DECLARACIÓN POLÍTICA DE IZQUIERDA CASTELLANA

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Estamos de lleno en una coyuntura política caracterizada por la crisis del Régimen. Crisis a la que diversos agentes políticos, sociales, mediáticos… pretenden dar solución por la vía de unas elecciones generales anticipadas para el 28 de abril, que serán el inicio de un nuevo ciclo electoral que continuará con las elecciones municipales y europeas el 26 de mayo, día que también se celebrarán las autonómicas en las Comunidades del Artículo 143 de la Constitución, es decir, que afectará a todas las comunidades autónomas castellanas.

La apuesta de esos «agentes» se orienta mayoritariamente por Pedro Sánchez y su PSOE, no por mayor o menor grado de empatía, sino porque consideran que son los únicos que pueden mantener la supervivencia del Régimen del 78 durante un tiempo y con cierta apariencia de normalidad.

Hay que reconocer que Pedro Sánchez es un líder político carismático que tiene bastantes similitudes con Felipe Gónzalez, personaje clave en la Transición y por tanto en la construcción del Régimen que hoy sufrimos; experto en articular un discurso con ciertas apariencias de izquierdas y hacer después una política escorada claramente a la derecha. Simplemente recordemos aquello de «OTAN, DE ENTRADA NO». Las características del personaje (Pedro Sánchez) tienen su potencialidad, que no hay que ignorar o despreciar, pero las circunstancias, la coyuntura, es completamente diferente de la del inicio de la Transición y desde luego mucho más adversa para que triunfen operaciones similares a la que protagonizó el PSOE de Felipe Gonzalez en el último cuarto del siglo XX, es decir, en el primer posfranquismo.

En aquel entonces el Régimen del 78, en proceso de construcción, aparecía ante una buena parte de la sociedad progresista como la «opción democrática posible» en aquellas circunstancias. La represión brutal de la guerra y la postguerra estaban demasiado frescas en la memoria de mucha gente que la había vivido en directo. Los dirigentes de la oposición en el exilio asumieron en lo esencial el proyecto de reforma como el único viable en aquel entonces. Los dirigentes de la oposición en el interior eran con frecuencia hijos de franquistas implicados directamente en los crímenes de ese Régimen y, por tanto, con serias dificultades biográficas para exigir en el marco de un proceso auténticamente democrático la investigación y depuración de los crímenes cometidos por el Régimen y sus servidores, entre los que estaban con frecuencia, tal como hemos dicho, sus progenitores. Aquí la Transición se hizo sin tocar nada de eso, a diferencia de lo que ocurrió en los procesos de recuperación democrática en la mayoría de los países europeos tras la caída del fascismo. Por supuesto que por aquel entonces hubo una oposición significativa social y políticamente a ese proceso de «Reforma del franquismo» sin la cuál no se podría explicar la situación actual y que, del mismo modo que sucede ahora, procedía fundamentalmente de los sectores soberanistas y republicanos.

Hoy el panorama es muy diferente. El Régimen del 78 en sus 40 años de existencia ha dejado claramente de manifiesto lo que realmente es: poca democracia y mucha corrupción; poca soberanía y mucha subordinación a intereses ajenos; mucha supervivencia del franquismo, empezando por la monarquía impuesta, y nula capacidad de encontrar soluciones dialogadas a los conflictos políticos y sociales, cada día mas evidentes y con un amplio apoyo social.

No es de extrañar que con este panorama la base social del Régimen del 78 no sólo haya menguado de forma muy notoria en lo cuantitativo, sino que esté cada día más hegemonizada por la derecha protofascista. La base social actual del Régimen es cada vez más similar a la del tardofranquismo. El Régimen del 78 ya no crea ilusión o expectativa alguna entre las gentes del común de los diversos Pueblos del Estado español.

Los proyectos republicanos van ganando apoyo y legitimidad en la medida en que el Régimen de la monarquía posfranquista los pierde.

El movimiento democrático ya no está en manos de los dirigentes en el exilio, que han fallecido, o de los hijos de miembros del Régimen franquista. El movimiento democrático y republicano está lleno de l@s niet@s de l@s republican@s que combatieron heroicamente por la libertad y por la justicia social, que combatieron por la república, que fueron «pasead@s» en un número que no tiene parangón con otras represiones fascistas en Europa; y que aún por decenas de miles siguen enterrados en las cunetas de innumerables carreteras, porque esta «maravillosa democracia, fruto de la también maravillosa Transición» fue incapaz de dar solución al problema. Eso sí, mientras, los torturadores del Régimen franquista que aún sobreviven y por supuesto los del Régimen del 78, están en libertad y agasajados; y la simbología y nomenclatura franquista aún no ha sido plenamente abolida.

No es de extrañar que en este contexto la brutalidad policial, su desprecio por las más elementales normas democráticas, tal como ocurre con otras instituciones del Estado, cual es el caso de la Administración de Justicia, sea la moneda corriente.

En el anterior ciclo electoral, el del 2015/2016, el Sistema intentó una operación que durante un tiempo parecía la varita mágica que iba a resolver sus problemas. Nos referimos a la «operación Podemos». No fue nuestro caso, pues desde el minuto cero analizamos la naturaleza de aquella operación y su fracaso asegurado, (El Sistema tiene estrategia. Nosotr@s también. ) al ser de imposible cumplimiento los objetivos para los que se había creado: liquidar el movimiento y la organización popular, reconduciéndolo a posiciones puramente electoralistas-institucionalistas, y neutralizar al movimiento soberanista, especialmente en Cataluña. Al no haber conseguido ninguna de estas cosas, a pesar de haberlo intentando reiteradamente y con formas absolutamente indecentes, han perdido una buena parte del apoyo del Sistema, aunque por supuesto no de forma total, ya que aún les pueden ser de alguna utilidad.

Hoy los movimientos republicanos y soberanistas en los diversos Pueblos del Estado, especialmente en Cataluña, están muy vivos, aunque ciertamente necesitan avanzar y madurar para conseguir sus objetivos.

Las elecciones generales provocarán un escenario de fondo sin grandes cambios con respecto a la actual situación, aunque con una variación no irrelevante: el PSOE de Pedro Sánchez pasará a ser la fuerza más votada en las generales, posiblemente también en Cataluña, pero sin llegar a tener una mayoría de gobierno, por lo que la política de alianzas parlamentarias tendrá un papel de gran importancia. En el contexto de una expectativa de cambio político de verdad, de cambio de régimen, no dar apoyos parlamentarios en aquellas materias que dificulten el cambio de Régimen será de vital relevancia. El movimiento popular en la calle estará muy atento a ello y desde luego rechazará las prácticas que vayan en esa dirección.

La lucha contra el avance del fascismo español no puede ser la vía para el mantenimiento del Régimen del 78 bajo un gobierno de Pedro Sánchez. Ello sería similar a pretender curar una neumonía con compresas de agua fría; pueden ser útiles para bajar la temperatura momentáneamente, pero nada más.

La elecciones europeas son una muy buena ocasión para dar visibilidad a los millones de personas que en el conjunto del Estado están por un cambio de régimen, por las repúblicas y la soberanía, cuestión que ninguna de las candidaturas que están en proceso de formación podrán conseguir separadamente. Desde nuestra modestia política, pero también desde la autoridad moral que creemos merecer, hacemos un llamamiento a todas las fuerzas soberanistas y republicanas de las diversas naciones del Estado -aún se está a tiempo de ello- para construir una única candidatura con el conjunto de fuerzas que luchan por la soberanía y las repúblicas. Estamos convencid@s de su gran potencialidad política en el momento actual, así como también de su gran potencialidad electoral.

Sería, como hemos dicho, la oportunidad para que millones de personas en el conjunto de naciones bajo jurisdicción del Estado español tuvieran la oportunidad de votar auténticamente por la democracia y la libertad. Sería también de una gran importancia para el avance de una solución dialogada al conflicto del Estado español y de Cataluña.

Con esta candidatura, que reuniría las cualidades políticas y las electorales, IzCa se comprometería plenamente, y estamos convencid@s de que lo mismo ocurriría con el conjunto del movimiento popular castellano.

 

Izquierda Castellana a 26 de marzo de 2019

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