Allá van otra vez

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Cuando se cumplen 10 años desde el inicio de la Guerra de Irak, guerra por cierto inconclusa a pesar de la retirada de las tropas ocupantes en 2011, la sombra de una nueva invasión se hace más y más oscura.

Sin importar los resultados de las pruebas de los técnicos de las Naciones Unidas sobre el posible uso de armas químicas en Siria y la presunta autoría de su uso, Francia, el Reino Unido y Estados Unidos, entre otros, ya se han cocinado sus propias pruebas fehacientes y han decidido que tienen que intervenir para «escarmentar al tirano». No les hace falta la ONU y no les hacen falta peritajes de ningún tipo porque ellos son los verdaderos árbitros del mundo, quienes ostentan el mayor número de armas nucleares y de destrucción masiva, quienes presiden la Organización Terrorista del Atlántico Norte (OTAN) y quienes siempre tienen el dedo en el gatillo para resolver los problemas del mundo en nombre de una paz y una democracia que están lejos de conocer. Igual que en 2003 hicieron con Irak, se fabricarán los argumentos necesarios, falsos o verdaderos, para entrar en Siria.

Aún sin tener ninguna simpatía por el régimen sirio, al igual que no la teníamos con Saddam Hussein, l@s revolucionari@s tenemos que oponernos siempre y sistemáticamente al intervencionismo militar de los países occidentales en cualquier estado soberano, denunciando las maniobras de los lobbies militares y económicos que siempre están detrás de estas “operaciones humanitarias”. Esta regla tiene especial vigor en el polvorín de Oriente Próximo y Medio y ante conflictos de los que desconocemos la mayor parte de sus aristas; por ejemplo, quienes son los contendientes y cuales sus objetivos políticos, o qué es lo que realmente está ocurriendo bajo el epítome de «revueltas árabes». El caso sirio es especialmente difícil porque entran en juego factores de tipo religioso, étnico y de clase extremadamente complejos de dilucidar desde la lejanía. Pero la mayor gravedad del asunto se debe a que todas las potencias de la región están decantadas a favor o en contra del Régimen y bastante inclinadas a entrometerse si se internacionaliza el conflicto, especialmente Irán e Israel. Igualmente, los otros dos gigantes con derecho a veto en la ONU (China y Rusia) se oponen a la intervención y avisan de las nefastas consecuencias. Un paso equivocado en la escalada de tensión podría desencadenar terribles consecuencias, y decirlo no es ninguna amenaza vacua, sino un pronóstico de gran fiabilidad.

Nuestro deseo es que el pueblo sirio sea capaz de resolver cuanto antes su conflicto nacional mediante el diálogo y sin injerencias extranjeras. Igualmente, que se cese la violencia que ha costado la vida a decenas de miles de civiles inocentes y ha generado un exilio de varios millones de personas, siendo escalofriante el número de niñ@s refugiad@s.

La guerra, que tampoco es deseada por la mayoría de la población estadounidense según un reciente sondeo, es una pieza históricamente fundamental en la reactivación de la economía yanqui cuando ésta se halla estancada. Desafortunadamente, en los planes a medio y largo plazo de los EEUU no está Siria, sino Irán y sobre todo China, que ostenta de facto la hegemonía económica mundial. De no frenar esta escalada belicista, quién sabe a dónde llegaremos.

L@s jóvenes debemos impedir la guerra imperialista a toda costa –la paz global es un objetivo revolucionario de primer orden-, y en caso de no poder evitarla, convertir la guerra en revolución.

 

Yesca, la juventud castellana y revolucionaria

28 de agosto del 2013

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