
«La epidemia del coronavirus era evitable»
El infectólogo Oriol Mitjà, que dirige un ensayo para detener la transmisión del microorganismo, reclama responsabilidades por «la falta de previsión» en la gestión de la crisis
Aún no ha cumplido los 40 y Oriol Mitjà, infectólogo e investigador de la Fundación Lucha contra el Sida, ya ha tenido que lidiar con más de un enemigo invisible al ojo humano. Virus y bacterias son su tema. El médico (Arenys de Munt, 1980) ha encontrado en un viejo antibiótico la cura para el pian, una enfermedad tropical que genera malformaciones óseas y úlceras que desfiguran el rostro. También mantiene abierto un frente contra la bacteria de la sífilis, prima hermana del que causa el pian. Y ahora, por si todo ello fuera poco, se ha arremangado para dirigir, en colaboración con Bonaventura Clotet, un estudio en Cataluña para detener la cadena de transmisión del coronavirus administrando un antiviral a los casos positivos y otro antimicrobiano a sus contactos cercanos.
Mitjà, que hace semanas que estudia la progresión de la pandemia y que advierte del elevado riesgo de transmisión, se ha convertido en la piedra en el zapato, no sólo de virus y bacterias, sino también de los gestores sanitarios que han pilotado la crisis del coronavirus. En Twitter ha pedido la dimisión del Comité de Emergencia Español. El médico atiende a EL PAÍS desde su centro de operaciones, en las instalaciones del Hospital Germans Trias i Pujol. Todo, por supuesto, con el móvil y Skype, para reducir el contacto al mínimo -sólo unas fotografías- y predicar con el ejemplo. Las medidas de aislamiento social reducen los contagios, insiste.
Pregunta. ¿Esta crisis sanitaria era evitable?
Respuesta. Sí. Ha habido falta de anticipación e incapacidad para hacer previsiones y predicciones epidemiológicas de una epidemia evitable. El hecho de no evitarla ha comportado unas consecuencias en la salud pública y eso, en términos médicos, es la definición de negligencia.
P. Usted hace semanas que advierte que el riesgo de transmisión del coronavirus era más alto de lo que decían las autoridades. ¿Qué veía en sus modelos matemáticos?
R. La transmisión de una infección depende de tres factores: el número de contactos que tiene una persona, la capacidad del patógeno para transmitirse y la capacidad de infección. Utilizando estos parámetros nos dimos cuenta enseguida de que un solo caso en una localidad podía sembrar una epidemia y la llegada de tres casos era un riesgo de hasta el 60% que hubiera un brote local. Cuando hay 20 o 30 casos, ya es imparable y hay que hacer estrategias de control más agresivas.
Siempre nos dijeron que era imposible que llegaran casos importados. Cuando llegaron, dijeron que no habría casos autóctonos. Y cuando fueron autóctonos, dijeron que se podían detener las cadenas de transmisión con herramientas de salud pública muy débiles, como el aislamiento de casos y contactos. Al final, la epidemia creció.
P. ¿Qué ha fallado? ¿Ha sido miedo, exceso de confianza, tal vez?
R. No estoy seguro. Parece que, desde el momento inicial, no hemos tenido la capacidad de hacer unos análisis epidemiológicos detallados para comprender cuál era la situación. Nos hemos basado en el número de casos que había en el día a día en lugar de predecir qué es lo que podía pasar en el futuro. Este mensaje de calma ha sido perjudicial para hacer una planificación adecuada. Si tomas las decisiones sobre la base del número de casos que ves ese día, estos casos se infectaron hace una semana y esto quiere decir que en este momento estás mucho peor. Y para poder sobreponerte a una epidemia de estas características necesita ir por delante de la epidemia. Parece que siempre hayamos ido a remolque, por detrás.
P. ¿Qué debería haber hecho?
R. Hay diferentes estrategias. Varios países han tomado medidas diferentes, pero todas contundentes. China hizo un confinamiento masivo, pero Corea del Sur lo que hizo fue hacer cientos de miles de pruebas para detectar los casos muy rápido.
Aquí ha habido tres errores: primero, una incapacidad de hacer previsiones; segundo, un error de la comunicación, que ha sido opaca y ha perjudicado a los gestores y planificadores sanitarios para poderse preparar y tomar decisiones antes de que llegara la crisis y no durante; y tercero, las dudas a la hora de tomar decisiones críticas, hay que ser tajantes y ejecutar los planes sin perder tiempo en reuniones y dubitaciones.
P. ¿Las medidas actuales son suficientes o están siendo negligentes?
R. En los últimos tres días se han empezado a tomar medidas, pero la situación es grave porque hemos dejado que la epidemia avanzara demasiado. Nos encontramos en un situación en la que hay falta de material médico, desbordamiento de los hospitales, un crecimiento incesante del número de casos para que el confinamiento no está siendo efectivo y un movimiento de poblaciones infectadas que están saliendo de zonas altamente epidémicas hacia otras regiones de España, como es el caso de Madrid, y viajeros que fueron a Galicia y la costa de Valencia. Por eso ahora las medidas que se necesitan son más agresivas y serán insuficientes las que se han tomado hasta la fecha.
P. ¿Qué más se puede hacer?
R. Me asusta que el metro de Madrid y Barcelona fuera lleno para ir a trabajar. Hay que parar todo el transporte público. No puede ser que haya transporte intraurbano y entre ciudades, porque incrementa el riesgo de propagación de la epidemia en diferentes regiones. Hay que parar todo el trabajo, aunque sea un esfuerzo económico, vale la pena hacer el sacrificio ahora para no alargar la agonía.
Si hacemos las cosas bien, en dos semanas, podríamos reducir la transmisión significativamente. China consiguió reducir en este tiempo la tasa de reproductibilidad básica un 55%.
P. Y después, qué?
R. Una vez hayan pasado las dos semanas, este pico epidémico, y nos aseguramos de que los hospitales han tomado un poco de oxígeno y vuelve a haber camas libres, se puede volver a abrir el país pero tomando medidas de precaución. Se puede hacer un plan de sostenibilidad, con capacidad para identificar rápidamente los brotes y potenciar el uso de pruebas diagnósticas por si hay algún rebrote y detectarlo de inmediato.
P. ¿Alguien debe asumir responsabilidades por esta crisis?
R. Sí. Es necesario que haya un recambio en las personas que están dirigiendo esta crisis y un nuevo plan de acción, en el que nadie tenga miedo de actuar o ejecutar acciones. El país está en la UCI y el médico que lo trata ha cometido errores. Es mejor cambiar de médico mientras aún estamos a tiempo y no lamentarse cuando no haya solución.
P. ¿El coronavirus ya no se irá?
R. No. En la primera ola es más grave porque nos coge poco preparados, no tenemos mecanismos para responder y afecta a un número más elevado de población porque no hemos desarrollado inmunidad. Tampoco hemos tenido capacidad de desarrollar herramientas para combatirlo, como fármacos o vacunas.
Esperamos que, cuando llegue el verano, haya una bajada de los niveles de incidencia y el invierno que viene ya estaremos preparados porque tendremos protocolos, conoceremos el virus y tendremos herramientas para combatirlo.