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Concretamente, la Brigada de Información de la Policía Nacional, heredera de la Brigada Político-Social del Franquismo, ha arrestado a una treintena de personas acusadas de haber perpetrado el reciente ataque contra la sede de una asociación de estudiantes de ultraderecha en la Universidad Complutense de Madrid o acusadas de cometer altercados en la concentración convocada en protesta por las detenciones realizadas por dicho asalto, tras la correspondiente carga policial.
Estas detenciones no son casuales, ni responden a ninguna coyuntura concreta de tensión. El sistema, que se ve amenazado, está recurriendo a la represión sistemática de todas las protestas sociales, inventándose cargos o lanzando acusaciones no probadas (como es este caso) para atemorizar a la clase trabajadora y evitar que se alce contra un capitalismo cada vez más cruel, que se ha despojado de su careta de “Estado del bienestar”. Estamos frente a un retroceso progresivo hacia formas de represión que deberían haber sido desterradas para siempre, y que sin embargo no ha sido así, ya que el estado actual no es otra cosa que heredero de aquel que se impuso por la fuerza de las armas mediante la guerra y el genocidio planificado. Esto lo podemos ver en las actuales detenciones, en la propuesta de Ley de Seguridad Ciudadana que pretende imponer el gobierno o en el hecho de que mientras la movilización social es reprimida, grupos fascistas y de marcado carácter ultraderechista (como la asociación de la UCM referida) campan a sus anchas.
Ante esta situación no podemos permitirnos dar un paso atrás. No podemos permitir que por nuestra inacción la represión continúe sin que nadie diga ni haga nada, ante el duro rodillo represivo. Debemos estar siempre al pie del cañón, denunciando el auge del fascismo y la complicidad con el mismo del gran capital.