Una pareja acampada en Carabanchel tras ser desahuciada pierde al bebé que esperaba

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Lidia y Santi, la pareja que lleva acampada dos semanas frente a la Junta de Carabanchel tras ser desahuciada, ha perdido el bebé que estaban esperando, ha informado la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid. Son padres de otros tres hijos menores.

Fue el pasado 12 de julio cuando esta pareja -padres de los tres menores- fueron desahuciados de la casa en la que habitaban, junto con sus hijos. El 19 de junio decidieron acampar frente a la Junta Municipal del Distrito, situada en la Plaza de Carabanchel, con el objetivo de encontrar una solución tras «no obtener alternativa habitacional».

El matrimonio se encuentra en situación de desempleo y no pueden costearse una vivienda. Tras el desahucio, su única alternativa habitacional fue un albergue concertado con el SAMUR Social.

La Asamblea de Carabanchel asegura que durante el último mes han realizado «numerosas» visitas a su trabajadora social, y han reclamado soluciones en la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo (EMVS), así como en la sede del Área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid.

El pasado jueves la pareja recibió la visita del actor y cantante Juan Manuel Montilla, El Langui, quien mostró su apoyo a la familia que reside en una tienda de campaña. También han recibido la visita de vecinos y amigos, quienes piden una «solución habitacional» para la pareja.

EL AYUNTAMIENTO, CON SANTI Y LIDIA

La concejal presidenta de Carabanchel, Esther Gómez, aseguró que entiende «absolutamente» a la familia, y que tanto ella como el Consistorio estarán «a su lado buscando soluciones» pero que «lamentablemente» los recursos de los que dispone el Ayuntamiento no son los que querrían.

Gómez recordó que Santi y Lidia fueron desahuciados por el Fondo de Inversión Fidere. «Nos encontramos con que la mayoría del patrimonio de vivienda pública había sido vendido», criticó la concejala presidenta, quien reconoció que esto acarrea un «desfase» entre demanda y oferta.

Lidia, Santiago y sus hijos de tres, ocho, 10 y 13 años viven desde hace 10 días frente a la Junta Municipal del distrito de Carabanchel, sobre un suelo adoquinado con escasos árboles bajo los que resguardarse del intenso calor que se ha vivido en Madrid en las últimas semanas. Allí permanecen aprovisionados con tiendas de campaña y lo poco que han podido salvar, después de ser desahuciados hace dos semanas.

En realidad Lidia ya no está allí, pues tuvo que ser hospitalizada en la madrugada del miércoles al jueves debido a un ataque de ansiedad provocado por la situación que atraviesan. La familia fue desahuciada el pasado 13 de junio, sin que el dueño de la vivienda, el fondo de inversión Fidere, se haya pronunciado ni puesto en contacto con ellos desde entonces. La Junta Municipal y el Ayuntamiento de Madrid, por su lado, les han ofrecido algunas soluciones temporales, pero todas han resultado insuficientes, a juicio del matrimonio.

Conocemos a Lidia, a su marido Santiago y sus cuatro hijos el miércoles por la mañana, horas antes de ser ingresada. Admite sentirse cansada y a ratos con mucha ansiedad, rabia e impotencia. «Casi siempre tengo fuerza pero a veces me da mucho bajón, la semana pasada vino la televisión a preguntarnos y en pleno directo casi me derrumbo, luego no podía parar de llorar», cuenta. La historia del desahucio comienza el pasado 2 de junio, cuando tuvo lugar el primer intento de desalojo. Diez días más tarde, el 13 de junio, «14 furgones de la Policía acordonaron la calle y tiraron la puerta abajo», según el relato de Lidia.

El Samur Social les proporcionó aquel mismo día asilo en un albergue en Vallecas, un centro de estancias cortas que tuvieron que abandonar seis días después. Fue después de abandonar el centro, sin expectativas de recibir alojamiento por tiempo más prologando, cuando decidieron acampar frente a la Junta de Distrito de Carabanchel para exigir una vivienda social, una petición que la pareja lleva intentando tramitar desde hace mucho tiempo, ya que ambos son demandantes de vivienda pública desde hace 15 años.

Hasta el día que acababan las clases

Durante todo este periplo, sus hijos siguieron asistiendo al colegio, hasta el día que acababan las clases. Por las noches suben a casa de sus abuelos a cenar algo y dormir, aunque ellos «quieren estar todo el rato con nosotros, pero a mí me da miedo que ocurra algo». Lidia se refieren a que desde servicios sociales intentasen llevarse a los niños. Por esa razón, son los abuelos, que sobreviven gracias a su pensión y que también tienen otros hijos en situación de desempleo, los que aseguran el sustento de los pequeños, lavan la ropa y les preparan comida. Los abuelos y también los vecinos que les bajan «comida, agua, zumos… hay mucha gente que nos apoya».

La familia, que ha residido siempre en el barrio, recibe diariamente las visitas de sus vecinas. «No hay derecho», exclama una de ellas. En el rato que hablamos, dos vecinas más se acercan a interesarse por la familia, «yo estoy en una situación similar», relata una mujer de avanzada edad, «los abogados dicen que podemos recurrir pero no sé yo, no quiero irme de mi casa y acabar en un centro«, lamenta. Mientras tanto, los niños corretean y juegan con una pelota a nuestro alrededor, el pequeño intenta llamar la atención con gestos y carantoñas mientras se come una croqueta y una empanadilla, «me las como a la vez», dice.

Le preguntamos a Lidia cómo es la experiencia de llevar tantos días durmiendo en la calle con el calor que ha hecho estos días en Madrid, «al principio pasamos frío, la primera noche y de madrugada, pero luego vinieron unos días de calor insoportable». Además del calor, las tormentas de los últimos días empaparon sus tiendas y casi se quedan sin colchones «estaba todo podrido del agua». Cuando los desalojaron metieron todas sus pertenencias en un trastero y ahora sobreviven en la plaza con lo que pueden a sabiendas de que la acampada puede alargarse, «pedimos permiso para estar un mes, pero tendremos que aumentarlo».

Lidia explica que desde el lunes de la semana pasada la concejala del distrito, Esther Gómez, ha bajado en dos ocasiones a hablar con ellos para ofrecerles una salida, «nos ofrecieron un piso de un dormitorio por 300 euros, una habitación en un piso compartido o una vivienda en Ávila, ¿cómo nos metemos los dos con cuatro niños en una habitación compartida? Además los niños tienen el colegio y sus raíces aquí, no queremos irnos tan lejos». Dos días después desde la Junta les llamaron para reunirse de nuevo pero esta vez, relata Lidia, «las condiciones habían cambiado y la ayuda de alquiler solo la recibirían si aportábamos un contrato firmado con una inmobiliaria, con aval y todo y ya, en tres semanas, gestionarían la ayuda». En esa ocasión fue Santi quién subió junto a un miembro de la Asamblea de Carabanchel porque Lidia no se encontraba «con ganas». El último contacto que tuvieron con la Junta fue el martes, cuando les dijeron que «podíamos acampar mejor frente a la Comunidad de Madrid».

8000 familias con más prioridad

Desde la Junta de Distrito les han dicho que actualmente hay 8000 personas por delante de ellos esperando para tener una casa, «les he dicho que hay viviendas vacías pero nada», afirma Lidia. En la Junta confirman el dato y admiten sentirse impotentes y maniatados. Explican que actualmente en Madrid hay 14.000 personas a la espera de un hogar social y de éstas, 8000 tienen alta prioridad, es decir, se trata de familias en situaciones extremas.

Esther Gómez, concejal del Ayuntamiento de Madrid y presidenta de las Juntas de distrito de Latina y Carabanchel explica a este diario que desde el consistorio han ofrecido a esta familia todos los recursos que están a su disposición, «les hemos dado medidas temporales y hemos puesto todos los recursos, llevaban muchos años inscritos y jamás les habían llamado».

En al área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo del Ayuntamiento, al que corresponden las competencias en materia de vivienda y del que depende la EMV (Empresa Municipal de la Vivienda) plantean la misma disyuntiva y explican que la situación es mucho más compleja ya que además de las largas listas de espera, el proceso de tramitación es lento. En este caso particular, prosiguen, es más difícil porque «al tratarse de un fondo buitre es más complicado negociar porque es el fondo el que los desahucia. Cuando es un banco es más fácil encontrar un alquiler social», además, prosigue, «el ayuntamiento no tiene en estos momentos viviendas disponibles de la EMV, y encontrar un acuerdo con las familias a veces es complicado porque no aceptan tus ofertas», concluye.

No se rinden

Cuando hablamos con Lidia parece tenerlo claro: no piensan moverse hasta que les den una solución viable. «Tengo rabia y tengo ansiedad e impotencia por ver que pasan los días y nada. Sé que esto va a costar, pero no nos vamos a marchar. Esther -Gómez- dice que hay gente que está peor, pero «¿cómo va a ser, si nosotros vivimos frente a la Junta donde ella trabaja?», se pregunta. Sin embargo, su estado delicado de salud después de que fuera ingresada en la madrugada del jueves pone en peligro la decisión. Su hermano confirma que aunque continúa ingresada ya se encuentra «mejor, más estable».

Desde las redes sociales, mucha gente se ha volcado con la familia, pidiendo una solución para ellos mediante el hashtag #SoluciónLidiaySanti. Desde la Asamblea de Carabanchel se muestran igualmente decididos a continuar luchando en la calle «el tiempo que haga falta«. El rapero «El Langui» los visitó el miércoles por la tarde y publicó un mensaje en su cuenta de twitter en la que tiene más 180 mil seguidores en el que pedía a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes que «den la cara» por Lidia y Santi.

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