
Uno de los grandes mantras del trasvasismo es que, desde la cuenca del río Tajo, únicamente se derivan las aguas consideradas “excedentarias”. Es decir, que solamente se trasvasa por encima de cierto volumen -los famosos 400 hm³ en conjunto en los embalses de Entrepeñas y Buendía- que habría de ser suficiente para garantizar en todo momento todas y cada una de las demandas (incluidas las ambientales) de los usuarios del río Tajo.
Sabemos, sin embargo, que eso no es del todo así. No sólo por haberse cercenado sistemáticamente los caudales ecológicos en Aranjuez, Toledo y Talavera (llegando incluso a la reciente sentencia del Tribunal Supremo), sino también por haber ignorado sistemáticamente otras demandas (recreativas, abastecimiento de Madrid que se ha cargado al río Alberche, desarrollo de regadíos previstos en la provincia de Toledo, etc.). Y, lo que es más preocupante de todo: porque no parece haber tenido en cuenta ni la reducción de aportaciones desde los años 80 ni la grave incidencia del cambio climático que está por venir, como tampoco la consideración en el Memorandum de las demandas aguas abajo de Aranjuez, de manera que ese famoso umbral de 400 hm³ en Entrepeñas y Buendía se muestra en realidad totalmente insuficiente.
Desde esta página hemos advertido en reiteradas ocasiones del fuerte ajuste que debemos llevar a cabo en la cuenca del Segura ante este difícil panorama, tantas veces negado por los adalides del trasvasismo. Pero puede que ese negacionismo desde el ‘lobby’ sea porque confían en doblegar, una vez más, las llamadas a la buena gestión del agua y seguir juntando en la carrera hacia el colapso hidráulico.

Si es de esperar que el grueso de la lucha se sustanciará entorno al establecimiento de un régimen ambiental de caudales, así como en la atención del abastecimiento de Madrid, parece abrirse un nuevo nuevo frente en esta batalla: la atención de las demandas del Tajo en tiempos de sequía, a fin de no elevar el umbral de 400 hm³ o incluso elevar artificialmente las existencias en Entrepeñas y Buendía para justificar trasvases adicionales.
Y es que, aunque lo razonable sería gestionar mejor la capacidad de regulación hiperanual de los embalses de Entrepeñas y Buendía, vienen escuchándose de un tiempo a esta parte llamamientos a “controlar las aguas subterráneas” de “los acuíferos carbonatados del Alto Tajo, como posible reserva estratégica de apoyo a los caudales a trasvasar al ATS [Acueducto Tajo-Segura] en períodos de sequía” (véase entrada de Acuademia.com del 12 de junio de 2018, relativo a la Memoria Anual 2017 de la Confederación Hidrográfica del Tajo, pero que ya apareció en la Memoria Anual de 2014).
Ahora, poco a poco -en forma de fina lluvia, que cale en la opinión pública- van llegando nuevas informaciones como las aparecidas ayer sábado 2 de noviembre de 2019 el noticiario de Antena 3 TV:
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Pese a la poca información hecha explícita en la noticia, que permitiría juzgar mejor las intenciones de los gestores del líquido elemento, el sentido de la noticia parece evidente: si no hay agua suficiente para trasvasar y atender las demandas del Tajo, podría recurrirse al acuífero que yace bajo el embalse de Buendía -perteneciente a la MASb Entrepeñas- o alguno de los existentes en la cabecera -como el acuífero de Priego (MASb Tajuña-Montes Universales)-.

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La “solución” en todo caso tendría las patas muy cortas, pues –como ya explicamos en otra entrada– la regulación de caudales con recursos subterráneos (mediante pozos de sequía) en realidad no es más que traerse al presente las aguas que drenarían al río en todo caso -pero un poco más tarde-: son una operación de “endeudamiento” hidráulico, de traerse agua del futuro.
La pregunta lógica es ¿realmente son tan cortoplacistas, o es que ven allí un filón -como ya hicieron en el Segura- de apropiarse de caudales que legalmente no les corresponden? La hidrogeología nos dará más pistas, y si se eligiera la MASb Entrepeñas (la cual tiene una posible relación con la cuenca del Guadiana) o algún nivel profundo no inventariado que drenase aguas abajo de los embalses de cabecera (y por tanto al margen de las reglas de explotación actuales), cabría sospechar que es lo segundo. De hecho, en cierta manera, incluso el uso de pozos de sequía ya existentes en las cuencas del Jarama y Guadarrama -para abastecer a la ciudad de Madrid- podría considerarse en esa línea, al servir en parte para desafectar a la cabecera del Tajo de dicho abastecimiento y seguir dejando en desuso la ETAP de Colmenar de Oreja -que nos costó a los contribuyentes la friolera de 63 millones de euros, y ahora languidece bajo el vandalismo-.
Todavía no se puede confirmar ni desmentir al 100% estos proyectos, pero en cualquier caso… ¡estaremos atentos a la jugada!
