Más empleo pero menos trabajo: Sólo se han recuperado el 58% de las horas destruidas durante la crisis

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Las cifras oficiales de caída en el número parados amaga una dura realidad social que se quiere ocultar. Y es que, aunque la tasa de desempleo rozó el 27% en lo peor de la crisis y ya se han recuperado casi dos tercios de ese empleo, el Estado Español está aún más lejos de recuperar las horas realmente trabajadas de la población antes de la crisis económica desatada en 2007.

Desde el máximo de 2008 hasta los peores momentos de 2013 los empleados por cuenta ajena perdieron casi 173 millones de horas trabajadas, algo más del 29% del total en los tiempos de la burbuja.

De esas 173 millones de horas perdidas sólo se han recuperado el 58% según los datos de la la última Encuesta de Población Activa (EPA), es decir, unos 100 millones de horas de empleo de los asalariados respecto a las que se trabajaban entonces.

 

 

Varios factores explican estos datos. El principal probablemente sea el aumento de la contratación a tiempo parcial, en la mayoría de casos contra la voluntad del propio trabajador, que explica en buena parte esa situación aparentemente paradójica: se recupera el número de ocupados pero no así las horas de trabajo que corresponderían si  los empleados trabajaran a jornada completa. Comparando el cierre de 2008 con el de 2017, el número de ocupados que trabaja entre 1 y 9 horas semanales es hoy un 12% mayor y las personas que trabajan de 10 a 19 horas a la semana son casi un 20% más.

A ello hay que sumar la bolsa de economía sumergida, el trabajo no declarado, que sin duda ha debido crecer en los últimos años en la medida en que se han precarizado las condiciones laborales (se calcula que la mitad de las ‘horas extras’ no se pagan), y la pérdida de derechos que conlleva la contratación temporal fraudulenta (despidos en épocas vacacionales…). Una situación que colectivos como las mujeres padecen con especial virulencia.

 

 

 

Medidas legales como la derogación de las reformas laborales que facilitan el abuso patronal y la precariedad laboral y salarial, la reducción de jornada sin reducción salarial, la intensificación de la inspección en las empresas y el endurecimiento de las sanciones frente a las irregularidades… y la organización de clase e independiente de los trabajadores –rompiendo con la colaboración de clases del sindicalismo burocrático y conciliador– abrirían posibilidades reales de revertir la situación.

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