
-Documento aprobado por unanimidad por la Plataforma
en Defensa de la Sanidad Pública de Valladolid
el lunes 1 de junio.-
La pandemia Covid-19 no ha finalizado, ya veremos si hay nuevas oleadas, cosa perfectamente posible y que por lo tanto habrá que tener previsto.
Es muy conveniente hacer un balance global de lo que ha sido la gestión de la pandemia, tanto a nivel del conjunto del Estado como de la Comunidad de Castilla y León. Creemos que se puede afirmar ya que la gestión fue muy deficitaria en los dos niveles. No se corresponde con la verdad, y además es inútil, decir que en ningún país europeo lo hicieron mejor.
La Europa del Capital no tuvo un comportamiento en general muy ejemplar, pero ha habido diferencias sustanciales de unos Estados a otros. No ha sido lo mismo la gestión de la pandemia en Portugal o en Alemania que aquí, por poner dos ejemplos; y los resultados también han sido muy diferentes, tanto en tasas de mortalidad como en afectación del personal sanitario. Es bueno recordar una vez más que es en el Estado Español en donde, al menos hasta ahora, tenemos la tasa de mortalidad mayor de todo el mundo, exceptuando Bélgica; y fundamentalmente porque en ese país han hecho un recuento de las defunciones estrictamente riguroso. Somos también el primer país del mundo en afectación del personal sanitario.
A ello hay que sumar que las medidas de control social tomadas bajo el paraguas del Estado de Alarma fueron mucho más drásticas que en el resto de países europeos, muy en particular en relación con Portugal o Grecia. Esa línea de acción utilizada bajo el paraguas del Estado de Alarma ha supuesto la apertura de expedientes sancionadores a un millón de personas y alrededor de diez mil detenciones, algunas de ellas con auténtica brutalidad policial. Esa actitud nos puede poner sobre la pista de que esa realidad va encaminada más al control social que al control de la pandemia Covid-19.
Aquí se pasó de la actitud de despreciar totalmente la importancia de la pandemia a instaurar un auténtico “estado de pánico”, de “shock socio/emocional”. Ninguna de las dos cosas es útil.
Ante cualquier catástrofe, y la pandemia Covid-19 lo es, la actitud correcta y la única útil para superar la situación es la de la información científicamente comprobada, que por cierto sobre la Covid-19 hay muchísima desde finales de enero, especialmente aportada por China, pero también por las revistas médicas de probado prestigio internacional. Ello es lo que sirve para conformar un estado de ánimo colectivo lo más racional posible; y desde luego huir de las posiciones “partidarias”, no del debate político (que es otra cosa). El debate partidista fue lo que se estimuló hasta extremos realmente grotescos, que han dificultado la más mínima reflexión autocrítica desde el rigor.
Desde la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Valladolid, con nuestros recursos limitados, intentamos desde el mes de febrero aportar información y formación a la sociedad. Las charlas que iniciamos en ese mes, antes de la declaración del Estado de Alarma, iban en esa línea. Es muy necesario que continuemos y profundicemos en ese trabajo, porque sin la implicación de una mayoría social en el tema no hay soluciones auténticas.
La calidad de los Sistemas Sanitarios Públicos es ciertamente un elemento importante para la lucha por la salud de la población y también contra una epidemia. Pero una epidemia no es un sumatorio de personas enfermas de una misma patología, no. Es una sociedad que enferma por un determinado proceso de salud transmisible y, por tanto, la implicación del conjunto social, mas allá de los sistemas sanitarios, es clave para combatir y controlar una epidemia y mas aún si esta se convierte en una pandemia.
El balance de la evolución de la pandemia en países con sistemas sanitarios públicos con bastantes limitaciones pero con una potente organización social, tal como son los casos de Vietnam o incluso Venezuela, son un ejemplo de lo que decimos. Esta es una consideración en la que se debería de profundizar.
Hay además un par de cuestiones sobre las que también queremos reflexionar.
Habrá vacuna contra la Covid-19, no antes del invierno de 2021 pero la habrá; y esa cuestión ya tiene dos líneas claramente definidas: la de las multinacionales angloamericanas que la conciben como un gran negocio y la de China que, al menos en teoría, la concibe como una aportación al bien común, a la salud global. Además de todo lo relacionado con impedir que la vacuna contra la Covid-19 se convierta en un negocio y no en una aportación a la salud de la población, tendremos también, ya lo está habiendo, una confrontación muy importante en el plano mediático propagandístico. Los primeros que pongan en el mercado la vacuna y en las mejores condiciones sociales, verán reforzado su prestigio y su imagen a nivel internacional. Tendremos “guerra de vacunas”.
Probablemente la vacuna china y la angloamericana estarán disponibles simultáneamente. Trump está diciendo que se dispondrá de la suya para finales de año; eso es mentira y lo sabe perfectamente. A finales de año tienen elecciones presidenciales y necesita esos efectos propagandísticos.
Aquí, en el Estado español, se necesitarán decenas de millones de dosis. Su compra y su distribución exigen una gran planificación con el tiempo suficiente. Hay que exigir al Gobierno central que inicie el procedimiento de compra (en eso sí se debería de mantener la responsabilidad centralizada) teniendo muy en cuenta la oferta china. Que no pase como con los materiales para afrontar las primeras fases de la epidemia de la Covid-19, que por no prever se llegó tarde, mal y a rastras, y además se eligió de la peor forma a los proveedores, optando primero por la UE hasta comprobar, cosa totalmente previsible, que no iban a cumplir con sus teóricas obligaciones. Que todo este proceso que se tendría que estar iniciando ya, se haga de forma totalmente trasparente, estos “espacios de compras” son muy apreciados por la corrupción, tal como hemos podido comprobar en los meses pasados.
Hay además que empezar a planificar la campaña de vacunación, en todos sus pasos; y uno de los mas importantes es ¿por qué población se inicia la vacunación? En lógica sanitaria tiene que ser por la población de riesgo, de mayor a menor.
Esto tiene que hacerse con la mayor implicación social, tal como hemos dicho al principio de este escrito. No se puede hacer a espaldas de la gente.
Es necesario también hacer previsiones sobre la posibilidad, probable, de que haya nuevas olas epidémicas. No debería ser difícil hacer un plan de contingencia para esa eventualidad, partiendo de los errores que se han visto en la etapa que hemos desarrollado hasta ahora.
Algunas cuestiones que parecen claras en relación con este asunto:
- Reforzamiento real de la Atención Primaria y recuperación de las Zonas de Salud como ámbito territorial esencial para el control y la lucha contra la pandemia Covid-19 o cualquier otra que pueda surgir.
- Creación/reforzamiento de las unidades de salud pública, que en colaboración con la Atención Primaria han de desarrollar los llamados equipos de rastreadores.
- Aumento de las camas hospitalarias disponibles de forma racional y no al servicio de la propaganda política partidista.
- Realización de un registro real de UCIs disponibles tanto en la sanidad pública como en la privada y elaboración de un plan de utilización racional de esos recursos.
- Creación de stocks de material necesario: mascarillas, guantes, EPIs, respiradores, etc.
- Sistema de información riguroso y ágil que impida los bailes de cifras que hemos tenido durante la etapa actual de la pandemia y un conocimiento riguroso de su evolución.
- Creación de una institución pública y estatal de fabricación y distribución de medicamentos con la colaboración de las Comunidades Autónomas y de la farmacia militar.
Desde la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Valladolid vamos a poner en marcha la constitución de una Escuela de Salud para aportar a la sociedad, en la medida de muestras posibilidades, toda la información y formación posible. En coherencia con lo que hemos dicho a lo largo de este escrito, ese es un criterio imprescindible para luchar con eficacia contra la pandemia y en general por la salud