Salir urgentemente del chapapote institucional y moral que nos asfixia.

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El Régimen del 78 se ha convertido en una inmensa masa de chapapote, que al mismo tiempo que va destruyendo las pocas cosas de cierto valor social que habíamos conseguido construir a lo largo de décadas de lucha (sanidad y educación públicas, sistema de pensiones…), asfixia el éxito de cualquier proyecto de regeneración social o política que pretenda desarrollarse precisamente sin romper con este Régimen monárquico-postfranquista que sufrimos.

El chapapote político y social en el que ha derivado el Régimen del 78 es un ecosistema sólo apto para el crecimiento y desarrollo de especies depredadoras y/o mutantes. Cualquier intento de dar vida a especies o proyectos, favorables al bien común dentro de él, respetándolo, está condenada al fracaso, porque la toxicidad del Régimen del chapapote lo impide.

No hay otra alternativa para construir un proyecto de futuro sano y sostenible para nuestro Pueblo, no hay otra alternativa que acabar con el chapapote.

Acabar con el chapapote es un objetivo plenamente factible, pero tampoco es tarea fácil; hay que poner esfuerzo e inteligencia en la labor, tal como se hizo con el chapapote petrolífero en las costas atlánticas galaicas. En aquellos momentos era ministro con grandes responsabilidades de Gobierno el Sr. Rajoy. Por aquel entonces reducía el problema a unos “hilillos como de plastilina

Actualmente el Sr. Rajoy es el chapapotero mayor y hay que reconocerle que tiene ciertas habilidades para moverse en estos «ecosistemas tóxicos», sobre todo sabiendo aprovechar las deficiencias de aquell@s que tenemos el deber y la responsabilidad de desalojarle a él y a todo el entramado que vampiriza y coloniza a nuestra sociedad, llevándola al borde de la desaparición como una sociedad viva y con futuro.

Hay quienes consideran -y esos son los que se han llevado grandes sorpresas- que Mariano Rajoy es bobo o que los escándalos de corrupción reducirían sus apoyos electorales a la nimiedad. Tonto desde luego no es. La primera regla en la lucha es no despreciar al enemigo. Y en cuanto a la corrupción, hay que partir precisamente de que un sector significativo de su electorado le vota por su tolerancia hacia la corrupción; mientras ésta no se convierta en escándalos insoportables, el asunto funciona. ¿O alguien se cree que una buena parte del electorado del PP preferiría un Gobierno que fuera coherentemente beligerante con las diversas formas de corrupción? La corrupción es el aceite necesario para engrasar los negocios cotidianos de una buena parte del electorado del PP.

Como decíamos, acabar con el chapapote político y moral, así como con el chapapotero mayor, es cuestión de vida o muerte para nuestra sociedad, para nuestras clases trabajadoras, para nuestro Pueblo. Pero para ello hace falta implementar una estrategia que lo permita y esa estrategia no es otra que la de construir la más amplia unidad, la mayor coordinación y confluencia entre las gentes, organizaciones políticas, movimientos sociales, etc. que estamos convencidos de que un auténtico cambio es necesario y que por lo tanto hay que hacerlo posible. Para ello sólo hay un camino: ponerse de acuerdo en un auténtico programa común mínimo, entre todas las fuerzas rupturistas del Estado, en el que las reivindicaciones de las izquierdas soberanistas e independentistas encuentren su espacio, al menos instrumental. Que permita avanzar en el proceso destituyente de este Régimen antisocial y en el impulso y/o culminación de los procesos constituyentes de los diferentes Pueblos del Estado.

El Gobierno que se está conformando, en la línea de lo que veníamos avanzando en nuestras editoriales desde hace varios meses, va a ser, al margen de los apoyos parlamentarios que consiga, un Gobierno política y socialmente muy débil.

En los próximos dos o tres años la confrontación entre aquellos que buscan la supervivencia del Régimen cueste lo que cueste y la mayoría social de los Pueblos del Estado, va a ser extensa, intensa y dura. Desde luego que podemos ganar, la victoria está a nuestro alcance, pero obviamente se puede perder si las cosas no se hacen bien. Esa es nuestra responsabilidad.

Izquierda Castellana

Castilla, a 17 de agosto de 2016

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