Incansable caminante.
Constructor, líder de arreglos.
Albañil de los ingenios
y reparador experto.
Voz cantante y poderosa,
de delicias cocinero.
Artesano de pancartas.
¡Gran y honesto compañero!
Compañero a pie de calle,
de barricada en el cuerpo.
El que siempre da la cara.
El que nunca sale huyendo.
Compañero de vinos,
de gritos y de silencios.
Calidez y firmeza envueltas
en un hombre de hierro.
Resuelto y decidido,
rudo, tenaz, sencillo y tierno.
El que se emociona, sólo
con un simple verso
y llora con nuestras letras
del Rojo Cancionero.
El de la sonrisa constante
y el ‘me cago en dios’ fiero.
El que jamás se derrumba.
El incansable dispuesto.
Activista apasionado.
Perseguidor de sueños.
Luchador armado de ideales
hasta el último aliento.
“Antes muerto que vencido”,
decías en tono burlesco.
Y sólo pudo vencerte
este maldito sueño eterno.
Celaya nos lo explicó:
“Transformándonos crecemos.
Así somos quienes somos,
golpe a golpe y muerto a muerto”.
Nos dejas huérfanos de luz.
Apagado el sol quincemeñero.
Pero la victoria es nuestra.
¡Nuestra es la luz compañero!
Seguiremos en la calle,
“paseándonos a cuerpo,
mostrando que pues vivimos,
anunciamos algo nuevo”.
Un nuevo orden mundial
con dignidad y derechos.
Un mundo nuevo,
contigo en nuestro recuerdo.
Contigo, que todo lo has dado,
tu esperanza y tu tiempo,
tu pasión, tus ilusiones
y tu mirada de cielo.
Toda una vida de lucha
al servicio del pueblo,
con el corazón ardiente
y la yesca en tu pecho.
Crecerá tu espiga al sol
y ondeará frente al miedo,
cual puño de acero alzado
contra el hambre y al acecho.
Chato… ¡Tesón y fuerza!
¡Latido inmenso!
¡Hasta la victoria siempre!
¡COMPAÑERO del alma, COMPAÑERO!
Mercedes Pastor Segovia