
El uso que el Partido Popular hace de lo público en beneficio propio es ampliamente conocido, alcanzando a los cuerpos de seguridad, a los que ha convertido en una especie de guardias de seguridad a su servicio.
Guardaespaldas permanentes. Patrullas apostadas delante de la vivienda particular del alcalde. Efectivos de policía para vigilar la caseta del Partido Popular… Este uso de la policía municipal excede con mucho los límites de lo ético y de la obligación que tiene este cuerpo para con el municipio, poniendo al servicio de una organización privada – una empresa privada en palabras de la vicepresidenta del gobierno- una serie de recursos públicos que se están sustrayendo del servicio a la ciudadanía.
Durante el transcurso de las fiestas la caseta de feria del Partido Popular ha permanecido custodiada permanentemente por un destacamento de la policía local, que se vio reforzado el domingo 15 por la noche, cuando Daniel Ortiz pronunció un discurso para los cargos de confianza y allegados al equipo de gobierno presentes en dicha caseta. En el recinto ferial se encontraban presentes en ese momento las educadoras municipales recientemente despedidas, lo que puso nervioso al regidor que solicitó de inmediato que se formase una barrera policial para mantenerlas alejadas. El despliegue policial dejó prácticamente sin efectivos policiales a la localidad mientras el alcalde se dirigía a los suyos en un mitin.
Este uso indebido de la policía municipal no es algo nuevo, ya que la vivienda particular de Daniel Ortiz, sita en el Parque Coimbra, está custodiada durante las 24 horas por patrullas de la policía local. Un caro servicio de alarma y custodia de los bienes del señor alcalde que se sufraga con dinero del municipio.
A la vigilancia permanente de su vivienda se suman dos guardaespaldas que le acompañan a todas partes, “servicio” del que también disfrutan otros concejales y concejalas del equipo de gobierno municipal sin que quede muy claro el porqué se mantienen escoltas policiales a estas personas cuando se han retirado los mismos en prácticamente todos los estamentos del estado al desaparecer la amenaza con que se justificaba su existencia.