LA PROSTITUCIÓN UNA CUESTION DE GÉNERO

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La violencia contra la mujer es un fenómeno social claramente arraigado en nuestra sociedad, de carácter estructural por tanto, que viene funcionando como mecanismo de control y de ejercicio del poder patriarcal hacia la mujer con independencia de su estatus social, cultural, económico…

La prostitución es una institución patriarcal, un mecanismo de control que asegura el control de las mujeres y, no sólo de las mujeres en situación de prostitución, sino del conjunto de las mujeres como grupo, de la misma forma que otros mecanismos del sistema patriarcal aseguran y refuerzan nuestra posición de subordinación como grupo, como clase, aunque podamos no sufrir de forma individual ese mecanismo concreto de control.

La prostitución representa dos tipos de desigualdades:

  • La desigualdad por razón de género, la desigualdad entre hombres y mujeres. La prostitución es el máximo exponente del sometimiento de la mujer a los deseos del hombre.

  • La desigualdad existente entre países pobres y países ricos, con el peligro de que las mujeres que emigran de países pobres en busca de oportunidades se conviertan en mujeres doblemente explotadas.

El negocio de la prostitución representa cada año entre 5.000 y 7.000 millones de dólares en el mundo e implica un tráfico de 4 millones de personas, en su mayoría niñas y mujeres, para fines de explotación sexual, según un informe presentado en la Eurocámara. Este mercado está muy estructurado y organizado y eficazmente controlado por redes de proxenetas que actúan a nivel local, regional e internacional.

La prostitución produce también beneficios indirectos. El diario el País facturó en el año 2001, más de 457.392.240 pesetas por la inserción de anuncios de contactos.

El mercado prostitucional se abastece de mujeres procedentes de: Ucrania, Rusia, Ecuador, Colombia, Nigeria, Sierra Leona, etcétera.

Y desde el comienzo de la crisis aumenta el número de mujeres locales.

Dos factores desencadenantes de esta situación:

Existe una clara relación entre crisis económica y políticas neoliberales y emigración con el fin de dedicarse a la prostitución. El aumento de la pobreza en el Tercer Mundo ha repercutido especialmente en las mujeres aumentando su vulnerabilidad, convirtiéndose en una de las principales causas que conducen a las mujeres a emigrar con el motivo de prostituirse en los países ricos.

Las políticas restrictivas en cuanto al acceso de población proveniente de ciertos países obliga a depender de las mafias y redes clandestinas como vía para la entrada en Europa, lo que propicia la explotación por parte de las redes que controlan el tráfico.

La prostitución como institución ha de ser analizada poniendo en el centro del análisis y de la observación a los prostituidores, a los hombres que acuden al mercado prostitucional.

Los prostituidores no buscan establecer una relación con una persona, por la que previamente se siente atraída, no busca una relación con una mujer concreta por la que se siente especialmente atraído, sino que busca un mero contacto físico.

El prostituidor – cliente- lo que quiere es una relación con un cuerpo, con un cuerpo femenino que se adapte, a la carta, a sus apetencias del momento. Por lo que estamos ante un mercado de cuerpos. En los países como Holanda donde la prostitución está organizada, las mujeres, o mejor dicho los cuerpos de las mujeres están expuestos tras los escaparates para que los clientes puedan contemplar y elegir la mercancía más fácilmente.

Esta oferta de cuerpos femeninos, recuerda las ofertas de otras mercancías tras los escaparates de los supermercados, de las tiendas.

Esta construcción y aceptación de la sexualidad masculina es la que ha legitimado durante siglos el ACCESO AL CUERPO DE LAS MUJERES MEDIANTE LA FUERZA, (violación). La prostitución es la misma cara de la sexualidad masculina en éste caso es el consentimiento social, del grupo al acceso por precio al cuerpo de las mujeres, es una violencia remunerada”. Estamos en contra de la distinción entre prostitución forzada y voluntaria, porque en ambas situaciones hay un modelo único de dominación masculina.

¿Por qué el movimiento feminista estamos en contra de legalizar la prostitución?

Reglamentar la prostitución es organizar un mercado de cuerpos femeninos, que surta, asegure, permita y abastezca las demandas masculinas de cuerpos de mujeres. Reglamentar equivale a aceptar, a consentir, a normalizar, a legitimar ese acceso masculino a nuestros cuerpos. Y esto no contribuye a nuestro estatuto de igualdad, sino que por el contrario reafirma nuestra desigualdad.

Medidas a tomar para luchar contra la violencia de género.

Trabajar por una sexualidad no sexista y por un modelo de relaciones sexuales en igualdad en el cual la mujer tiene derecho a una sexualidad negada hasta ahora, cuestionando el modelo masculino de sexualidad que es lo que representa la prostitución.

Hacer hincapié en la necesidad de fomentar la educación sexual en las escuelas, incluida la información sobre el tráfico de seres humanos, ya que en la actualidad el enfoque de esta es «demasiado biológico»,

Perseguir penalmente a aquellos que se lucran, organizan, mantienen, explotan, consienten la explotación de la prostitución ajena y perseguir a aquellos que demandan servicios de sometimiento sexual, articulando todos los mecanismos posibles de protección y apoyo a las personas en situación de prostitución, que en ningún caso podrán ser perseguidas, cuestionadas o estigmatizadas.

Penalización de todas las formas de prostitución de otra persona con o sin el consentimiento de la persona prostituida. Nadie tiene derecho a organizar negocios en los que se vulneran derechos fundamentales de otras personas aunque esta persona consienta en ello.

Deslegitimación, visualización y exigencia de responsabilidades directas al que demanda servicios de sometimiento sexual o actos de ejercicio de poder.

Prestar apoyo y dar oportunidades reales a las mujeres en situación de prostitución para posibilitar una vida en condiciones de igualdad

Habilitar recursos sociales, laborales y económicos suficientes, que permitan a las mujeres en situación de prostitución abandonar esta práctica de esclavitud y violencia sexual.

Nosotras las mujeres, y sobre todo las mujeres feministas sabemos mucho del cambio de estructuras en la sociedad, por ello, no vamos a perpetuar una de las formas más extremas de violencia y desigualdad social, sino que vamos a seguir luchando por su erradicación.

Izquierda Castellana

Castilla a 3 de febrero de 2016

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