Tres de los acusados de Alsasua cumplen año y medio en prisión preventiva, donde esperan una sentencia absolutoria

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Son Jokin Unamuno, Adur Ramírez de Alda y Oihan Arnanz. Sobre los tres –junto a otros cinco jóvenes– pesa una acusación de delitos terroristas por haber participado supuestamente en la agresión a dos guardias civiles y sus parejas en la madrugada del 15 de octubre de 2016 en el bar Koxka de Alsasua. Para los dos primeros, la Fiscalía y las acusaciones piden 50 años de cárcel y, para último, 62. Y los tres han cumplido este lunes un año y medio en prisión preventiva, donde llevan desde que el 14 de noviembre de 2016 la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela decidiera su ingreso en distintas cárceles madrileñas.

Estos tres acusados cumplen estos más de 540 días privados de libertad dos semanas después de que finalizara el juicio contra ellos que tuvo lugar en la Audiencia Nacional hasta el pasado día 4 y en el que  los tres defendieron su inocencia ante los hechos de los que se les acusa.

Unamuno sí reconoció que mantuvo una discusión con uno de los guardias civiles dentro del bar Koxka aquella noche. Según dijo durante la vista, les recriminó por cuatro multas. «Le dije que menuda jeta que tenían porque se dedicaban a crujir a multas a los jóvenes del pueblo y que luego acudían a los bares», señaló. Pero en todo momento recalcó que él no agredió a los guardias civiles: «Yo no golpeé a nadie, ni dentro ni fuera del bar», insistió, tras reconocer que estaba «muy borracho», por lo que que no recordaba bien lo sucedido.

Ramírez de Alda negó durante el juicio que acudiera al bar donde se produjo la agresión «en toda la noche» del 15 de octubre de 2016, ya que aseguró que se marchó a su casa antes de que se produjera la agresión, y que se enteró de lo sucedido «a la mañana siguiente», al despertarse. «Es imposible», dijo, cuando su defensa le preguntó por su participación en los hechos. También señaló que nunca ha tenido ningún problema con la Guardia Civil y que incluso compartía club deportivo con el hijo de un agente del instituto armado.

Ninguna animadversión hacia la Guardia Civil

Arnanz, por su parte, sí reconoció durante la vista haber estado en el bar Koxka aquella noche y señaló que presenció la discusión que se produjo con los guardias civiles. Pero negó haber participado en ningún altercado y remarcó no tener ningún tipo de odio ni animadversión hacia ningún cuerpo policial. Tanto él como los otros dos acusados aseguraron que en ningún caso organizaron la agresión a los guardias civiles e insistieron en que nunca han ejercido como portavoces del movimiento Alde Hemendik que promulga la expulsión de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado de Euskadi y Navarra.

Su versión la ratificaron  todos los testigos presenciales –prácticamente todos vecinos de Alsasua y amigos o conocidos de los encausados– que declararon en el juicio, que sí hablaron de que se había producido una «bronca», una «pelea» o incluso un «rebullón» esa madrugada, pero que no identificaron como autores de la misma a los jóvenes que se sentaban en el banquillo de los acusados.

Con la excepción de las cuatro víctimas de la agresión, que sí señalaron directamente a los acusados como agresores. María José, la novia del teniente de la Guardia Civil agredido y vecina de Alsasua, fue quien identificó a los jóvenes y situó en el centro de la agresión a Jokin Unamuno: «por él empezó la agresión. Si él no hubiese atacado la agresión no estaríamos aquí», dijo. «Recuerdo el odio y la saña con la que le pegaban a Óscar –su pareja– en la cabeza», rememoró. «Hubo un momento en el que él sangraba y la gente seguía pegándole. Tenía el tobillo roto y la gente seguía pegándole», dijo. Y también confirmó que nadie les auxilió. «La gente jaleaba y aplaudía», señaló.

Durante el juicio también fue clave la declaración de los guardias civiles que elaboraron  el informe de inteligencia con el que se vinculó los hechos con el terrorismo. Lo sucedido, señalaron, era parte de la «estrategia» de ETA contra las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado desplegados en Euskadi y Navarra. Para ello se valieron de un documento incautado en 2000, que se presentó como «manual práctico» de esa estrategia.

«Nos esperamos cualquier cosa»

Las familias de los tres encarcelados y del resto de los acusados esperan ahora una sentencia que como defendieron sus abogados, sea absolutoria. «No tenemos forma de saber cuándo llegará. En teoría, mientras mantengan en prisión preventiva a nuestros hijos el proceso debería acelerarse. Pero visto lo que llevamos sufriendo los últimos 18 meses nos esperamos cualquier cosa», apuntaban el domingo a través de la cuenta de Twitter de  Altsasu Gurasoak (padres y madres Alsasua). También han insistido que durante el juicio quedó «desmontada» la acusación de terrorismo. «La madrugada del 15 de octubre de 2016 hubo un encontronazo, nada que no pueda ocurrir en cualquier otra población en una noche de juerga y alcohol», señalaron la pasada semana.

En la misma línea se expresa Amaia Izko, abogada de Unamuno, en declaraciones a eldiario.es, aunque se muestra pesimista: «Vemos muy difícil que haya una sentencia absolutoria por la presión que existe sobre el tribunal por parte de determinados medios. Han llegado a tal extremo que en el caso de la absolución esos medios se escandalizarían», explica. Se trata, añade, de un «juicio paralelo» contra los acusados, que produce «indefensión» a los jóvenes encausados.

Cumplido un año y medio desde que Unamuno, Ramírez de Alda y Arnanz ingresaran en la cárcel, Izko denuncia que se esté realizando «una utilización absolutamente abusiva de la prisión provisional». A su juicio, se está incumpliendo la ley de enjuiciamiento criminal que dice que esa medida «no se puede utilizar como castigo» y que se justifica únicamente ante un riesgo de fuga que, en el caso de los tres jóvenes, «no existe». «Es completamente abusivo que se encarcele a estos jóvenes durante un año y medio por hechos como los que se han juzgado», insiste. Todo se debe, en su opinión, a la «construcción artificiosa» del delito de terrorismo que se ha realizado durante el proceso.

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