Una primera reflexión sobre las elecciones del 26 de mayo

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Una primera reflexión sobre las elecciones del 26 de mayo

Las Elecciones del 26 de mayo eran en buena medida la segunda parte de las Generales del 28 de abril, y en ese sentido hay que interpretar sus resultados, aunque ciertamente tienen otros aspectos de interés específico. En cualquier caso, no parece que vayan a ser el final del actual ciclo político-electoral, con cuatro años por delante de ausencia de comicios.

En este largo ciclo electoral estaban en juego algunas cuestiones: la reorganización en varios aspectos de la derecha española, una vez constituida la “fachísima Trinidad”; uno de ellos era dejar muy claro que Vox no iba a ser excluido de ninguna alianza que permitiera alcanzar el poder institucional a la derecha en su conjunto: así fue en Andalucía, así será en Madrid -tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad- y así será en donde sea menester. Las “sutilezas antifascistas” de la derecha europea acerca de no realizar coaliciones con los partidos fascistas aquí son consideradas como un escrúpulo incomprensible. Además de esto se ha ido desarrollando el discurso por parte de la “tríada” radicalmente protofascista, que en un editorial anterior calificábamos de “ir preparando el terreno”. La derechona sabía perfectamente que con el discurso que mantuvieron en las Generales pasadas no podían ganar, pero sí podían ir abonando el terreno para las próximas generales, y es lo que han hecho, aunque ciertamente ya han empezado a recoger sus frutos en las municipales y autonómicas, en lugares tan emblemáticos como Madrid.

En el campo de la izquierda institucional, especialmente PSOE/Podemos, también hubo un cierto proceso de reestructuración del que el PSOE ha salido victorioso; al fin y al cabo Podemos, tal y como analizamos en varias de nuestras reflexiones, tenía la solidez de la gaseosa. La práctica desaparición de Podemos como fuerza político-electoral a nivel territorial es una de las cuestiones que las elecciones del día 26-M han aflorado. Hay gentes honestas que depositaron grandes esperanzas en Podemos, sin comprender la naturaleza real de ese proyecto político. Ello les impide comprender lo que realmente está ocurriendo en estos momentos; y según sus simpatías personales echan a uno u otro lado la responsabilidades de lo ocurrido. Ese no es el camino para entender cabalmente ni lo que ha pasado ni lo que se viene por delante. El primer paso para salir victorioso de una determinada coyuntura (y cuanto más complicada es, más falta hace) es comprender lo que está pasando y porqué. Solo así podremos intervenir eficazmente en ella. En cualquier caso en el PSOE no están para tirar cohetes: no consiguieron llegar a los 130 diputados en las Generales, han bajado un concejal en las elecciones municipales de Madrid, por supuesto tampoco han conseguido los apoyos necesarios para gobernar la Comunidad de Madrid. De momento han salvado los muebles y punto.

Desde el punto de vista del movimiento rupturista, republicano y soberanista, las elecciones al Parlamento Europeo eran de una grandísima importancia. IzCa planteó desde que se inició el debate sobre cómo afrontarlas, en una reunión en Barcelona el 9 de junio del 2018, la importancia de constituir una candidatura unitaria de todas las fuerzas soberanistas y republicanas en el Estado español. Por razones que nos parecen incomprensibles no se hizo un trabajo en esa dirección y se avanzó en la constitución de dos candidaturas soberanistas a las Europeas, ambas teniendo como eje principal el conflicto democrático de Cataluña con el Estado español. Puigdemont mostró su disposición a ir en un segundo puesto en la candidatura que encabezaba Junqueras, pero esta propuesta no tuvo una acogida positiva. IzCa declinó participar en la candidatura Ahora Repúblicas precisamente por la ausencia de esa voluntad de trabajo para conseguir una candidatura unitaria del soberanismo y republicanismo en el Estado español.

La candidatura encabezada por Puigdemont ganó en Cataluña con 987.149 votos (1.025.411 en el Estado); la de Junqueras ganó en el conjunto del Estado gracias al voto en Euskal Herria y Galicia, donde era apoyada respectivamente por Bildu y BNG, con 1.257.484 papeletas.

La suma de los votos de ambas candidaturas es de 2.282.895. No es difícil pensar que una candidatura unitaria hubiera podido ampliar esos apoyos. Esa hipotética candidatura hubiera sido la cuarta más votada del Estado, con todo lo que ello hubiera significado a nivel de refuerzo de la lucha contra el Régimen del 78, desde el punto de vista de la imagen internacional, desde el punto de vista del manejo institucional y, cuestión muy importante, de la subjetividad del activismo republicano y soberanista. Es decir, se ha perdido una gran oportunidad para dar un paso adelante en la lucha democrática y republicana. No sabemos si esto ha sido intencionado o fruto de una corta visión ideológico-política, en adelante lo iremos comprobando.

La derechona va a seguir con su estrategia y el PSOE se acomodará a ella. Los próximos tiempos van a ser duros, pero muy interesantes para el movimiento popular. La movilización con planificación estratégica y con convicción es lo que genera posibilidades de victoria, el único camino que nos lleva a ella.

El 22 de junio se celebrará una gran movilización por el derecho a decidir en el centro de Madrid, con la instalación de más de un centenar de urnas y numerosas actividades lúdicas a desarrollar en las plazas. Una movilización que podríamos definir como la “alegría de la República”. Esas han de ser “nuestras elecciones”.

Izquierda Castellana, 27 de mayo de 2019.

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