La demografía desmiente a Casado: es imposible repuntar los nacimientos en España sin inmigración

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La demografía desmiente a Pablo Casado. El líder del PP apostó este jueves por volver a la ley del aborto de 1985: «Debemos pensar en cómo tener niños, no en cómo abortar», argumentó en una entrevista con Efe. Pero la solución a la baja natalidad no está en la ley del aborto, explican los expertos, algo incrédulos por las declaraciones de Casado.

«Ellos ya lo saben», advierte el investigador del CSIC Julio Pérez tras recuperarse de la sorpresa inicial por las palabras de Casado, «pero que la ley del aborto pueda cambiar el número de nacimientos es delirante. Su discurso está encaminado a sus votantes, es una cuestión de moral e ideología, no de demografía», sostiene.

La primera obviedad es que el cambio de ley del aborto el año 2010 no trajo consigo un aumento del número de interrupciones voluntarias del embarazo. Entre 2010 y 2011 sí subió ligeramente (de 113.031 a 118.611 casos), pero desde entonces no ha hecho más que bajar, hasta los 93.131 abortos registrados en 2016.

Un vistazo a la pirámide de población y su evolución en las últimas décadas, junto a las predicciones a futuro, dan una idea de lo que ocurriría en España a 40 ó 50 años vista si todo se mantiene igual. Esto último, que no cambie nada en términos poblacionales, es prácticamente imposible con un factor tan relativamente imprevisible como es la inmigración.

Pero las proyecciones te cuentan el futuro tal y como se ve hoy y no encajan con la teoría de Pablo Casado. Con el número actual y venidero de mujeres en edad de tener hijos no se va a arreglar el ‘problema’ de que nazcan pocos niños en España. La solución viene de fuera: los inmigrantes.

«Cómo evoluciona a futuro el número de nacimientos tiene que ver con cuántas mujeres habrá en edad de tener hijos y las previsiones no pueden decirnos que habrá muchísimos nacimientos a no ser que haya una inmigración positiva en esas edades», explica Pérez.

«Pero es muy difícil hacer predicciones sobre cómo va a evolucionar la inmigración, porque depende del mundo entero. Pero sí puedo afirmar que la pauta en los países avanzados es recibir mucha inmigración a no ser que se pongan medidas coercitivas muy fuertes, y ni por esas. Japón y EEUU, ejemplos de ello, siguen creciendo», reflexiona el investigador.

Pero, ¿existe un número ideal de hijos por mujer para que el sistema sea sostenible (valga la expresión? «Se habla de que la tasa de reproducción necesaria es una fecundidad de 2,1 hijos por mujer, pero es un error», señala Pérez. «Porque la reproducción no es solo cuántos hijos se tienen, es un balance entre fecundidad y mortalidad. La fecundidad no garantiza la reproducción si los niños no cumplen años. Por eso la cifra de 2,1 hijos por mujer y que sea una catástrofe estar por debajo es falso, y más en un mundo donde la longevidad es creciente», remata.

Son pocas personas teniendo hijos

Lo que es seguro es que, relativamente, hay menos mujeres en edad fértil (el 18% en 2018, el 20,7% en 1980, en ambos casos rondan los ocho millones de mujeres entre 15 y 45 años, pero hoy hay 10 millones más de habitantes que hace 30 años). «Las mujeres del baby-boom tienen entre 50 y 60 años. En los 70 se agotó el impulso de nacimientos de los años 50 y 60 y a mediados de los 80 estaba ya casi a la mitad», argumenta el demógrafo.

Y son estas mujeres, nacidas a partir de mediados de los 70, las que tendrían que tener los hijos ahora. «Ya no es una cuestión de que tengan muchos o pocos hijos, sino de que de son pocas personas teniendo hijos», remata Pérez.

Traducido a cifras: en 1975 hubo en España 669.378 nacimientos. A partir de ese año, los nacimientos se desploman hasta que tocan fondo en 1996 (362.626). Ese año empezaron a subir ligeramente hasta llegar a su máximo moderno en 2008, cuando se registraron 519.779 nacimientos. Desde entonces, otra vez vez caída, hasta hoy. En 2017 hubo 393.181 nacimientos, según el INE.

Para los «familistas», que llama el experto, la esperanza es esa generación nacida entre 1996 y 2008, que será algo más numerosa que la anterior (siempre descontando futuras llegadas de inmigrantes). Sin embargo, en su contra juega el hecho de que la fecundidad (los hijos que tiene cada mujer) también está cayendo (rondamos los 1,31 hijos por mujer actualmente) a la vez que crece la edad en la que se tiene el primer hijo.

Explicado por Pérez de manera sencilla y gráfica: «La fecundidad de ninguna generación española ha sido más grande que la de sus padres». Los babyboomers no es que se pusieran a tener hijos como locos. Simplemente se dio una «concentración de calendarios generacionales», explica el demógrafo.

Esto es, la generación de la posguerra se puso a tener hijos tarde porque las circunstancias antes eran muy malas y coincidió en el tiempo con que los jóvenes también empezaron a procrear. Pero la fecundidad (hijos por mujer) no se disparó. Eso, a su vez, explica el parón de los 70: las mujeres ya habían tenido sus hijos antes.

Pero ahora somos más que antes, podría objetarse. Sí, pero en las edades equivocadas (si es que se trata de tener hijos). «En sociedades avanzadas con esperanza de vida alta la pirámide de población cambia», explica Pérez.

«Y más cambia cuanto más avanzado demográficamente es un país, cuando tiene pocos hijos que viven muchos años (lo llamo revolución reproductiva), que es a lo que se tiende», elabora.

Y eso a su vez es la razón por la que la tasa de natalidad nunca subirá. La tasa de natalidad se calcula a partir de los nacimientos divididos entre la población y se obtiene un dato en nacimientos por miles de personas. Dado que los países van ganando población (pese a tener un saldo vegetativo negativo, esto es, más muertes que nacimientos; la explicación está en la inmigración), el denominador seguirá creciendo, tirando para abajo del resultado (y más aún si el numerador decrece).

Concluye Pérez con una enmienda a la totalidad del discurso de Casado, quien habló de «suicidio demográfico». «Es un cambio positivo a menos hijos y más cuidado. Gente que sobrevive mejor y tendrá mejor salud. Estamos ante un cambio en la reproducción humana muy feliz».

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