castilla y con mucha intensidad Madrid.

Fueron capaces de prescindir de Juan Carlos, cosa que hace unos años parecía muy difícil, y están dispuestos a que el papel de Felipe sea de menor rango que el de su padre –en buena medida decorativo-. Incluso están dispuestos a coquetear con un teórico movimiento republicano, eso sí, totalmente desdentado. Pero desde luego no están dispuestos a renunciar de verdad a la monarquía como forma de Estado porque esta es el pegamento que cohesiona al bloque dominante español. Por eso, aunque lo pongan -al menos circunstancialmente- en un plano secundario, la monarquía seguirá mientras siga el Régimen; y mientras eso ocurra no habrá futuro para nuestro Pueblo.

Ajusticiamiento Luis XVI

Oliver Cromwell en el siglo XVII removió en la Inglaterra de su tiempo a la monarquía y al régimen que conllevaba, lo que condicionó la ejecución del monarca Carlos I. Según la sentencia a la que fue condenado, se separó su cabeza del cuerpo mediante el sistema del hachazo, pues aún no se había inventado la guillotina usada contra los borbones en la Francia revolucionaria de finales del siglo XVIII.

La historia de Cromwell tiene muchos claroscuros, especialmente en el trato dado a Irlanda y a Escocia. Pero derrotó a la odiosa monarquía inglesa de la época e instauró un Régimen republicano. Y aunque la monarquía se restauró a su muerte en la figura de Carlos II, hijo del decapitado, el Parlamento inglés a partir de entonces fue siempre el núcleo de poder político más importante en Inglaterra. Aquella experiencia no representa por tanto un ejemplo global para el movimiento republicano en Castilla, pero sí en lo referente a romper de raíz con aquella institución que impide un proyecto de futuro para nuestro pueblo.

Ha llegado la hora de organizar la confrontación plena. Los sectores populares tenemos que estar a la cabeza de ese movimiento, pero hay que hacer una llamada a los sectores democráticos de las Fuerzas Armadas, Fuerzas Policiales, Guardia Civil… para que, si tienen un mínimo sentido patriótico de verdad, reflexionen sobre lo que está pasando y se pongan del lado del movimiento republicano, único instrumento que traerá la regeneración de nuestra sociedad y posibilitará un auténtico proyecto de futuro para nuestro Pueblo.

 

Castilla a 10 de septiembre de 2020

Izquierda Castellana

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