
La sociedad en que vivimos está controlada por un Régimen patriarcal, capitalista, nacionalista español y antidemocrático, con expresiones dramáticas de violencia en cada uno de esos aspectos.
Cuando el movimiento popular avanza en alguno de esos frentes, y muy particularmente si ese avance tiene un reflejo material, la reacción en contra de él es especialmente virulenta. Este fenómeno se ha podido observar muy nítidamente en relación con el avance del movimiento soberanista y republicano en Cataluña en los últimos tiempos, pero se puede vislumbrar aún mejor si hacemos una observación con cierta metodología sobre el movimiento feminista y en general en sobre el movimiento en defensa de los derechos de las mujeres.
La violencia de género debe entenderse como aquella que se ejerce sobre las mujeres con el objetivo de sostener y reproducir el sistema de dominación patriarcal/capitalista, y que tiene por tanto un carácter estructural, continuado y que se expresa en todos los ámbitos de la vida pública y privada; violencia que es sustentada por las instituciones y los medios de comunicación, y ejecutada por los varones beneficiarios directos e inmediatos del sistema patriarcal. Esa violencia tiene muy diversas expresiones, que incluyen el asesinato como la más cruel, pero que en esta situación de desigualdad, en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres, no se pueden olvidar las demás violencias que conllevan un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas de tales actos, la prostitución y los vientres de alquiler. La violencia de género, en definitiva, es la manifestación más brutal de las desigualdades entre hombres y mujeres.
El movimiento feminista había conseguido en los últimos años que determinadas actitudes tuviesen un elevado coste social para quien las defendiera. La lucha contra las agresiones sexuales y la violencia de género tenía ganada la batalla de la opinión pública. Sin duda hay una reacción patriarcal al avance del feminismo, del empoderamiento de las mujeres. Esta reacción trata de frenarnos para poder seguir reproduciendo su sistema. Se ve claramente con el papel de Vox de azuzar el machismo, pero no solo; también lo estamos viendo en la justicia patriarcal, en los medios de comunicación…
Vencer hoy al Régimen monárquico y patriarcal no solo es cada día más necesario, sino también más posible. El feminismo debe ser punta de lanza en esta lucha. Sin romper con el Régimen no habrá posibilidad de comenzar un proceso constituyente donde defender y construir un proyecto digno, feminista, de auténtica lucha contra la violencia patriarcal. La organización, el movimiento popular la lucha constante en todos los ámbitos debe seguir, porque no podemos permitir ni un paso atrás.
En estos últimos años se están dando grandes avances, pero nos queda mucho por delante. Es clave poner en valor la fuerza del movimiento feminista, el empuje de las miles de mujeres jóvenes que son parte de él, la importancia de la presencia y arraigo que más allá de las grandes ciudades está teniendo también en los medianos y pequeños pueblos de Castilla. Hoy 25-N, Día contra la Violencia de Género, en nuestras calles volverá a oírse “Ni una menos”, “ni una más”, “no es un caso aislado, se llama patriarcado”, “machismo mata”, “basta ya de justicia patriarcal”…
Hoy gritaremos de nuevo: ¡nos queremos vivas, libres, seguras… y feministas!
Izquierda Castellana, 25 de noviembre de 2019