
Restos de personas asesinadas en el monte de Estépar, donde parece ser están también los restos del músico Antonio José
Por Juan Vallejo
Colaborador de la Coordinadora por la Recuperación de la Memoria Histórica CRMH Burgos
La bufonada de la Casa de Cultura de Gamonal crea de nuevo desasosiego, cuando no indignidad a los que, año tras año, tratan de devolver los restos de los asesinados a sus familiares.
Junto al músico fusilaron a otros demócratas republicanos, a su hermano días después, al chaval recadero de la imprenta donde trabajaba. A estos no hay homenajes que valga. Tampoco a los miles de republicanos y paisanos que cayeron por los barbechos y cunetas de este maldito país. O al sillero de Villamayor de los Montes, pongo por caso. Claro, estos no venden.Ahora se abonan al nombre del músico una serie de personajes adictos y colaboradores del Diario de Burgos, el medio que más daño ha hecho a la sociedad burgalesa y a la Memoria. No se destacó este medio por la libertad de los presos en ese laboratorio del crimen que fueron el Penal de Burgos y la abadía de Cardeña cuando fue campo de concentración de los Brigadistas y el doctor Vallejo-Nájera trataba de descubrir el gen rojo de los cerebros demócratas. Más bien lo contrario. Apoyó a la dictadura hasta ayer. En su vida han sacado un puñado de tierra de las fosas, ni puesto un duro para recuperar los cadáveres. Eso sí: prestos para nutrir su ego, ahora van a cantar la tarara en el escenario de Gamonal.
Algún participante de este homenaje a Antonio José se presenta después de haber denigrado la memoria de Antonio José en un desafortunado pregón. Poco menos que pasaba por allí cuando le mataron. Ahora, tal vez, quiera resarcirse del agravio.Pero, ¿dónde estaban antes? Sí, cuando los fríos y los soles aplastadores hurgando la tierra como lo hicieron los chavales de Aranzadi y familiares de los muertos, y los miembros de la Coordinadora para la Memoria de Burgos, que en un esfuerzo tremendo desvelaron la gran canalla del fascismo en Burgos en los lugares en donde yacían los compañeros vilmente sacrificados. Esos sí que pueden hacer homenajes a las víctimas con todo el derecho del mundo. Pero son grandes, humildes, no entran en las parafernalias a las que el diario de Méndez Pozo suele y algunos de los bufones que hoy la emprenden con Antonio José.
También la Universidad, que en un oportunismo audaz, trata de instalar en su pedagogía lo imposible. Más les valiera nutrir de democracia sus aulas y de profesores válidos.
Dejen en paz al músico. Aún bajo tierra. Mejor tal vez. Probablemente, en otro caso, el circo se trasladaría a su tumba para escarnio e inri del resto de los fusilados.
“El magisterio de esa cruenta bestia que es la Historia, no instala en sus anales homenajes de esta naturaleza. Carecen de sentido, de trascendencia. De otro modo: queda pervertida la realidad, que no es otra que la de los silencios de los héroes, ocultos, anónimos. Esos que llevan 80 años entablando relación con los dioses del olvido, sin otro contacto que las manos de los muchachos que les despiertan. De ellos reciben su ternura, la caricia primera que el liquen quiso arrebatar.”