O futuro para la Monarquía Borbónica o futuro para Castilla

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Nos encontramos ante una situación en la que ya no valen posiciones ambiguas, de expectativas teóricas o de procrastinación. La Monarquía Borbónica al completo, padre, hijo, yerno y demás familia, han demostrado y siguen demostrando cada día que son un auténtico cáncer para este país. Lo fueron en el pasado, lo son el presente y lo serán aún más en el futuro. Su grado de golfería y corrupciones es tal que impide la articulación de un proyecto social sano y con expectativas para la solución de los graves problemas que nos afectan como Pueblo, pero también destruyen los últimos restos de nuestra imagen internacional excepto en Arabia Saudí. ¿Cómo se van a tomar en serio en cualquier instancia internacional a un Estado que tiene como Jefes de forma hereditaria a unos personajes cuyos únicos impulsos vitales son los del robo y la corrupción sistémica? ¿Cómo van a tomar en serio a una organización institucional y a un aparato mediático que tolera, cuando no ampara, que una trama institucional mafiosa siga ocupando de forma hereditaria la Jefatura del Estado?

Hay sectores poderosos de las instituciones y de los poderes fácticos en general y del poder mediático en particular que están francamente preocupados por el deterioro de la imagen de la monarquía, muy especialmente en un contexto de profunda crisis socio-económico-sanitaria. Les preocupa especialmente que un proceso de cambio de régimen político lleve aparejado un cambio de modelo económico. Pues efectivamente se trata de eso, cambiar exclusivamente la forma de Estado de monarquía a República no es a lo que aspiramos desde el movimiento republicano. El cambio de modelo político ha de ir acompañado de un cambio de modelo socio-económico, de relaciones internacionales, etc.

Todos aquellos que están sumamente preocupados por el deterioro del Régimen del 78 y buscan afanosamente las formas de reflotarlo, lo que buscan realmente es reflotar su propia situación, mantener su estatus de privilegios a cambio de ser cómplices de la monarquía postfranquista. Privilegios que en ningún otro marco jurídico-político tendrían.

Este fin de semana se inicia “formalmente” la negociación sobre la política de la UE para la «salida» de la crisis. De la lluvia de cientos de miles de millones que iban a caer gratuitamente, se ha pasado a un discurso más pesimista pero desde luego más cercano a la realidad. Habrá menos recursos y con estrictos condicionantes, que no son otros que nuevas reformas estructurales: en pensiones, sanidad, educación, etc. De hecho, ya las están poniendo en práctica: es evidente en el caso de la sanidad pública, a la que siguen liquidando a marchas forzadas, o de la educación, que la están planificando y que podremos comprobar dramáticamente al inicio del curso que viene.

No hay futuro para la sanidad pública, para la educación pública, para el sistema de pensiones públicas…. en el marco de este Régimen corrupto y mafioso. No hay futuro para los sistemas públicos en el marco de un Régimen que vive a expensas y en contra del pueblo trabajador. Por eso el primer deber social y patriótico es simple y llanamente tumbarlo.

Hoy hay sólo dos posibles líneas de acción, políticamente hablando: o bien apoyar la continuidad del Régimen monárquico-borbónico, vendiendo la moto de que hay que darles tiempo para que se recompongan (de eso ha ido la vergonzosa ceremonia en la Plaza de Oriente el pasado jueves 16 de julio) y den una “explicación a la sociedad” de qué ha pasado con el Emérito sacándose nuevos conejos de la chistera; o bien tomarse en serio las cosas y exigir que se vayan, nos dejen en paz y a partir de ahí se puedan abrir procesos constituyentes en los que la sociedad decida democrática y responsablemente cómo se quiere organizar.

La movilización del 25 de julio es un importante eslabón en ese camino. Como decíamos en el título de este editorial hay únicamente dos opciones: o apostar por el país y sus gentes o apostar por la Monarquía Borbónica. Ambas apuestas son rigurosamente incompatibles.

Izquierda Castellana

17 de julio de 2020
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