El pasado colonial británico hermana a Irlanda con Palestina

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Irlanda presume de ser el primer país de la UE que pidió la creación de un estado palestino, y el último en aceptar la apertura de una embajada israelí en su capital. Llevar una “kefiya” (el tradicional pañuelo palestino) es considerado un signo de distinción, y quiénes lo llevan son saludados, aplaudidos o incluso abrazados en las calles de Dublin. Los coches tocan la bocina en su honor. “Free, free”, gritan unos. “Palestine”, responden otros.

Lo que une a ambos pueblos es la experiencia colonial. Irlanda únicamente se independizó de Gran Bretaña en 1921, y Palestina quedó bajo mandato británico tras la primera guerra mundial y la caída del Imperio Otomano. Los irlandeses se identifican con los palestinos porque les fue arrebatado territorio (los seis condados del Ulster), porque padecieron el yugo imperial, porque Londres no hizo nada por combatir una hambruna que costó cientos de miles de vidas, y por la violencia desmesurada del ejército de ocupación.

Muchos de los funcionarios coloniales que sirvieron en Irlanda hasta la independencia fueron enviados luego a Palestina, y el ex primer ministro Arthur Balfour (autor e la Declaración que lleva su nombre y por la que Londres se pronunció a favor de la creación de un hogar para los judíos en lo que entonces era un territorio que administraba) había sido a finales del siglo XIX el responsable de Asuntos de Irlanda en el Gabinete, oponiéndose firmemente a la autonomía y dando luz verde a la masacre deMitchelstown , uno de los episodios más sangrientos de la ocupación colonial.

El sentimiento pro palestino es universal en Irlanda y compartido por todos los partidos políticos, “Israel tiene derecho a defenderse, pero lo que está haciendo no parece autodefensa sino más bien venganza”, declaró el anterior Taoiseach (Leo Varadkar) un mes después de la masacre del 7 de Octubre. Mary Lou MacDonald, La lidér del Sinn Fein no tiene en su perfil de X (Twitter) la tricolor de su país sino una banda palestina, y ha pedido el cierre de la embajada de Israel (escenario de manifestaciones de protesta todas las semanas) por la responsabilidad del Gobierno Netanyahu en el “genocidio de Gaza”. Las jugadoras de la selección nacional de baloncesto se negaron a dar la mano a sus rivales israelíes en un reciente partido internacional, grupos musicales de rock, pop y rap piden en sus canciones la liberación de Palestina, y murales de Belfast que celebraban la paz han sido reemplazados por otros de apoyo al pueblo palestino. Los seguidores de los equipos irlandeses de fútbol (y del Celtic de Glasgow, asociado a la comunidad irlandesa de Escocía, ondean la bandera palestina n sus estadios. Los católicos norirlandeses ven a Israel como el equivalente de lo que los protestantes y Londres han sido para ellos, y las matanzas de Gaza como un “domingo sangriento” de Derry a gran escala.

El IRA (del que el Sinn Fein fue el brazo político durante los Troubles) mantuvo unas cordiales relaciones con la OLP, que incluyeron el envío de armamento. También -y esto es mucho más polémico- con la Alemania nazi, que le proporcionó materiales para sus atentados en Inglaterra, se especula que a cambio de información de inteligencia para facilitar el bombardeo de Belfast durante la II Guerra Mundial. En ese conflicto la República de Irlanda fue neutral, no tanto por afinidad con el Tercer Reich como por sentirse incapaz de estar en la misma alianza que Inglaterra, su opresor colonial hasta veinticinco años antes. Eamon de Valera, el padre de la patria irlandesa, dio oficialmente el pésame al representante diplomático alemán en Dublin al conocer la muerte de Hitler. Al términar el conflicto, notorios criminales de guerra nazis, como Otto Skorzeny, se establecieron en Irlanda.

Un ex embajador israelí ha comentado que “en Irlanda existe antisemitismo”, y que se debe al menos en parte a su fuerte tradición católica. La Iglesia tuvo un papel muy ambivalente en la época nazi, y ha sido acusada por diversos historiadores de mantener silencio sobre el envío de judíos a los campos de concentración en vez de denunciarlo y ayudar a movilizar a la opinión pública internacional. Irlanda niega que exista ese sentimiento, y recuerda que el padre y el abuelo del presidente israelí Isaac Herzog nacieron en Dublin, y el segundo fue rabinos en una sinagoga de la ciudad. De hecho, muchos irlandeses fueron favorables inicialmente a la creación de un estado de Israel, pero la actitud cambió con la ocupación de tierras árabes.

El último gobernador británico en Jerusalén, Ronald Storrs, explicó en un libro que las prácticas coloniales ensayadas en Irlanda fueron luego aplicadas en Palestina, y que Londres vio con buenos ojos la llegada de inmigrantes a lo que era territorio bajo su administración para crear “una especie de Ulster judío” en el Oriente Medio que favoreciera los intereses imperiales británicos en una zona mayoritariamente árabe. Cuando Irlanda se independizó, los Blacks and Tans (unidades militares conocidas por su extrema violencia)/fueron trasladadas a Palestina.

Por todo ello los irlandeses (y su gobierno) sienten un especial comunión con el pueblo palestino, y se consideran víctimas de la misma opresión colonial de los que unos han salido hace ya un siglo, pero los otros no.

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