Jorge permaneció detenido durante 23 horas y salió en libertad acusado de “atentado contra la autoridad”. La versión de los policías era que Jorge se había abalanzado contra el Consejero de Sanidad con intención de golpearlo, lo que fue evitado gracias a que el “valiente” escolta se interpuso en su camino “recibiendo los golpes”. Todo un acto de heroicidad y entrega.

Lástima para este policía y sus compañeros que su “heroica” versión, sostenida hasta en sede judicial, haya sido desmontada por las imágenes de las cámaras de Televisión Española, que registraron fidedignamente los hechos y fueron presentadas como prueba ante el Juzgado. Las grabaciones ofrecen justamente la versión contraria: Una agresión policial injustificada contra una persona absolutamente pacífica. El caso fue sobreseído.

Ahora ha sido admitida a trámite la denuncia que presentó en su día Jorge contra estos policías por detención ilegal. Habrá que ver cómo justifican la vulneración de derechos fundamentales de las personas y la falsedad en el testimonio que prestaron, algo que parece  ser práctica común en la actuación de las fuerzas de seguridad del estado. Una práctica que se sustenta en la falta de garantías de un sistema en el que la palabra de cualquier policía tiene fuerza de prueba, lo que, de facto, obliga a demostrar la inocencia del detenido vulnerándose gravemente la presunción de inocencia.