El anticonceptivo Essure: una revelación médica que dejó más de 1.500 afectadas

Comparte este artículo:

Un método innovador, que servía de anticonceptivo sin necesidad de hormonación y sin pasar por el quirófano. Así se presentaba en 2002 el Essure en el mercado, un dispositivo de titanio y níquel que tan solo necesitaba diez minutos en consulta ginecológica para implantarse en las trompas de Falopio, provocando una inflamación que bloqueaba el paso de los espermatozoides. Su eficacia, aseguraban, era del 99,3%.

A día de hoy, la página web del anticonceptivo cuenta con un cartel permanente en la parte superior de la pantalla que alerta: “algunas pacientes que tienen implantado el sistema Essure experimentaron efectos secundarios”. Esta advertencia supone una escueta referencia a los años de sufrimiento y dolor de las más de 1.500 mujeres afectadas que se han unido creando la Plataforma Libres de Essure.

Una de ellas es Teresa Prados, diseñadora gráfica de Barcelona que a sus 36 años decidió no tener más descendencia. Acudió a su hospital solicitando una ligadura de trompas, pero allí le hablaron de este nuevo método que solo parecía tener ventajas. Teresa aceptó, pero afirma que en ningún momento se le informó de los problemas que podría acarrearle.

Pese a ser alérgica a uno de sus componentes, el níquel, a Teresa no le realizaron ningún tipo de prueba de tolerancia y su salud fue empeorando conforme pasaba el tiempo.

“Me lo puse en marzo de 2014 y ya no me encontraba bien, pero no le di importancia hasta agosto de 2015 que empecé con metrorragias (hemorragias vaginales fuera del periodo menstrual). Me ponía dos compresas y me duraban una hora. Me desencadenó anemias, cansancio, malestar general, dolores articulares… Hasta que un día llegué al trabajo y no podía bajarme del coche porque mis piernas no me respondían”, recuerda Teresa.

Acudía con frecuencia a la consulta médica porque cada día perdía más sangre y veía más mermadas sus capacidades físicas, pero las pruebas que se hacía no denotaban ninguna pista. “Buscaban enfermedades de transmisión sexual o autoinmunes, por la cantidad de infecciones tan frecuentes que tenía, pero todo salía negativo. Me hicieron biopsias y citologías, pero no encontraban nada. Entonces decidieron que tomara coagulantes y hormonas”.

Este es uno de los momentos más complicados que atraviesan las afectadas por el Essure. El personal experto en medicina y ginecología no identifica que los síntomas sean causados por el anticonceptivo, y termina recetando a las pacientes una medicación que no resulta suficiente para curar sus dolores. “Te dicen que son cosas de la edad (aunque tengas 36 años) y de ser mujer, y lo ignoran”, denuncian desde la plataforma.

Teresa se fiaba del criterio médico, pero no podía soportar la situación que vivía. Entonces encontró por casualidad a un grupo de mujeres en Internet que decían tener los mismos síntomas que ella. Todas llevaban Essure.

Un método promocionado en Córdoba

En aquella plataforma de afectadas había mujeres como Susana, la que hoy es coordinadora de Andalucía. Ella explica que el Essure estaba de moda en Córdoba, donde se llegaron a colocar 8.000 de los 80.000 implantes que cuenta la asociación en España. Eso la animó a recurrir a este método.

En Córdoba, el personal ginecológico que los implantaba organizaba unas charlas “de casi cien mujeres” en las que explicaban la función del anticonceptivo. “Te avisaban de cómo se introducía y de que tenías que estar al menos tres meses utilizando protección para tus relaciones sexuales hasta completar la cicatrización. Después se les entregó un consentimiento firmado en el que alertaban de “posibles hemorragias o pequeños sangrados, movimiento del dispositivo o dolor de tipo menstrual”. “En ningún caso hablaron del cansancio, de los dolores articulares ni de la alergia al níquel”, denuncia Susana.

En su caso, al día siguiente de implantarse el Essure ya sufrió una reacción. Sus piernas estaban llenas de ronchones. “Me dieron un número por si tenía algún problema, pero jamás nadie me llegó a atender por ese teléfono”. Con el tiempo crecieron los síntomas: infecciones renales, cistitis, picores, hongos, caída del cabello… “Se me inflamó el estómago, parecía que estaba embarazada de 6 o 7 meses”.

Cuentan que las relaciones sexuales eran imposibles, el dolor era inmenso y esa situación ha llevado a muchos divorcios y problemas de pareja. El malestar diario ha provocado en muchas una depresión y también su vida laboral se vio perjudicada, “hay días que era imposible levantarse de la cama y tenías que ir a trabajar”, cuenta Susana. Teresa pidió la baja y ahora su trabajo corre peligro, “no podía decir qué enfermedad tenía, porque no lo sabía. Solo sabía que me encontraba mal”.

Susana sufrió esta situación durante tres años y, como la gran mayoría de afectadas, tuvo que investigar por su cuenta en Internet qué le estaba sucediendo. Encontró a mujeres en su misma situación por todo el mundo. Después, comenzó la batalla para que le retiraran ese dispositivo que tanto daño creía que estaba provocando en su cuerpo.

Retirar los Essure

El anticonceptivo Essure no se implanta en España desde agosto de 2017, fecha en la que la propia farmacéutica creadora, Bayer, reconoció no haber obtenido el certificado necesario para su comercialización en la Unión Europea, un documento que debía ser otorgado por la National Standards Authority of Ireland (NSAI). La empresa argumentó que “no se terminaron de cerrar las cuestiones asociadas antes de la fecha del vencimiento del marcado vigente” y defendió que su retirada del mercado europeo no tenía nada que ver con los posibles efectos adversos de sus portadoras.

Cuentan que las relaciones sexuales eran imposibles, el dolor era inmenso y esa situación ha llevado a muchos divorcios y problemas de pareja. El malestar diario ha provocado en muchas una depresión y también su vida laboral se vio perjudicada, “hay días que era imposible levantarse de la cama y tenías que ir a trabajar

A pesar de que Bayer continuó alegando que el balance beneficio/riesgo del anticonceptivo era favorable, las afectadas celebraron su retirada del mercado, pero aún quedaba una importante pelea: conseguir que la comunidad ginecológica reconociera las problemáticas que sufrían como consecuencias del Essure.

Cuando Susana acudió a su hospital para solicitar que le extirparan el dispositivo obtuvo una respuesta contundente: “Aquí no hay protocolo de retirada”. No existía una manera formal y consensuada de actuar en los casos en los que las pacientes presentaran reacciones adversas al Essure. El motivo lo explica Ana Ortiz, ginecóloga del Hospital Reina Sofía: “no existía este protocolo porque se trataba de un método irreversible de anticoncepción, en ningún momento se planteaba su retirada”.

Un grupo de profesionales de la ginecología se negaba a afirmar que hubiera que retirar el anticonceptivo para acabar con el sufrimiento de estas mujeres. Otro, optaba por retirar por completo las trompas de Falopio junto al Essure. Muchas afectadas se sometieron a esta intervención quirúrgica, pero se encontraron con una desagradable sorpresa al salir del quirófano: los síntomas no habían desaparecido por completo porque aún quedaban restos metálicos dentro de sus cuerpos.

El motivo es que al colocar el Essure con bisturí caliente o al tirar de él para quitarlo saltaban fragmentos de titanio y níquel que podían terminar en el útero o incluso en el abdomen. Además, en algunos casos el Essure migraba y perforaba la cavidad uterina.

Susana cuenta que “trataron de meterla miedo para que no se operara” pero, asegura con la experiencia de la Plataforma, el 80% de las operadas encuentran una gran mejora de sus síntomas, si no desaparecen por completo. En su caso, le retiraron las trompas en una primera intervención, pero ahora está pendiente de una segunda para extirparse el útero, porque le han encontrado algún resto encajado allí.

Ante esta situación, la coordinadora andaluza de la Plataforma Libres de Essure decidió en el año 2016 poner una queja al Hospital Reina Sofía de Córdoba. En su opinión, “es inconcebible que pusieran unos aparatos sin saber cómo quitarlos si alguna mujer presentaba problemas”. Tras ella, se logró que la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) elaborara una guía de actuación ante las pacientes afectadas por el Essure.

Un protocolo en el territorio nacional

La guía de la SEGO, según explica el doctor Ezequiel Francisco Pérez Campos, miembro del comité científico de la sociedad, está considerada como un documento de gran trascendencia pero no es “obligatorio” para los socios y socias. “La SEGO tiene la capacidad de asesorar, pero no de imponer”.

En ella se establecen una serie de pasos que se deberían seguir si una paciente refiere problemas con el anticonceptivo, y se recoge la valoración de antecedentes personales que puedan afectar en el dolor crónico (como endometriosis u otras enfermedades). También se tendrían en cuenta las alergias que presentara la paciente antes y después de los dispositivos y se contempla la realización de una ecografía para determinar la correcta colocación de los dispositivos antes de extraerlos.

Pero esta guía, como el miembro de la SEGO indicaba, es meramente orientativa. Su cumplimiento no es obligatorio y las pacientes quedan pendientes de la voluntad de las ginecólogas y ginecólogos para atender a sus reclamaciones y realizar las operaciones. “Pasé por cuatro o cinco ginecólogos de la Seguridad Social hasta que di con el que me creyó, dos años después del inicio de mis síntomas. Les molestaba cuando yo sugería que podía ser el Essure la causa de mis problemas, y me llegaron a decir que si es que me había cansado de llevarlo y por eso quería quitármelo”, recuerda Teresa.

 

Por estas razones, el pasado 1 de julio las afectadas de toda España organizaron una manifestación en distintos puntos del país para reclamar un protocolo oficial de retirada, respetado por todo el personal ginecológico y que se base en las experiencias y testimonios de la Plataforma Libres de Essure para intentar reducir al máximo los daños.

Solicitan un trato digno en las clínicas, son conscientes de que a miles de mujeres el dispositivo les ha funcionado perfectamente, pero están seguras de que a las que ha afectado les ha hecho “perder años de vida”.

La opinión del personal experto
La doctora Ana Ortiz insiste en puntualizar que el colectivo de afectadas supone una minoría, “Se trata de un porcentaje relativamente bajo”. Ortiz puntualiza que desde el Hospital Reina Sofía se realizan encuestas de satisfacción a las portadoras. “Puedo decir que hasta ahora de las que he llamado ninguna me ha comunicado que quiera quitarse el dispositivo, pero sí están alarmadas por la información que leen en Internet”.

La ginecóloga considera que gran parte de las afectadas tienen patologías anteriores al dispositivos, enfermedades autoinmunes, endometriosis o infecciones pélvicas previas. “No está demostrado que toda la sintomatología derive del Essure. Nosotros no podemos negar que algunos de los síntomas correspondan al Essure, pero tampoco hay evidencias científicas de lo prueben”.

Un ejemplo lo encontramos en la alergia al níquel. Esta afección está recogida en la guía elaborada por la SEGO entre los posibles riesgos que pueden presentar las portadores de Essure. Sin embargo, el ginecólogo Ezequiel Francisco Pérez afirma a AmecoPress que no se realizaban pruebas de tolerancia antes de implantar los anticonceptivos porque “no se considera necesario. Una alergia dérmica no presupone, ni mucho menos, una intolerancia al dispositivo”. Ana Ortiz apoya esta teoría explicando que las alergias de la piel no funcionan de la misma forma dentro del cuerpo porque “las mucosas son diferentes”.

Asimismo, Ortiz considera que los Essure no favorecen las infecciones, ya que estas llegan por agentes externos. Pero a pesar de que no creen que sea el dispositivo el origen de estos problemas, están a favor de retirarlos si las mujeres muestran sintomatología, porque no pueden asegurarlo. “Los retiramos a petición de la paciente pero dando nuestra opinión como expertos del tema. Eso sí, les explicamos que puede que sus problemas no mejoren con la retirada del Essure”.

El representante de la SEGO, por su parte, se muestra convencido de que no faltaba información en la comunidad ginecológica cuando se comenzó a instalar el dispositivo. “Los ensayos clínicos realizados eran suficientes. Y hay muchas mujeres que se han beneficiado de ellos. En las mujeres en las que se insertó, se hizo con todas las garantías; todos los productos médicos tienen efectos secundarios e intolerancias”. El doctor Pérez no considera que haya personal de ginecología que se esté negando a retirarlos en casos de alarma, “la recomendación de la SEGO es retirarlo cuando haya una posible relación entre sintomatología y presencia del dispositivo, pero es el especialista el que tiene que valorar la situación de acuerdo a sus conocimientos y experiencia”.

La doctora Ortiz asegura que en su hospital se ha reunido con las afectadas para acordar puntos en el procedimiento de extracción. La plataforma solicitó radiografías previas a la retirada, la realización de un TAC postquirúrgico y que se ofrezca la posibilidad a la paciente de quitarse directamente las trompas y el útero para tratar de asegurarse de que no les quedarán más restos.

“Silencio administrativo”

La Plataforma Libres de Essure no consiguió que el anterior Ministerio de Sanidad participara en este conflicto entre comunidad ginecológica y pacientes. Pidió reunirse expresamente con la anterior ministra, Dolors Montserrat, para explicar su situación y solicitar una mediación por medio de un protocolo común, pero no obtuvieron respuesta.

Hace solo unos meses, en marzo de 2018, la diputada de Izquierda Unida Eva García Sempere exigía en el Congreso datos oficiales acerca del número de mujeres que llevan implantado este dispositivo, porque solo tiene la cifra que maneja la plataforma de afectadas. Tampoco se conoce cuántos han sido retirados, ni cuántas notificaciones sobre problemas relativos a este anticonceptivo que se han remitido al Sistema de Vigilancia de Productos Sanitarios de la Agencia Española del Medicamento.

“Silencio administrativo. Es absolutamente impresentable que no se haya dado ninguna respuesta por parte del anterior Gobierno. Lo que vamos a hacer ahora es volverlas a plantear y seguir apoyando a la plataforma de afectadas. El nuevo Ejecutivo se declaró feminista, ¿qué más feminista puede haber que atender los problemas que afectan al cuerpo de las mujeres? Debe asumir responsabilidades y atender a las demandas”, reclamó Sol Sánchez, coportavoz de IU Madrid del Área de Salud durante la manifestación celebrada el pasado 1 de julio, a la que acudió para apoyar a la plataforma.

“La situación es David contra Goliat. Es Bayer quien está detrás de este asunto, pero un Gobierno responsable no puede dejar a la gente tirada de esta manera cuando se ha promocionado un método anticonceptivo que, como estamos viendo, puede ser nefasto para la salud”, declaró Sol Sánchez.

Tras la concentración de las afectadas en el Ministerio de Sanidad el pasado domingo, la Plataforma recibió por fin una llamada institucional. El 3 de julio se reunían con Rafael Sotoca, asesor de la actual ministra de Sanidad, Carmen Montón.

En esta charla, el representante del Ministerio se comprometió a “ayudar en todo lo posible” y a conseguir una reunión en la que la Asociación Española del Medicamento, Sanidad y las afectadas puedan sentarse a debatir las mejores opciones a este problema. “Dicen que quieren llegar hasta el final”, cuenta Teresa, esperanzada.

La respuesta legal

Ante lo que consideran una situación de “violencia obstétrica”, algunas de las afectadas ya han recurrido a representantes legales para transmitir sus quejas y llegar a un juzgado si es necesario. Castreje Abogados es un bufete que ya gestiona unas 60 reclamaciones y estudia 140 más. Afirma que, por el momento, se encuentran en una fase preliminar, acumulando los historiales médicos de todas las afectadas, pidiendo fichas técnicas del producto y analizando los daños concretos que ha producido en cada caso.

Esta tarea de recabación de pruebas no les está resultando nada fácil, pues el abogado Cipriano Castreje cuenta que “el 90% de las pacientes están encontrando numerosas dificultades” a la hora de que las clínicas, hospitales o el personal médico entreguen la documentación necesaria. “No nos entregan los Essure, los consideran un desecho; tampoco quieren darnos el consentimiento informado o la hoja quirúrgica. Ponen millones de pegas y vamos solventándolas una a una con la ayuda de la justicia”.

El abogado no revela si la estrategia será llevar una demanda conjunta o acumular demandas individuales, pero asegura que irán “contra todos los responsables, que pueden ser los servicios de salud -tanto públicos como privados-, los médicos que actúen a título individual en su consulta, el fabricante o el distribuidor del Essure”. Aunque es el gigante Bayer el que está al otro lado de las posibles demandas, Castreje insiste en que no les importa, “confiamos en la justicia española, y en la europea en su caso. Creemos que nos amparará”.

El representante legal de las afectadas habla de un “grupo muy cerrado de la ginecología que vio nacer el invento y se enamoró de él. En la mayoría de ellos el enamoramiento es tal que continúan con una defensa tan cerrada sobre el Essure que resulta casi inexplicable, parece que hay algo detrás que todavía desconocemos”.

Castreje pone en valor la paciencia de sus clientas, que esperan hasta recabar todas las pruebas necesarias para “presentar un proceso que se pueda ganar”. “No se van a rendir, el daño ya lo han sufrido y ahora tienen ganas de pedir justicia”.

Comparte este artículo: