Mariano Rajoy está tocado.

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El espectáculo de las dos sesiones de investidura fallidas de Rajoy como candidato ha sido simplemente esperpéntico, ciertamente patético. El Régimen del 78 ya no puede dar otros frutos por su total putrefacción.

El candidato a la Presidencia no hizo sus discursos para convencer a nadie más de los que ya estaban convencidos, no se dirigió al conjunto del Parlamento, ni tan siquiera al conjunto de la ciudadanía; se dirigió exclusivamente a su parroquia, a ese tercio de la población que conforma el bloque social que apoya y se siente plenamente identificado con la derecha española, en cualquiera de sus variantes y cualquier circunstancia, para cohesionarlos aún más. Y se dirigió también a los poderes fácticos españoles e internacionales, confiando en que la suma de ambas cosas ejerzan la suficiente presión como para que después de las elecciones gallegas y vascas se den las condiciones para que se pueda constituir un Gobierno español, aunque sea en precario y por tiempo limitado, que pueda llevar adelante las exigencias que tales poderes fácticos exigen, y que la parroquia de la derechona española no ve con malos ojos.

Sería estupendo que ante esta estrategia liquidadora hubiera otra enfrente, alternativa, de las clases trabajadoras y Pueblos del Estado español; y la habrá, pero de momento aún no la hay. Y tal como se vio en los debates de investidura la única alternativa actualmente madura y en marcha que hay frente a la de la derecha corrupta y protofascista española es la estrategia republicana catalana, a la que una vez más saludamos desde una perspectiva democrática y rupturista desde Castilla.

El proceso republicano catalán tendrá sin duda un efecto beneficioso en el avance del movimiento rupturista con el Régimen del 78, absolutamente imprescindible para la supervivencia de nuestro Pueblo.

A pesar de las apariencias, seguimos considerando que la hipótesis más probable es que finalmente se constituya un Gobierno para la supervivencia del Régimen del 78, apoyado de una u otra manera por los partidos que la defienden, con Mariano o sin Mariano. Pero ciertamente la crisis institucional es tan severa que no se puede descartar al 100% una nueva consulta electoral para diciembre.

Desde el movimiento popular castellano, desde el movimiento comunero del S. XXI, solo vemos un camino de avance para el auténtico cambio: la lucha en las calles y la articulación de un gran pacto político y social, precisamente para ese cambio.

Necesitamos el empoderamiento popular para conseguir derrotar a este Régimen corrompido y delincuencial. Eso no saldrá de ningún pacto de salones.

Necesitamos ese “gran Pacto por el Cambio” que nos permita impulsar los procesos constituyentes que demandan las clases trabajadoras y las naciones del Estado.

Izquierda Castellana

Castilla a 3 de septiembre de 2016

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