“Casus belli” o la necesaria resistencia de Gamonal contra el bulevar

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Haciendo oídos sordos a la amplia oposición vecinal, el consistorio burgalés ha dado luz verde a las obras del denominado bulevar de la calle Vitoria. El Ejecutivo de Lacalle ha heredado un largo contencioso con el barrio de Gamonal que le impide escuchar las reivindicaciones de sus vecinos. El Ayuntamiento de Burgos tiene ya su casus belli con el que lanzarse una vez más a la batalla. Pero, ¿por qué estos tozudos galos se oponen a la civilización? Un artículo de opinión de Modesto Agustí, colaborador habitual de DV.

Manifestación contra el bulevar

Como tantos otros de mi generación, crecí leyendo aquellas historietas que daban comienzo una vez sí y otra también con aquella ya legendaria introducción de toda la Galia está ocupada por los romanos, ¿toda?, no. Una pequeña aldea poblada por irreductibles galos resiste ahora y siempre al invasor….en mi fuero interno siempre pensé que Gamonal, el barrio que me ha visto crecer, compartía alguna de las circunstancias que rodeaban a aquellos tozudos galos que se resistían una y mil veces a ser conquistados por el poder de Roma.

Quizás me pierde el romanticismo o mi desmedida afición por los símiles literarios de dudosa elaboración, pero lo cierto es que en sus más de cuatro décadas de historia, Gamonal ha sido uno de los barrios de Burgos que más veces se las he tenido que ver con las imposiciones que desde los despachos oficiales se han planificado, casi siempre para beneficio de unos pocos y, las más de las veces,  dejando al margen los intereses de sus propios habitantes.

La historia, para quien quiera invertir su tiempo en conocerla, está ahí, y en el que caso que hoy nos ocupa, se puede incluso tener acceso no sólo a la versión de los vencedores, que son los que normalmente acostumbran a escribirla.

Sea como fuere, y prometo no volver a irme por la ramas, lo cierto es que en Gamonal vuelven a sonar tambores de guerra que recuerdan a tiempos no tan lejanos, está vez en forma de bulevar.

Desde que se hiciera público que el comienzo de las obras del denominado bulevar de la calle Vitoria era inminente, ha existido una importante oposición vecinal que ha manifestado su rechazo a la realización de tal proyecto. No les faltan razones a los que afirman que en un contexto de endeudamiento generalizado de las instituciones locales abordar una obra de tales características supondrá a la larga que los platos rotos de esta macro-inversión los tengan que pagar los de siempre. No son pocos los que apuntan que los continuos mensajes oficiales que llaman machaconamente a la austeridad no cuadran con un gasto que se prevé millonario y que despierta numerosas dudas entre el vecindario.

Pero quizás, como en tantos otros aspectos de nuestra existencia, la cuestión del bulevar va más allá de las cifras, a pesar de los muchos ceros que estas lleven adosados, más allá de la especulación urbanística  o de la devolución de favores de políticos a constructores. Aunque mucho de todo esto haya en este meollo. Y me explico.

El consistorio de Javier Lacalle ha heredado un largo contencioso con el barrio de Gamonal. Desde aquel conflicto urbanístico del parking de Eladio Perlado en agosto de 2005 en el un puñado de vecinos se atrevieron a decir no a un proyecto que se les venía impuesto de manera categórica, el ayuntamiento de Burgos no ha dejado de alimentar un profundo resquemor hacia este barrio. Este es el particular casus belli que el ayuntamiento de Burgos no ha dejado de tener presente,  más aún si tenemos en cuenta que en aquella época el propio Lacalle era concejal de urbanismo.

Pero, ¿por qué será que estos tozudos vecinos se oponen sin contemplaciones a que en su barrio se construya un parking o un bulevar? ¿Por qué rechazan estos galos la civilización de Roma?¿No son estas al fin y al cabo inversiones que pueden contribuir a mejorar sus vidas?

De igual manera que aquellos míticos personajes de los tebeos rechazaban que un poder como el de Roma, ajeno siempre a sus vidas y sin más interés por su territorio que la mera conquista, los habitantes de Gamonal rechazan de plano que las decisiones sobre el lugar donde habitan se tomen a sus espaldas y estén condicionadas por los intereses especulativos del ladrillo. Las calzadas, los arcos, del triunfo y las obras faraónicas, son cosas que ni los galos necesitaban, ni tampoco los vecinos de Gamonal, aunque tanto unas como otras queden muy bien de cara a la galería.  Les podréis llamar salvajes, pero los barrios necesitan otras cosas y nadie mejor que sus vecinos para saber cuáles son.

Pero no me malinterpreten, ni Gamonal es la Galia, ni  2005 es  2013.Lo curioso sin embargo es que en torno a ambas fechas vuelven a coincidir situaciones que amenazan con repetir escenografías y guiones de sobra conocidos:

  • La misma empresa constructora, Arranz-Acinas ,que en 2005 andaba detrás del parking de Eladio Perlado, es una de las que pretende gestionar el suculento pastel del bulevar. Más allá de amenazas de ERES y suspensiones de pagos, existen rumores que apuntan a que podría haber financiado la pasada campaña electoral del PP. Ladrillo y política se suelen dar de la mano.
  • Como hace más de un lustro, el consistorio burgalés está haciendo oídos sordos a la oposición vecinal encastillándose en su negativa a replantearse la posibilidad de posponer las obras. No pierde el tiempo tampoco en utilizar de forma velada sus medios de comunicación para desprestigiar las reivindicaciones de los vecinos.
  • El Consejo de Barrio de Gamonal, lejos de ser un gestor de las demandas de los vecinos, es, al igual que hace no demasiado tiempo, un apéndice de las decisiones del ayuntamiento que dan prioridad a los intereses especulativos que a los propios del barrio.

Pude parecer retórica o verbalismo desmedido, pero los hechos se obstinan en demostrar que es el propio ayuntamiento de Burgos, y no otro de los agentes implicados en este conflicto, el más interesado en tensar la situación hasta un punto de no retorno. Su lógica del desquite ciega todas y cada una de sus decisiones y está visto que, al igual que aquel otro, no tendrá el menor reparo en escribir otro capítulo de sus particular Guerra de las Galias.

Las obras del manido bulevar de la calle Vitoria ya han comenzado, pero la batalla quizás no ha hecho más que empezar. Al igual que el poder arrollador de Roma podía darse de bruces con la horma de su zapato, también este proyecto puede frenarse. Gamonal se le puede volver a atragantar al ayuntamiento. Pero a diferencia de los cómics de Astérix y Obélix, aquí no existe ninguna poción mágica, o si existe, poco tiene que ver con brebajes misteriosos y más con la capacidad de un barrio de llevar a cabo un conflicto a través de herramientas tan poderosas como el asamblearismo y la contestación popular. Ambas ya han dados sus frutos. Me puedo equivocar, pero desconfío de entrada del canto de sirena de agrupaciones electorales que tratan utilizar este conflicto en su particular lucha por las cotas de poder. Quienes enviaron en el pasado a sus legiones sobre el barrio y ordenaron cargar a la policía no me inspiran mucha confianza. Quien quiera entender que entienda.

La lucha está llena de sus sinsabores y esta además se avecina larga, pero la eterna belicosidad que las instituciones locales han mostrado siempre hacia Gamonal ha hecho que sus habitantes nos hayamos acostumbrado a saber que nada en el barrio se logra sin ella. Este tira y afloja acaba de empezar.

Modesto Agustí

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