MUJER, CASTELLANA, FEMINISTA Y ABOLICIONISTA

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En este Villalar 2020, el día nacional de nuestro pueblo, desde el confinamiento no podemos dejar de hablar de las repercusiones presentes y futuras que tendrá la pandemia para las mujeres.

No hay, una incorporación de la perspectiva de género en los datos y en los análisis del impacto de la pandemia, ni tampoco un  reconociendo del papel preponderante de las mujeres en las crisis sanitaria.

Somos la primera línea de  lucha contra la enfermedad, somos las que sostenemos los trabajos claves para la supervivencia durante la pandemia, somos el puntal de contención del virus, somos las que mayor exposición al contagio tenemos, en especial el ámbito sanitario y de cuidados. Somos el 80 % del personal sanitario, medicas, enfermeras, auxiliares, celadoras, administrativas y personal del limpieza en hospitales y también en otros sectores claves, gerocultoras y auxiliares en atención a personas mayores, personal de farmacias, asuntos sociales, supermercados, empleadas de hogar y sin embargo, nos siguen silenciando en los medios de comunicación, donde importa más la opinión del otro 20%, donde el lenguaje inclusivo se ha perdido en los topicazos de siempre,  como el de “médicos y enfermeras” que se repite como un mantra, sin excepción alguna.

El confinamiento nos ha traído jornadas laborales más amplias, a las que se suman las cargas de trabajo y cuidados en el hogar sin límites de tiempo. La crisis sanitaria pone en evidencia la injusta organización social de los cuidados somos las mujeres quienes, de forma remunerada o no remunerada, realizamos la mayor cantidad de tareas de cuidados.

La pandemia tendrá un coste más alto para las mujeres, no solo desde una perspectiva de género sino también de clase, la crisis económica generada y la caída del empleo tendrán un gran impacto  en las mujeres que ya teníamos las mayores cotas de precarización económica, mayores tasas de temporalidad  y una brecha salarial de hasta el 30%, y donde los hogares monoparentales están encabezados por mujeres. Todo ello se traduce en empobrecimiento por razón de  género.

Otro gran impacto de esta crisis es sin duda el incremento de la vulnerabilidad de las víctimas de violencia de género. Las casas se han convertido en auténticas ratoneras para muchas mujeres. Como era de esperar este encierro ya se ha cobrado sus primeras víctimas. La violencia de género es una pandemia a nivel mundial, que se cobra miles de víctimas todos los años y que no tiene la misma repercusión en medidas y recursos.

Las mujeres prostituidas necesitan más que nunca recursos como víctimas de violencia machista para escapar definitivamente del cautiverio que les imponen los proxenetas, agravado por el confinamiento y el peligro para ser contagiadas. No entendemos que NO se actúe con contundencia contra puteros y proxenetas, no existe justificación alguna, para que se efectúen actuaciones de persecución y sanción a quienes por cualquier causa se salta el confinamiento y se esté siendo, tan laxo en el cierre de locales y casas de explotación sexual y con aquellos hombres que acuden a ellos. La cuarentena ha supuesto  un incremento masculino de la pornografía, el confinamiento pone en evidencia cómo desde el espacio doméstico se da el consumo simbólico de las mujeres como objeto sexualizado para la satisfacción de los hombres.

Todo ello se traduce en un incremento considerable de las brechas estructurales de género y de clase que ya existían antes de esta crisis.

Es el momento clave para cuestionarnos las formas y modos de producción y sobre todo, de reproducción de la vida. Es una oportunidad única para demostrar nuestra capacidad como movimiento feminista y luchar, aún con más fuerza, por ganarle el pulso a este sistema capitalista/patriarcal. Por eso ahora más que nunca hace falta feminismo como propuesta. Feminismo como visión de largo alcance. Feminismo como horizonte morado. Feminismo como resistencia.

Las luchas sociales contra las violencias machistas, contra la prostitución, la pornografía, los vientres de alquiler, por el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, por la justicia social, el trabajo digno, la vivienda, la salud, las pensiones y  la educación, no se podrán materializar sin un cambio de Régimen,  sin que se produzca un cambio fundamental en la forma de Estado. Solo asì  podremos empezar a construir una democracia política, social y económica que priorice las políticas feministas, porque una vez más seremos el pilar y el motor de la recuperación  en nuestra tierra.

No queremos terminar sin hacer un recordatorio a nuestra compañera Doris, referente en la lucha feminista de nuestra tierra.

 

POR UNA  REPÚBLICA FEMINISTA Y COMUNERA

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