Malasaña, un barrio madrileño convertido en un enorme hotel

Los vecinos de Malasaña piden a Manuela Carmena una solución al ruido, a la suciedad y a la aglomeración.
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Cuando Ahora Madrid llegó al gobierno del Ayuntamiento hace ya cuatro largos inviernos, Manuela Carmena prometió atender las necesidades y los problemas del barrio. Nada auguraba que durante su etapa fuese a proliferar el que ha sido el mayor de los problemas a resolver: el alquiler vacacional de empresas como Airbnb.

«El barrio es ahora un parque temático y hay empresas que están echando a la gente. Llega de golpe un propietario y en su edificio pone un logo y mostrador. Te levantas y resulta que vives en un hotel. En un edificio en julio vivían 10 personas y ahora son cuatro«, relata Jordi Geordol, miembro de SOS Malasaña.

«El éxito nos expulsa de nuestras casas y de nuestras calles y nos convierte en extraños en nuestro propio barrio, que, cada día más, se convierte en un parque temático de ocio, alcohol, drogas y turismo y no un lugar para vivir» critican los vecinos de SOS Malasaña en una misiva recientemente enviada a la alcaldesa.

«Hemos intervenido en la expansión de viviendas turísticas de Malasaña, tasándolas en 135«, asegura Jorge García Castaño, delegado del Área de Gobierno de Economía y Hacienda y concejal presidente del Distrito de Centro. Esta medida limitará la expansión de este negocio, ya que el Ayuntamiento es consciente de que los vecinos de Malasaña son una especie en peligro de extinción.

La gentrificación es tal que el encarecimiento del barrio ha sido desproporcionado. «El otro día me pidieron por un café y una tostada 5,50 euros» dice Geordol. Y mejor no hablar de alquilar un piso a largo plazo. «Hay gente que paga 900 euros y les van a empezar a pedir 1.800€. Una amiga mía está mirando para volver al barrio y en la calle Pez, por un apartamento de una habitación, le piden 1.500 euros al mes».

Los problemas derivados de la gentrificación

Malasaña tiene 35.000 habitantes, pero más de 600 bares. Por cada 25 hogares, toca un bar. «Seguramente sea una de las proporciones más altas del mundo», dice Jordi Geordol.

Su situación geográfica invita a que turistas y residentes de otros barrios confluyan en Malasaña a las horas en las que lo peligroso se vuelve romántico. La noche acaba atrayendo a miles de personas a sus calles, y el resultado, temen los vecinos, es irresoluble.

Desde el Ayuntamiento creen que gracias a la entrada en vigor de la nueva ley sobre protección acústica, se empezará a poner cerco a esta cuestión: «Lo que saldrá de ahí es prácticamente la imposibilidad de abrir nuevos locales de ocio en Malasaña», asegura García Castaño.

«Ha habido un refuerzo practicante del doble de fuerzas de seguridad los fines de semana desde el jueves»

El concejal de Madrid tiene claro por donde pasa la solución: «Necesitaríamos la participación de la Comunidad y del Estado». Las asociaciones vecinales tienen esperanzas en que se solucionen los problemas, en parte, por la llegada del nuevo Gobierno. Hasta entonces daban la batalla por perdida. «Hay canales abiertos y que funcionan mejor que con el anterior gobierno del Ayuntamiento, pero esto no significa que se resuelvan todos los problemas» dice Javier Lapuerta, de la Plataforma Maravillas.

La seguridad y el arraigo

Los vecinos aseguran que cada vez hay menos policías para poder frenar los macrobotellones y el vandalismo: «Apenas hay Policía ya por las noches en la plaza del Dos de Mayo». Sin embargo, el Ayuntamiento defiende que ha implantado medidas: «Ha habido un refuerzo practicante del doble de fuerzas de seguridad los fines de semana desde el jueves y ha habido intervenciones contra la venta ambulante», asegura Jorge García Castaño. Lejos de dar los problemas por solventados, el político da la razón a los vecinos y promete continuidad a las medidas implantadas.

A pesar de los inconvenientes, tu barrio siempre es tu barrio. «Pese a todo, aún tiene un aspecto de pueblo», dice Lapuerta, de Plataforma Maravillas. Los vecinos, lejos de querer irse, pelean por mantenerse y que el barrio conserve algo de su identidad, de su habitabilidad.

«A mí me queda un año de contrato en este local, llevo nueve años», dice el vicepresidente de Vive Malasaña, la asociación de comerciantes. Quiere renovar pese a los inconvenientes que él mismo reconoce: Gentrificación, ruido, turismo, inflación, suciedad, vandalismo… Pero tu barrio es tu barrio, y quieren defenderlo.

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