
COVID-19, un grave problema, pero también una gran oportunidad
En el año 1981 asistimos en el Estado español a una tremenda epidemia que provocó más de 1.000 muertes y 10.000 afectad@s, y que tuvo su origen en la usura: la Epidemia del SAT, más conocida como la Epidemia de la Colza. Esa epidemia demostró que el Sistema Sanitario existente en aquel momento, el heredado del franquismo, era incapaz de afrontar un problema de salud de aquella envergadura. Conjuntamente con otras circunstancias, este hecho precipitó la exigencia de la construcción de un Sistema Sanitario de calidad, público y universal. Cuestión que de alguna manera cristalizó en la Ley General de Sanidad del 14 de abril de 1986. En este ámbito, en el del modelo sanitario, fue realmente en el único sobre el que se puede decir que hubo una ruptura real con el franquismo. Desde el inicio de la puesta en marcha de este, de una forma solapada al principio, pero totalmente frontal a partir de mediados de los 90 del pasado siglo, diferentes sectores económicos, mediáticos y políticos lanzaron una ofensiva estratégica contra el Sistema Sanitario Público y a favor del modelo privado, eso sí, bajo formas turbias tipo gestión pública-privada; conciertos; colaboraciones…
La crisis del 2008 fue una gran oportunidad para los impulsores de las privatizaciones y la mercantilización de la Sanidad. Los tremendos recortes presupuestarios y de personal, más de 70.000 personas en todo el Estado, han deteriorado la capacidad y la calidad del Sistema. La epidemia del coronavirus lo está poniendo de manifiesto, especialmente en Madrid, en donde la privatización impulsada por los diferentes gobiernos de la derecha liderados por la Sra. Aguirre alcanzó su paroxismo. No es casualidad -por supuesto que influyen otros factores y circunstancias- que sea en la Comunidad de Madrid en donde la epidemia tenga una mayor incidencia, pero sobre todo un mayor descontrol.
Cuando la epidemia de la Colza, las movilizaciones sociales, la lucha de l@s afectad@s y de los sectores de la población solidarios, fueron un factor clave para que se dedicase más recursos de todo tipo a la investigación de la epidemia y al tratamiento de l@s afectad@s. También sirvió para que se dirimieran las responsabilidades penales y administrativas sobre tal cuestión.
En esta ocasión pretenden que las gentes, que el pueblo, se quede al margen de la deliberación y de la toma de decisiones. Pretenden que la gente actúe como rebaño descerebrado, siguiendo única y exclusivamente las consignas de las televisiones.
Los que hace muy pocos días decían que esta epidemia tenía menor importancia que las estacionales de la gripe nos sitúan ahora ante un escenario apocalíptico. Dos “especialistas” en enfermedades infecciosas firman un artículo en El País (10-03-202) en el que entre otras cosas se dice que “es posible que no podamos evitar un millón de infecciones”, así, sin aportar el menor dato que sirva para argumentar tal cuestión. En China, lugar en el que la epidemia está en fase de clara remisión, el número de infectad@s ha sido de 80.778 y, el número de personas que fueron atendidas en relación con la epidemia, no alcanzó las 675.886. Hoy la cifra oficial de afectados en España, según las cifras del ministerio de Sanidad del día 10 a las 18h, está en las 1.639 personas. Seguramente esta última cifra habrá que multiplicarla por 4 o 5, pero de ahí a un millón de personas parece un cálculo muy poco probable, incluso aunque se dejara que la epidemia siguiera lo que se denomina “el curso natural”.
La gran pregunta es el porqué de ese cambio de paradigma, desde el nihilismo más irresponsable al tremendismo más interesado. Las respuestas no parecen difíciles.
En los inicios de la epidemia en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei en la China central, se consideraba que aquello era un problema exclusivamente chino, y muchos se frotaban las manos e hipervaloraban algunos de los potenciales errores cometidos, como el trato dado al doctor Li Wenliang, o las medidas de aislamiento y cuarentena de la población, por cierto siempre bien organizada, perimetrada y localizada. ¿Hay algún plan previsto aquí para llevar comida a los domicilios de personas en régimen de aislamiento? Los más entusiastas soñaban con que la epidemia del COVID-19 podía ser el principio del fin del Régimen chino. ¡Cuántos cuentos de la lechera! Pero en esto, y como en un viaje de Marco Polo a la inversa, el virus COVID-19 se presentó en el Norte de Italia, y en mayor o menor medida, en Europa, especialmente en el Sur del continente, y ya la cuestión adquirió otro carácter. Los sueños de que el virus COVID-19 podía servir para derrumbar al Régimen chino se convirtieron en pesadilla para los débiles regímenes de Europa del Sur. A ver si al final resulta que es aquí en donde la epidemia va a hacer tambalear al establishment, parece que se han preguntado algun@s.
Hoy es más necesario que nunca informar con rigor, debatir democráticamente y asambleariamente sobre nuestro sistema de protección de la salud y sobre el cómo lo han vampirizado en los últimos años con el deterioro consiguiente, y también sobre la epidemia del COVID19; aún estamos a tiempo de reconstruir un gran Sistema de Salud Pública. La epidemia del Coronavirus es un grave problema, pero también puede ser una gran oportunidad.
Desde esta página, desde el primer editorial que le dedicamos al tema (I, II, III) “En esto llegó el coronavirus” “la epidemia del COVID19, algo más que un problema de salud pública”, “el COVID19, algo más que un problema de salud publica”, reflexionamos sobre la importancia y gravedad del asunto, cuando casi nadie se lo tomaba en serio, pero no podemos permitir ahora que esos mismos utilicen la situación para intentar limitar el ejercicio de las libertades, porque no hay razón para ello. Nos parece muy sensato que se suspendan las Fallas, por los riesgos que su celebración conlleva, o que se limite el número de asistentes a diversas actividades, pero que se suspendan actos informativos u otras actividades reivindicativas no tiene la menor base científica, y solo se justifica en el intento de impedir la organización de la respuesta popular al problema al que nos enfrentamos, que fundamentalmente es el del modelo del capitalismo neoliberal. Y eso no lo vamos a permitir.
Sería muy conveniente sin embargo dotar de mascarillas y guantes protectores a aquell@s que tienen un trabajo de cara al público; adquirir termómetros digitales; instalar sistemas para la limpieza de manos en puntos de fácil acceso; hacer desinfección sistemática de vehículos de transporte público y de instalaciones de esa naturaleza; surtir a los hospitales de material suficiente para hacer las pruebas serológicas a tod@s l@s sospecho@s, así como el material en general, entre otras cosas. Pero eso, que es lo elemental y la auténtica forma de combatir la epidemia, no lo hacen porque no les sirve para manipular a la opinión pública y, además, cuesta dinero.
Para acabar este artículo, y en relación con el título que lo encabeza, cabe decir que la epidemia del COVID-19 es un problema de salud importante, pero que de la misma forma que ocurrió con la epidemia del SAT en 1981 puede ser una gran oportunidad para tomar conciencia social no solo de la necesidad de tener el mejor Sistema Sanitario público posible, sino también sobre la necesidad de tener el mejor modelo social y económico posible. Los defensores del neoliberalismo y la privatización pretenden, aprovechando la actual coyuntura, dar un paso adelante en la uberización de la sociedad y del Sistema Sanitario en particular. Cuando nos hablan de “telemedicina” están utilizando el mismo concepto que para las “telepizzas”, algo que no podemos consentir. Desde luego, el modelo chino ha demostrado una significativa superioridad con respecto a los modelos capitalistas occidentales, muy especialmente en relación con el de los EEUU. Tenemos que luchar contra la epidemia del coronavirus, pero tenemos que luchar y derrotar también al virus de la Corona y al del capitalismo ultraliberal.
Salud y República.
Izquierda Castellana, 11 de marzo de 2020