8 DE MARZO 2020

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El 8 de Marzo ha llegado y nos toca hablar de lo que vivimos todos los días, desde la rabia y la indignación, de la violencia que se ejerce sobre las mujeres por el hecho de ser mujeres y con el objetivo de sostener y reproducir el sistema de dominación patriarcal/capitalista. La violencia machista tiene, por tanto, un carácter sistémico, continuado y que se expresa en todos los ámbitos de la vida pública y privada, que es sustentada por las instituciones, los medios de comunicación y ejecutada por los varones beneficiarios directos del sistema patriarcal. La violencia tiene muy diversas expresiones, que incluyen el asesinato como una de las más crueles.
La violencia machista ha aumentado en los últimos años, con cifras que dejan más de cien víctimas de feminicidios cada año, más de mil en el último decenio, se presentan ciento cincuenta mil denuncias por maltrato cada año, se contabiliza una denuncia por violación cada 8 horas, y las agresionessexuales en manada se disparan. El sistema patriarcal y neoliberal utiliza la violencia para asegurarse la dominación sobre el conjunto de mujeres como grupo. El patriarcado y neoliberalismo necesitan de la violencia para su perpetuación.
Hay que visibilizar la violencia contra las mujeres en todas sus formas, consideramos que la prostitución es una forma más de violencia machista. Lo creemos así porque esta actividad supone poner el cuerpo de las mujeres al servicio de la voluntad de los hombres y del sistema prostitucional que se creen con derecho de que existan mujeres disponibles para satisfacer sus necesidades sexuales en todo momento.
La prostitución representa una realidad brutal, la realidad de aquellas en cuyos cuerpos se siguen escribiendo las reglas del patriarcado, en estos tiempos de alianzas brutales entre el neoliberalismo salvaje y una cultura machista que genera negocios millonarios. El Estado español se encuentra entre los tres primeros países de Europa en demanda de prostitución, es uno de los principales destinos de turismo sexual en Europa. Contamos con más de 1.500 clubes de prostitución. Es un negocio que mueve cinco millones de euros diarios y genera más beneficios que el narcotráfico. Sabemos que mientras la legislación continúe siendo tolerante con la prostitución y no ponga el foco en la demanda y el proxenetismo, no va a ser posible acabar con la trata de mujeres y niñas.
Hay que poner el punto de mira en los sujetos que hacen posible la continuidad del sistema prostitucional, quienes lo convierten en una de las mayores formas de explotación del planeta, el dominio masculino y, en paralelo, de la plena disposición sexual de las mujeres. Mientras no cuestionemos la explotación económica de las mujeres, incluida la que supone convertir su sexualidad en mercancía millonaria, y mientras no cuestionemos la concepción masculina de la sexualidad desde la que se administra el amor o el deseo, seguiremos asistiendo  a la gran servidumbre del siglo XXI, que afecta de manera muy específica a las mujeres prostituidas, pero que también se extiende a otras formas de esclavitud y explotación y sexualización que sufrimos las mujeres.
Es necesario y urgente que nos revelemos contra esa masculinidad que hace del prostíbulo su santuario y de las mujeres prostituidas un objeto al cual violar, maltratar y un espejo en el que verse al doble de su tamaño. Mientras no nos comprometamos, de palabra y acción, con la persecución y sanción de puteros y proxenetas y del sistema patriarcal que los sostiene y ampara, seguirá habiendo esclavas en las cunetas y hasta algunas que creerán que lo hacen por libre elección. La igualdad y la prostitución son radical y esencialmente incompatibles.
Es la prostitución quien silencia, enmudece, utiliza y subordina a las mujeres, a sus deseos, fantasías, gustos y necesidades sexuales para servir al putero y a sus deseos. El feminismo abolicionista pone en cuestión una sexualidad heteronormativa y coitocéntrica que concibe que las mujeres están por y para satisfacer sexualmente al hombre, defendemos relaciones sexuales igualitarias, libres, consensuadas, recíprocas y placenteras. Las abolicionistas queremos la igualdad para todas las mujeres, queremos eliminar el estigma social de las mujeres prostituidas para situarlo en los victimarios, en los puteros y los proxenetas que crean y sustentan esta industria de explotación de mujeres y niñas.
Exijamos que, con la mayor urgencia, presenten una ley que castigue duramente la trata y el proxenetismo y que persiga el consumo.  Una ley clara, contundente y eficaz. Una ley que, desde el día siguiente de su promulgación, cierre prostíbulos, puticlubs y lleve a la cárcel a todo aquel que directa o indirectamente se lucre o beneficie con la prostitución de otra persona.
Hoy reivindicamos una sociedad libre de opresiones, de explotación y violencias machistas
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