La extrema derecha del PP, representada entre otros por FAES y el PP madrileño, que no son sino la parte más organizada política, financiera y mediáticamente del fascismo español, aprovechan el ruido generado por la declaración de ilegalidad de la llamada Doctrina Parot, por parte del Tribunal Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo, para lanzar una nueva ofensiva, en este caso callejera, contra Mariano Rajoy.
Según declararon algunos significados miembros del Estado, la Doctrina Parot, ilegal y contraria a la Convención de Derechos Humanos, tal como ha quedado recogido en sentencia dictada por la Gran Sala del Tribunal de Estrasburgo, era uno de los ejes claves en la lucha contra el terrorismo. En otros momentos los GAL también fueron elemento clave en esa actividad. Por lo que se ve, el Estado Español, ha tenido en las actividades ilegales su frente principal de acciones contra ETA.
Bajo esa cultura de «todo vale contra el terrorismo» se ha llegado a la actual situación, en que una parte de la sociedad española considera que cumplir la ley, el derecho internacional, es una traición a las víctimas de ETA. Y exigen, nada menos, que el Estado no cumpla las sentencias del Tribunal de Estrasburgo y si hace falta se salga de la Convención por los Derechos Humanos.
Una gran sensibilidad democrática y de respeto por la legalidad internacional demuestra ese sector social.
Pero si esa actitud se puede enmarcar en la subjetividad que genera una situación de víctimas, no se pueden buscar explicaciones similares a las posiciones de FAES y del PP madrileño. Que, obviamente, lo único que hacen es buscar un rendimiento político en las luchas internas del PP y especialmente para reactivar la batalla conducente a debilitar al máximo las posiciones de Mariano Rajoy, en el partido y el gobierno.
Curiosamente, Rajoy, que marca los tiempos en casi todas las cosas con su reloj de arena, ha reaccionado con inusitada rapidez en este caso, convocando a las dos asociaciones de víctimas contra el terrorismo (AVT y FVT) a una reunión en Moncloa, con carácter inmediato.
La reunión, parece ser, no le ha servido de mucho en cuanto a enfriar el ánimo de los convocantes de la manifestación del domingo. Ha servido, seguramente, en contra de sus intenciones para legitimar la convocatoria en el conjunto del PP. Habrá una representación oficial del partido.
Mariano desde luego no es un hombre de acción y/o de movimientos rápidos. En cuanto las cosas se empiecen a acelerar más, que ya estamos en ello, Rajoy lo va a tener francamente difícil. Mientras tanto las gentes del común pagamos las consecuencias de éste juego diabólico entre las diversas bandas del PP. La de los fascistas sin disimulos y la de los marianistas.
Seguramente veremos como del Consejo de Ministros del viernes 25 saldrá alguna, o varias medidas,
que servirán para machacar a los de siempre, el Pueblo Trabajador; y para amortiguar las tensiones de Rajoy con su extrema derecha.
La descomposición del PP no es más que, al fin y al cabo, una expresión más deterioro del Régimen. Es por tanto un elemento de gran interés desde el punto de vista estratégico y táctico para aquellos/as que estamos por un proceso Destituyente – Constituyente.
Tácticamente, porque ellos mismos se descubren sin disimulos como antidemócratas y protofascistas.
Estratégicamente, porque los intentos de dar una apariencia civilizada, desde el punto de vista de las formas, a la derecha española y españolista representada en el PP, tiene cada vez menos margen de maniobra entre los suyos, propiamente dichos.
Izquierda Castellana