España e Italia, a la cabeza de la pandemia del COVID-19 en Europa. ¿Qué circunstancias pueden explicar esto?

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España e Italia, a la cabeza de la pandemia del COVID-19 en Europa. ¿Qué circunstancias pueden explicar esto?

La evolución de la pandemia del COVID-19 en el Estado español tiene estrechas similitudes con su desarrollo en Italia. Simultáneamente, se incrementan las diferencias con la evolución en otros países europeos: Portugal; Países Bajos; Francia; Alemania… Desgraciadamente, aún queda mucho tiempo hasta que esta pandemia sea controlada y la situación puede sufrir variaciones, pero estamos en un punto en que es necesario echar una mirada sobre lo que está ocurriendo en este Estado y a nivel europeo para sacar algunas conclusiones que, aún siendo provisionales, son necesarias y esperamos que útiles.

Lo primero que hay que señalar es que la pandemia del COVID-19, en Europa y en la mayoría del mundo, se da en el marco de un sistema capitalista en una situación de crisis crónica que ni tan siquiera el modelo neoliberal en sus formas más brutales ha conseguido resolver. Estamos en una fase del capitalismo “post-maduro”, es decir, “podrido”, y esto, que es así en general, lo es especialmente en algunos ámbitos territoriales, tal como es el caso del Estado español, al que venimos caracterizando como el eslabón débil del capitalismo europeo.

En nuestro caso, nos encontramos con que el Régimen jurídico-político-cultural que actúa de superestructura sobre la base económica señalada anteriormente, está organizado para servir única y casi exclusivamente a los intereses corporativos del bloque dominante español, en el que se integra, cómo no, el Gobierno.

Un Régimen mafioso

En su momento, desde la Coordinadora 25-S se caracterizó al Régimen monárquico del 78 como el Régimen de la Mafia; aquella era una definición totalmente certera, y en la actualidad, si cabe, esa definición cobra aún más fuerza; este es precisamente uno de los elementos estructurales comunes con Italia: el que grupos mafiosos sean los que tienen un especial papel en la gobernanza aquí y también en Italia es una posible línea de explicación del desastre de la evolución de la pandemia del COVID-19 en ambos países.

Aquí se da la absoluta paradoja de que l@s trabajadores/as del sector público de la sanidad son los más afectados por la pandemia. Entra dentro de lo esperable que siendo l@s responsables de la atención directa a la población resulten especialmente afectad@s, pero que casi un 15% del total de contagiad@s sean trabajadores/as del Sistema Sanitario Público solo se puede explicar por una ausencia muy notoria de medidas preventivas, y no por falta de voluntad para ello de l@s trabajadores/as, sino por la inexistencia de equipos adecuados de protección. Cuando vemos que l@s profesionales se tienen que fabricar sus propios medios de protección con bolsas de basura, o que no hay mascarillas, o lo que es aún peor, que el Sr. Simón repitiese reiteradamente hasta hace pocas semanas que estas eran inútiles en la prevención del COVID-19, nos configura una foto muy real de lo que está pasando.

El Gobierno español no tiene un plan estratégico que merezca tal nombre para luchar contra el COVID19; tiene diversas medidas, algunas acertadas, otras no, muchas ocurrencias y un mantra en el que no dejan de insistir en los últimos días: “Estamos en guerra contra el COVID-19”. Será por ello que el Ejército y las Fuerzas del Orden Público han pasado a tener un papel protagónico en esta “guerra”; y a falta de eficacia en el control de la pandemia, están batiendo récords represivos en detenciones y sanciones: hasta hoy 926 y 102.000 respectivamente.

No es una guerra, es una epidemia

No señores, lo del COVID19 no es una guerra, es una pandemia de gravedad media a la que hay que combatir con estrategias de salud pública y asistenciales correctas; y por supuesto, con medidas informativas y educativas, no represivas, aunque ya sabemos que esto es lo que mejor saben hacer desde este Régimen, pues la utilidad de tales actividades para frenar la pandemia, tal como se puede comprobar, es nula.

Estamos ante una situación completamente entrelazada que abarca la pandemia del COVID-19; una economía de casino en el Estado español en crisis; un Régimen político mafioso en el que la familia Borbón -privativa de la Jefatura del Estado- cada vez aparece como más corrompida, aunque aprovecha la coyuntura para intentar que las informaciones sobre ello pasen lo más desapercibidas posibles; y un servicio sanitario público que ciertamente fue ejemplar hasta hace 10 o 15 años, pero que ha sido desvalijado casi absolutamente por la derechona de forma totalmente activa y a favor de los intereses privados, y por el PSOE con su pasividad y en algunas ocasiones también con prácticas favorables a los recortes y privatizaciones.

El Sistema Sanitario Público, tal y como se encuentra actualmente, por desgracia, no es capaz de dar respuesta de forma competente a la pandemia del COVID-19. Si no lo era para dar respuesta a los problemas ordinarios de salud, ¿cómo lo va a ser para los extraordinarios?

Un Sistema Sanitario Público que merezca tal nombre tiene que dedicar una parte significativa de sus recursos humanos y económicos a la salud pública, herramienta principal en la lucha contra las epidemias, pero también contra el conjunto de enfermedades transmisibles, ambientales, etc. Los servicios de salud pública, con sus secciones correspondientes de epidemiología, son tan necesarios como los servicios de trauma o reumatología en sus campos respectivos. Aquí, los servicios de salud pública han desaparecido casi por completo. El Sistema Sanitario Público se privatizó en general, los servicios de salud pública simplemente se liquidaron, entre otras cosas porque no son susceptibles de privatización, no son rentables desde el punto de vista mercantil, salvo los responsables del control alimentario que si se externalizaron/privatizaron, con los resultados que pudimos ver en relación con los brotes de listeriosis en los pasados meses.

El pánico y la represión solo refuerzan al Régimen

Lo venimos diciendo desde enero: estamos en frente de un problema importante de salud, pero el COVID19 no es desde luego un nuevo episodio de la Peste Negra, a pesar de que algunos medios y comunicadores (los mismos que en enero le quitaban toda importancia) lo magnifican de forma extraordinaria, entre otras cosas porque es muy útil para justificar la militarización de la sociedad.

La pandemia del COVID19 enlaza directamente con otra crisis que va a generar sin duda un sufrimiento social mayor que esta: la crisis socioeconómica en la que ya hemos entrado, para cuyo manejo por parte del poder es de gran utilidad el proceso de militarización y pánico que están imponiendo.

La forma más eficaz de luchar contra la pandemia del COVID-19 es luchar por un Sistema Sanitario Público de calidad, pero también luchar contra el Régimen mafioso del 78. Si no conseguimos acabar con este, difícilmente podremos establecer las condiciones para construir una salud comunitaria de calidad en su sentido integral.

Izquierda Castellana, 25 de marzo de 2020

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