La detención de Jorge Rodríguez, una operación contra el corazón del PSPV que debilita a Ximo Puig

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La operación Alquería lanzó ayer un misil a la línea de flotación de la federación socialista valenciana que lidera Ximo Puig. La imagen de decenas de agentes y varias furgonetas de la Policía Nacional en la puerta de la Diputación de Valencia -junto a una pancarta reivindicando una Financiación justa y una bandera arcoiris- les ha dejado en shock y les ha roto el discurso de regeneración democrática con el que la izquierda consiguió sacar al PP de las instituciones valencianas en 2015.

«Nadie podía sospechar que Jorge Rodríguez (el principal detenido) tendría ese final», apuntaban fuentes del partido. Por otros, apuntan, no pondrían la mano en el fuego, pero Rodríguez era lo que se conoce como un mirlo blanco.

El presidente de la Diputación de Valencia era uno de los valores en alza del partido y eterno candidato a pugnar por la sucesión de Ximo Puig cuando éste se retirara tras las elecciones de 2019. El también alcalde de Ontinyent, que empezó como asesor en la institución provincial, no tenía demasiados apoyos orgánicos pero con el traje de presidente de la Diputación -una institución que reparte muchas subvenciones entre los ayuntamientos- había logrado afianzarse en el partido.

Tras el último congreso regional donde Puig tuvo que frenar el empuje de los sanchistas, el secretario general reelegido premió su lealtad y le nombró portavoz de la ejecutiva por encima de otra de las jóvenes promesas. Le colocaba en la pole position de una supuesta sucesión. Eso sí, como si no se acabara de fiar, Puig le puso un contrapeso con la designación como vicesecretario general del experimentado dirigente Manolo Mata.

Un Rodríguez crecido estuvo a punto de enfrentarse a los partidarios de José Luis Ábalos por la Secretaría General del partido en la provincia de Valencia. Ya durante la campaña interna se posicionó como uno de los valedores de Susana Díaz, aunque mantenía puentes con el otro bando. Finalmente, Ximo Puig le disuadió de enfrentarse a la candidata del sanchismo pues no quería seguir en una guerra inacabable contra los partidarios de Pedro Sánchez.

La detención de Rodríguez deja muy tocada a la federación valenciana, que no solo pierde un portavoz, un referente y un posible relevo de Puig. Da munición a la oposición y rompe el discurso de que «todos los políticos no son iguales» que exhibían los partidos que firmaron el pacto del Botànic.

Ayer los socialistas intentaron rehacerse pronto del golpe. Aunque costó, finalmente, Puig, «con tristeza» y «dolor», suspendió de todos sus cargos a Rodríguez. En el PSPV mantienen que «no hay nada» que les haga «presumir de una responsabilidad directa» del detenido, pero eran conscientes de que mantener al presidente de la Diputación era demasiado desgaste. Ya aguantaron al alcalde de Alicante más de la cuenta para nada. El PSPV no quiso caer en el mismo error y la ejecutiva socialista decidió apartar al dirigente consciente de que, de lo contrario, todo el esfuerzo para levantar la hipoteca reputacional quedaría en papel mojado.

En el caso que se investiga de la presunta financiación irregular del PSPV de la época anterior, Ximo Puig ha conseguido sortear la asunción de responsabilidades. Ayer, la imagen de la policía tomando la Diputación fue demasiado explícita.

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