No al bulevar, y sí a decidir qué espacios necesitamos: por nuestro futuro

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Continuando con la serie de artículos donde se reflexiona acerca de urbanismo y la problemática de un nuevo bulevar para Gamonal proyectado por el Ayuntamiento de Burgos del PSOE, publicamos a continuación un nuevo texto de Víctor Atobas donde se analizan conceptos como gentrificación y urbanismo colectivo aplicados a las realidades de  Burgos y el barrio de Gamonal.

Al igual que en 2014, los vecinos de Gamonal sufrimos las consecuencias del urbanismo y la arquitectura entregadas al mercado; la reproducción de las desigualdades sociales en el espacio. Pero si nos retrotraemos aún más en el tiempo, durante las últimas décadas hemos sido conscientes de que el ayuntamiento, al servicio de las élites, invertía en actuaciones en el centro histórico siguiendo dos lógicas; o bien esas actuaciones formaban parte de una supuesta modernización del centro que agradara a los turistas y a los comerciantes del sector servicios que tan mal pagan, o bien se encontraban directamente destinadas a la especulación, o incluso a la gentrificación en zonas como San Esteban, donde se abandonó durante años toda reforma necesaria y se esperó la oportunidad de tirarlo todo – salvo quizás las fachadas- para especular y sacar tajada, en un claro ejemplo de gentrificación que expulsó a muchos de nuestros propios vecinos.

Protestas contra el bulevar de Gamonal en enero de 2014 / Tercera información

La excusa por parte de las élites, así como de los medios de comunicación y los mayordomos del ayuntamiento, era que esa supuesta modernización resultaba necesaria porque así vendrían más turistas y los comercios funcionarían mejor porque el espacio del centro invitaría a comprar con su decoración y sus aceras relucientes, y los vecinos de clase trabajadora que tanto les molestaban se marcharían del centro – obligados, pero eso no lo decían- para que los profesionales de clase media pudieran abrir sus consultas, y las franquicias, los comercios y los hoteles pudieran ofrecer un puñado de empleos basura. Es decir, las élites y sus mayordomos reconocían que habían entregado el urbanismo al mercado, y que los vecinos no les importábamos lo más mínimo; siempre podían planear la creación de nuevas periferias como el G3, que en algunas zonas fue construido con materiales de escasa calidad para vecinos que molestaban en otras partes. Pero resultó que esos vecinos de la Plaza Vega y de San Esteban no querían perder sus raíces en el barrio, en su zona, de manera que protestaron contra ese urbanismo capitalista queriendo decidir sobre su futuro.

Barrio de Gamonal en enero de 2014 /RTVE

¿Saben que les contestaron desde el ayuntamiento y el Diario de Burgos a algunos de esos vecinos que habían vivido siempre en el centro? Que no tenían derecho a decidir sobre su futuro y que debían perder su alma en ese barrio para largarse a otro sitio donde no quisieran vivir, debiendo tragarse la excusa de que las actuaciones especulativas se debían al “dictamen” o las “recomendaciones” de los técnicos.

Por eso no debería sorprendernos que, tras el debate propuesto en el anterior artículo, algunos representantes de las élites – recordemos las buenas relaciones del PSOE burgalés con Méndez Pozo- aseguraran en las redes sociales que les molestaba la propuesta de un urbanismo que no estuviera entregado al mercado; al fin y al cabo, ese es el urbanismo que defienden, mientras que los vecinos proponemos el urbanismo colectivo para decidir en común cómo serán Gamonal y Burgos en el futuro. El argumento esgrimid o por los representantes de los oligarcas consistía en que los vecinos no éramos expertos en urbanismo y que, por tanto, no podíamos decidir sobre nuestro futuro y no había alternativa posible más que construir el bulevar, aunque pasaban por alto sí que hay una alternativa factible, llamada urbanismo colectivo.

La propuesta del urbanismo colectivo se basa, entre otras fuentes, en las ideas de Rem Kolhaas acerca de lo que denomina “nuevo urbanismo”, y no exige que los vecinos nos convirtamos en expertos – ya hemos visto que las élites utilizan a los expertos como excusa para negar la voluntad popular -, sino que la planificación urbanística baje a las calles para que los vecinos podamos decidir nuestras relaciones no solo con el bulevar sino con todos los espacios; en ese caso los arquitectos y urbanistas pasarían a realizar su auténtica obligación, que es aplicar la voluntad popular y transformarla en espacio.

Por tanto, vecino, si vuelves la mirada hacia atrás caerás en la cuenta de que nos encontramos en una situación parecida a 2014; al igual que entonces, las élites quieren imponer su proyecto de bulevar, su proyecto de futuro y desigualdad para el barrio, inyectando millones de euros en una actuación especulativa mientras el barrio sigue deteriorándose y no se llevan a cabo reformas necesarias ni se construyen o modifican infraestructuras útiles para nuestras vidas cotidianas. A pesar de que en 2014 salimos a las calles de forma masiva, ahora las élites piensan que pueden aprovecharse e imponerse a nuestras necesidades.

Después de todo, los oligarcas no serían quienes sufrirían las consecuencias de la intervención especulativa del bulevar; sino nosotros, no son ellos quienes padecen el deterioro del barrio sino nosotros. Somos los vecinos quienes padecemos la falta de servicios públicos, el deterioro y el abandono de las guarderías, las casas de apuestas que proliferan como setas tóxicas; no necesitamos un bulevar sino decidir qué actuaciones serían útiles para nuestras vidas cotidianas.

Pero debemos ser conscientes de que los oligarcas tienen sus planes de futuro para Gamonal; si les dejamos que hagan lo que quieran, entregarán todo el barrio al mercado. Como explicábamos en otro texto, la intervención del bulevar se enmarcaba dentro de ese plan de ordenación urbanística a largo plazo, en el que se pretenden generar las condiciones iniciales para ir creando un “segundo centro” de la ciudad – en esa zona de la calle Vitoria -, que pudiera atraer a comercios y franquicias que ofrecieran empleo basura, así como a algunas negocios de clases medias y profesionales. Tras haber abandonado la zona durante décadas, ahora las élites y sus representantes en el ayuntamiento pretender aprovechar la oportunidad de hacer negocio y especular con la intervención del bulevar, lo que con el paso del tiempo acabaría subiendo los alquileres y agravando aún más la desigualdad social.

Por eso, vecino, si las élites y sus representantes que entregan el barrio y la ciudad al mercado, cuentan con planes de futuro, entonces ha llegado la hora de que nosotros planifiquemos y configuremos una alternativa popular y pongamos el urbanismo a nuestro servicio; no necesitamos el bulevar sino planificar colectivamente el barrio y la ciudad a partir de nuestras necesidades cotidianas. No podemos tolerar que se inviertan millones de euros en el bulevar mientras el barrio sigue deteriorándose y sufrimos la falta de servicios de públicos de calidad, así como espacios que nos serían útiles en nuestras vidas cotidianas. Por eso debemos aprovechar la oportunidad que nos brinda la historia de parar el bulevar, y enterrarlo así de manera definitiva, como primer paso para decidir colectivamente qué necesitamos, cómo podemos apropiarnos de nuestras relaciones con el espacio y construir un futuro juntos. Por un nuevo urbanismo, por un urbanismo colectivo.

Víctor Atobas

* Víctor Atobas es escritor. Entre otros libros, es autor de Autoridad y culpa (Piedra Papel Libros, 2017), y El deseo y la ciudad. La revuelta de Gamonal (Zoozobra, 2018).

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